En el año 2011, un disco se coló en nuestras vidas sin hacer mucho ruido. Era «Barn Doors and Concrete Floors», segundo disco de un cantautor del rock americano de raíces, Israel Nash Gripka. El álbum era soberbio, y lo sigue siendo, con una colección de canciones entre las que era difícil quedarse con unas y descartar otras. Sí, «Fool’s Gold», «Drown» y «Four Winds» (canción de la que ya no te podías deshacer), eran fantásticas, pero las demás no desmerecían. Israel Nash Gripka conseguía con este disco ponerse en una situación privilegiada del denominado «Americana», y lo hacía con temas donde prevalecían las melodías y los sonidos más acústicos, pero también con espacio para mandolinas, pedal steel y órganos Hammond. En definitiva, una apuesta que no era novedosa pero que cosechó un amplio reconocimiento de la crítica.
Israel Nash Gripka había puesto un listón muy elevado, casi insuperable, y por eso generaba una gran curiosidad con su nuevo trabajo. Curiosamente, decidía prescindir de su segundo apellido y en su trabajo de 2013, «Rain Plans», se presentaba como Israel Nash. Volviendo a la música, lo que nos encontramos en «Rain Plans» es un disco importante, llamado a estar arriba en un año como este, con un nivel de calidad en las novedades muy alto. Aunque Israel Nash sigue fiel a los parámetros de la música americana, con el folk en primera línea de las mismas, no es menos cierto que hay cambios. En primer lugar, su forma de cantar, su voz incluso, suena diferente, y personalmente diré que me convence. En segundo lugar, el disco es un claro acercamiento al primer Neil Young. A lo largo de sus nueve temas, se detectan esos ecos que nos recuerdan al primigenio «Uncle Neil» que dirían en Pearl Jam.
Aunque el disco ha recibido también numerosas críticas positivas, también se ha señalado una especie de falta de innovación o que Nash no haya tomado una dirección más personal. Bueno, estas apreciaciones son legítimas, pero en lo que todos coincidimos es que en «Rain Plans» hay un grandísimo nivel, que en no pocas ocasiones se van alargando y dotándose de una sensación ambiental de la que carecía «Barn Doors and Concrete Floors», más directo sin duda. En «Rain Plans», la calidad de las composiciones casi te deja sin aliento.
Ya el comienzo, «Woman at the Well», tiene ese toque tan Neil Young que alcanza una dimensión atmosférica. Es una de las mejores canciones del disco, a la que le sigue la más country «Through the Door». «Just Like Water» se sitúa en el nivel del primer tema, con presencia de harmónica incluida. En «Who in Time» parece querer mostrarse más rockero, pero no, al final se impone el pedal steel. «Myer Canyon» es muy optimista y vital y llega el mejor tema del disco, «Rain Plans», un pedazo de canción que destaca en una gran colección, que casi se convierte en una jam con una duración que supera los siete minutos. Le sigue «Iron of the Mountain», la más instrumental «Mansions», y termina el disco con una sobresaliente «Rexanimarium».
En defintiva, que a Israel Nash se le podrá acusar de poco original, probablemente no sin razón, pero no creo que Israel Nash busque la originalidad, más bien parece homenajear a sus ídolos, incluso la iconografía del disco, y la propia estética de Israel Nash, nos recuerda a esa época a la que evoca. Otro gran disco de este excepcional 2013, y un sobresaliente para Israel Nash, que ha mantenido el nivel, por no decir que lo ha superado.