Si habría que poner ya no cinco discos sino tres de la música popular española, yo no dudaría que Échate un cantecito (1992) sería uno de ellos. Ese disco lo tenía todo, ese disco contaba con diez canciones que rezumaban barrio, alegría y tristeza, cotidianidad…Diez canciones imperecederas. «En un Mercedes blanco», «Lobo López», «Echo de menos», «Joselito»…Clásicos. Era 1992 y Kiko Veneno tenían cuarenta años. Había pasado por todo en la música, del éxito de componer «Volando voy» para Camarón a revolucionar el Flamenco con Raimundo y Rafael Amador con Veneno, adelantándose unos años a lo que vendría. Pero los ochenta no fueron positivos. Le recordamos en La bola de cristal de Lolo Rico en TVE haciendo de Frankenstein, también publicó algunos discos con Veneno y en solitario en esa década, pero Kiko Veneno se quedó en un tercer plano y Santiago Auserón, a punto de dar el paso para convertirse en Juan Perro, le animó a sacar Échate un cantecito. El resto, es Historia. Juan Perro y Kiko Veneno se embarcaron en una gira por teatros titulada Juan Perro y Kiko Veneno vienen dando el cante que en 1993 les llevó a unas cuantas ciudades y en el que les acompañaban Raimundo Amador, Luis Auserón, Edu Nascimento, etc. Yo los vi en el Arriaga de Bilbao, era 1993 y mis recuerdos son vagos pero están presentes.
El siguiente paso de Kiko Veneno era arriesgado, las expectativas eran altas tras una obra tan monumental como Échate un cantecito. Son los años en los que el Flamenco y la Rumba vuelven a tener una presencia más amplia en las radios comerciales, y Kiko Veneno será uno de los artífices. Ya no está Santiago Auserón pero repite la producción de Joe Dworniak y también aporta sus guitarras Raimundo Amador, graba en Londres y el diseño del disco lo hace Javier Mariscal. Kiko Veneno titulará a su disco Está muy bien eso del cariño, verso sacado de «Respeto», y apostará por una combinación de percusiones y vientos con las guitarras de Amador ocupando un lugar destacado. Es un disco sobresaliente, una continuación impecable que no deja tampoco respiro. No tiene los hits de su predecesor, pero tiene algunas canciones que se hicieron populares, pero no le hace falta porque el conjunto es otra de las cimas de la carrera de Kiko Veneno.
Comienza el disco «Lo que me importa eres tú», canción más eléctrica que tiene la base de una rumba aunque se aprecian más influencias, incluso tiene un tono jazzístico en los vientos al comienzo aunque luego se expanden. «Veneno» es muy grande, una canción de tono melancólico con una gran lección de Amador. «Dime A» es la que destacan los vientos y la percusión, más animada y festiva, a la que le sigue la más nostálgica, esa letra, «Estaba lloviendo». La primera cara se cierra con la más acústica «Respeto» donde de nuevo brillan las guitarras de Amador, especialmente en el juego entre la acústica y la eléctrica.
Si la primera cara es una barbaridad, la segunda es todavía superior. Comienza con el que fue el primer single, «Hace calor», pegadiza y adictiva, con esa percusión y su crecimiento a medida que avanza la canción, lo tenía todo para colarse en las canciones de ese verano de 1995. «Viento de poniente» es más ortodoxa, la guitarra flamenca de Amador toma un punto doliente y Kiko canta con fuerza. «Memphis Blues Again», la versión del tema de Bob Dylan a la que Kiko adapta la letra, es otra maravilla, esas guitarras y esa percusión que se adaptan al Blues de Dylan. «La casa cuartel» es una de mis canciones favoritas, aquí adopta un punto más minimalista y acústico, casi de cantautor, una letra emocionante y un punto final más orquestal. Y el cierre es para una de esas rumbas que tan bien sabe hacer Kiko Veneno, «El lince Ramón», otra canción inolvidable.
Está muy bien eso del cariño coincidió con el De akí a Ketama de Ketama y con el debut de Raimundo Amador, Gerundina. Kiko Veneno realizó una nueva obra maestra, señalando el camino para futuros discos del mismo estilo pero nadie podría imitarlo. Desde entonces, no ha parado, saliéndose de los caminos marcados. Sus siguientes apuestas trataron de seguir la misma línea, Punta Paloma (1997) y La familia pollo (2000) no pueden alcanzar la excelencia de sus predecesores. Con Pepe Begines (No me pises que llevo chanclas) publica en 2002 Gira mundial, y regresa con el notable El hombre invisible (2005). En 2007 participa en un súpergrupo con Tomasito, Delinqüentes y Muchachito, que se pueden considerar discípulos suyos, y publicarán bajo el nombre de G-5. Kiko Veneno espaciará sus discos desde entonces, experimentará con nuevos sonidos y su última entrega fue Sombrero roto (2019), aclamado por la crítica. Pero el binomio formado por Échate un cantecito y Está muy bien eso del cariño es tan insuperable que esas veinte canciones de los dos discos son parte de la memoria colectiva de la música popular española. Siempre tapado, Kiko Veneno se convirtió en protagonista.