Hace unos años, nos acercamos a la figura de Justin Townes Earle con su disco Harlem River Blues (2010). Aquel disco lo situaba en la línea de salida de la música norteamericana de raíces, con toques muy claros del country, fundamentalmente. Y es que Justin tenía mimbres. Hijo del reverenciado Steve Earle y ahijado del clásico Townes Van Zandt, ambos de vidas complicadas y muy difusas. Justin Townes presentó con su trabajo de 2010 un tercer disco muy atractivo, que todavía sigo escuchando de vez en cuando. Pero un cierto ‘malditismo’ pareció perseguirle, adicciones y demás iniciadas a muy temprana edad, y se quedó en ese medio camino, aunque reconozco que no llegué a escuchar Nothing’s Gonna Changes The Way You Feel About Me (2012), que no sabemos a quién iría dedicado, pero tremendo título. Así que retomamos la senda de Justin Townes Earle con este su quinto de estudio, el notable Single Mothers (2014), del que hay continuación estos días con Absent Fathers, que vamos a reseñar aquí también. Por cierto, parece que estos discos hacen referencia claramente referencia a una infancia en la que fue criado únicamente por su madre, estando missing Steve Earle, aunque posteriormente ingresaría en su banda (Dukes) para ser expulsado.
Pero vayamos a lo que importa que es su música. En Singles Mothers encontramos un Justin Townes Earle que busca otras sendas, más allá de las líneas del country y el folk más clásico. Por momentos, parece que haya decidido emular a Van Morrison en algunos de sus temas, con esos pequeños y sutiles toques de Soul y otras variaciones, aunque el pedal steel tiene una presencia continua, así como la melancolía que impregna todo el disco, compuesto en su mayor parte por medios tiempos pausados en sus apenas treinta minutos de duración. El inicio es la más country ‘Worried Bout the Weather’, a la que le sigue la más ecléctica ‘Single Mothers’, con la voz de Earle ya quebrándose. Más dinámica es ‘My Baby Drives’, un punto más rockera si se quiere, y regresa al country con ‘Today and a Lonely Night’. Aquí el disco llega a su punto más bajo, la muy lenta ‘Picture in a Drawer’, un tema muy desnudo.
‘Wanna Be a Stranger’ es la mejor canción del disco, la que más le lleva a Van Morrison, una canción sobresaliente, siendo una línea que no abandona en la notable ‘White Gardenias’ y la también más acelerada ‘Time Shows Fools’, otro de nuestros temas favoritos. El final es menos inspirado, la triste ‘It’s Cold in This House’ y la más country ‘Burning Pictures’.
Nos quedamos con ganas de escuchar ya Absent Fathers, que esperemos que siga en esta línea destacada, con esos toques a lo Van Morrison que hemos resaltado y con canciones que tienen un sabor norteamericano.