Que en la década de los noventa la presencia de artistas femeninas en el ámbito del Rock & Roll y del Pop Rock era minoritaria era un hecho y se seguía una tendencia anterior. Es interesante constatar los pocos grupos de mujeres que alcanzaron relevancia en el periodo del Grunge, por allí sobresalieron las Babes in Toyland y alcanzaron notoriedad L7 de Donita Sparks, aunque ya llevaban su trayectoria desde la segunda mitad de los ochenta. Y, claro, no hay que olvidar a Hole con Courtney Love a la cabeza, destacando su segundo disco, el Live Through This (1994). También estaban The Breeders, el proyecto de Kim Deal (Pixies) y Tanya Donely (Throwing Muses) que tuvieron un éxito con ‘Cannonball’ de su disco Last Splash (1993). Por cierto, que Donely también contaría con otra banda interesante como Belly, con sólo dos discos guardando un bonito recuerdo de su segundo, King (1995). Y también fueron los años en los que comenzaba su carrera PJ Harvey desde el otro lado del Atlántico, que en 1995 publicaría uno de sus discos más icónicos, To Bring You My Love.
Tampoco hay que olvidarse del movimiento ‘Riot Grrrl’ surgido en el estado de Washington precisamente a comienzos de la década de los noventa, de carácter feminista y con un sonido Punk donde sobresalían Sleater-Kinney, Bikini Kill o Huggy Bear entre otras, formando una interesante escena que se movió siempre en el ámbito del underground. Pero el éxito femenino en los sonidos más rockeros de los noventa llegaría con dos cantantes de las que ya hemos hablado en artículos anteriores. La primera sería Sheryl Crow, que con su sonido accesible pero con personalidad lograría el éxito con todo un hit como ‘All I Wanna Do’ y con una carrera que no ha parado desde entonces, acaba de publicar su décimo disco de estudio, Be Myself. La segunda sería Alanis Morissette y su Jagged Little Pill (1995), todo un acontecimiento en su momento aunque su trayectoria posterior fue más difusa marcada por ese hito. El éxito de Crow y Morissette dio lugar a que también comenzasen a aparecer otras artistas vinculadas a sonidos más rockeros que alcanzaron su lugar aunque muchas de ellas hayan quedado olvidadas o en un segundo plano.
Como ocurrió con el resto de tendencias o ‘modas’, algunas de estas artistas ya contaban con una carrera y alcanzaron una mayor visibilidad. Otras fueron fenómenos del momento. En el primer grupo, destacaron casos como los de Tori Amos, que lograría su repercusión con sus discos de 1994 y 1996, siendo muy valorada por la crítica. En el segundo, hubo artistas que aparecieron pero que no contaron con tanto éxito como Tracy Bonham o Liz Phair, pero hubo dos que llegaron más alto, especialmente la primera de ellas, nos estamos refiriendo a Jewel y a Meredith Brooks.
Jewel debutó en 1995 con el disco Pieces of You y se adelantó un poco a todo el auge del ‘Folk’ de unos cuantos años después. La joven artista de Utah conquistó al público, más de siete millones de copias vendidas, y a la crítica, con un trabajo producido por Ben Keith (Neil Young) y donde también participaron músicos de dicha órbita como Spooner Oldham y Tim Drummond. El disco era una delicia, minimalista y austero, con la preeminencia de una acústica al servicio de la delicada voz de Jewel y con una producción muy contenida. Atlantic había hecho una apuesta que le salió redonda con temas como ‘Who Will Save Your Soul’, ‘Foolish Games’, ‘You Were Meant For Me’, que se convirtió en un gran éxito. También destacaban canciones como ‘Adrian’ o la fuerza contenida de ‘Little Sister’. Parecía que Jewel podría seguir el camino de Crow y Morissette y Spirit (1998), su siguiente trabajo, también fue un éxito comercial pero bajó la calidad. Los siguientes pasos fueron más difíciles de encajar ya que Jewel cambió de look y estilo musical, derivando hacia sonidos de Pop electrónico. No tardó muchos años en volver a los sonidos de raíces norteamericanas, pero la sensación que da es que su camino podría haber sido otro.
En el segundo caso, de Meredith Brooks, la suerte fue más esquiva. Brooks procedía de Oregon y se encontraba en el punto intermedio entre Crow y Morissette, con más tendencia hacia los sonidos más rockeros y guitarreros de la segunda. Brooks fichó por Capitol Records y debutó con un disco contundente, Blurring the Edges (1997), y con un single como la adictiva ‘Bitch’, que claramente nos remite a Alanis Morissette. Y es que el equipo de productores que guiaba la dirección de Brooks parecía tenerlo claro. ‘Bitch’ fue un éxito en 1997 y aquel disco no estaba mal, la verdad, con temas como ‘I Need’ o ‘Pollyanne’, no en vano Brooks también contó con una nómina importante de cocompositores. Sin embargo, con su segundo disco no pudo repetir el éxito de su debut y Deconstruction (1999) pasó muy desapercibido, salvo por el dúo con Queen Latifah en ‘Lay Down (Candles in the Wind)’. A partir de ese momento, salida de Capitol Records y discos cada vez más espaciados pero irrelevantes.
En definitiva, nada que no hayamos visto antes, una tendencia que se pone de moda, pero en este caso vemos dos casos con resultados muy diferentes. Claro que luego llegaría Shania Twain y su descomunal éxito con Come On Over, pero esa es otra historia muy diferente.