Riojaforum, Logroño (La Rioja), 19 de noviembre de 2016
Hay muchas ocasiones en las que, ante un disco, un libro, una película o un concierto, las expectativas están muy arriba. Muchas veces, ese listón provoca que el resultado sea menor del esperado, ‘no era para tanto’ o ‘ menuda decepción’ pueden ser algunas de las consecuencias. En otras ocasiones, esas altísimas expectativas se ven ampliamente superadas, y mira que es difícil, y eso es lo que nos ocurrió con el concierto de Quique González y Los Detectives en Riojaforum el sábado 19 de noviembre. A la salida del mismo, tras dos horas y cuarto de un recital al que le puedo poner todos los calificativos que quiera que me quedaré corto, Javi Castro y yo señalábamos que estaba entre los mejores conciertos que habíamos visto en los últimos años, y llevamos unos cuantos a nuestras espaldas. Hacía tiempo que no salía de un concierto en semejante estado, entre la emoción que afloró en no pocas canciones y la excitación eléctrica de lo que se acababa de vivir. Hacía mucho tiempo que el madrileño y cántabro de adopción Quique González no se pasaba por tierras riojanas, como él se encargó de recordar, creo que desde la gira de Daiquiri Blues (2009), aunque uno rememora aquella fría noche en el Palacio de los Deportes (semivacío) en Actual 2008 donde presentaba su Avería y Redención (2007). Desde entonces, Quique González ha publicado dos cimas en su carrera, Delantera mítica (2013) y Me mata si me necesitas (2016), dos discos en los que hay una evolución continua, asentando una personalidad que ya estaba muy presente en el clásico Salitre 48 (2001) o en el no menos reconocido Kamikazes enamorados (2003). Nueve discos de estudio que dan para un cancionero que ha crecido sin paliativos, giras triunfantes incluida la realizada con José Ignacio Lapido (091) y la sensación todavía presente de que Quique González no ha alcanzado el estatus que merece como uno de los artistas más representativos de nuestro país, constatada cuando hablaba con gente la semana antes de ir al concierto y me señalaban que no sabían quién era. Con la clara influencia de los sonidos de raíces norteamericanas, González está al mismo nivel que Antonio Vega, Enrique Urquijo o el propio Lapido. En fin, cosas que pasan.
De la mano de Promociones Iregua, que se anotaron un tanto con este concierto, Riojaforum acogía el retorno de Quique González a La Rioja. El escenario impone desde el minuto uno, con una gran acústica, pero siempre nos queda la duda de si estos sitios son los más adecuados para este tipo de propuestas, aunque eso quedó en un muy segundo plano nada más comenzar el concierto, a pesar de que en no pocas ocasiones se te iban los pies, de hecho bastantes veces todo el patio de butacas no pudo acabar sentado. Con una propuesta escénica austera, González se acompaña de Los Detectives, con los que ha grabado el Me mata si me necesitas ya reseñado aquí por Javi Castro, que fue producido por el omnipresente Ricky Falkner. La banda suena como un cañón, sé que es una expresión manida pero es la realidad, está muy engrasada y la complicidad que destilan en escena es de impresionar, se notan las horas de carretera y ensayos. Con Eduardo Ortega a la guitarra, mandolina y violín; Pepo López como guitarra eléctrica; Alejando Climent al bajo; Edu Olmedo a la batería; David Chuches a los teclados y al acordeón; y con Nina aportando la voz femenina y tomando el protagonismo en varios momentos, aquello se venía abajo por seguir con una serie de tópicos que, en este caso, se cumplieron.
Ya comentábamos antes que el concierto osciló desde momentos muy emocionantes, esas letras que han ido ganando peso, hasta otros muy eléctricos, imposible de contenerse en el asiento. Quique González fue de menos a más, pero no por calidad sino por que comenzó apostando por un ritmo suave y contenido en apariencia para ir girando en varias direcciones hasta un final apabullante. Desgranando completamente Me mata si me necesitas, brillaron con fuerza sus canciones, destacando algunas tan redondas como ese comienzo melancólico con ‘Detectives’, ‘Se estrechan en el corazón’, las brutales ‘Orquídeas’ y ‘Relámpago’ y las emocionantes ‘No es lo que habíamos hablado’ y, especialmente, ‘La casa de mis padres’ que, en directo, todavía puso más los pelos de punta. Y sin olvidar esa ‘Charo’ con Nina, uno de los momentos más celebrados. No pudieron faltar las contundentes ‘Tenía que decírtelo’ y ‘¿Dónde está el dinero?’, del magnífico Delantera mítica, que resonaron atronadoras, del que también se sumaron la sobresaliente ‘La fábrica’ la versión en castellano de ‘Is Your Love in Vain?’ de Bob Dylan, y, al final, la tabernaria ‘Dallas – Memphis’. Se apuntalaron perfectamente ‘Avería y redención’ del disco homónimo y la delicada ‘Su día libre’ del Daiquiri Blues. Sonaron emocionantes la versión de ‘Aunque tú no lo sepas’ en homenaje a Enrique Urquijo, ‘Clase media’ y ‘De haberlo sabido’ en la voz de Nina. ‘Te lo dije’ aportó mucho swing y ‘Salitre’ fue muy celebrada. Y para el final dejó una serie de clásicos que todavía resuenan en mi cabeza como son ‘Kamikazes enamorados’, ‘Vidas cruzadas’ e ‘Y los conserjes de noche’, con el público en pie y con la emoción a flor de piel.
Dos bises y más de cinco minutos con la gente aplaudiendo sin parar a una banda que lo dio todo y que nos dejó vacíos. A lo largo del concierto, veías gente con los ojos húmedos, gente que no se podía parar quieta en su asiento, mientras la banda seguía su camino con la honestidad como marca de la casa. Nosotros estábamos en ambos grupos, no podía ser otra manera. Fue una noche fantástica que resumió lo mejor de Rock & Roll, esa comunión que se alcanza entre una banda o artista y el público, ese punto de encuentro de extraños unidos por un vínculo tan invisible e intangible, e insoldable, como el del amor a la música y la emoción que despierta, cada uno con sus historia vinculada a las canciones. Quique González y Los Detectives lo consiguieron de sobra.