La cosa no pintaba bien para las voces femeninas del Soul y sus derivados, la verdad. Son los años en los que el mundo de la música está fijando su mirada en el Grunge primero y en el Britpop después. Pero, no nos engañemos, como una tesis que venimos manteniendo desde hace tiempo, allí estaba una minoría, por más que cualquiera pudiese reconocer a Nirvana o cantar ‘Wonderwall’. El Pop mainstream con mayúsculas estaba poniendo las bases para ocupar el lugar del Rock, que se vería totalmente diseminado y perdería su fuerza como movimiento global. En ese contexto, el R&B edulcorado y sobreproducido jugaba una baza total con millones y millones de discos vendidos. Pero desde el R&B y el conjunto de la música negra saldrían un grupo de mujeres que, en primer lugar, elevarían muchísimo el nivel en algunos casos y, en segundo lugar, aspirarían a recoger el testigo de las grandes damas del género. Sus canciones seguían estando ahí, carne de películas (cómo olvidar lo que le hicieron a ‘I Say a Little Prayer’ en La boda de mi mejor amigo), de series de televisión y la publicidad.
La aparición de grupos femeninos como TLC y En Vogue, o de raperas como Missy Elliot, supondrá un importante avance en un mundo claramente masculino. También surgirá una cantante como Mary J. Blige, que no se librará de la ser una secundaria ni siquiera con versión de ‘One’ con U2 muchos años después. Sin embargo, a pesar de su impacto, están más cerca de ser consideradas un ‘one hit wonder’ en la mayoría de los casos. Pero en la segunda mitad de la década de los 90 van a seguir ocurriendo cosas muy interesantes desde el lado femenino de la música negra. El primer gran acontecimiento será el éxito masivo de The Fugees en 1996 con The Score. Era un grupo formado por Lauryn Hill, Wyclef Jean y Pras Michel, que acabaría rápidamente en una lucha de egos desmedidos, a pesar de algún intento de encuentro posterior. Con una propuesta muy Hip Hop, The Fugees conquistaron las listas con temas como ‘Ready or Not’, ‘Fu-Gee-La’ y la gran versión del ‘Killing Me Softly’ que años atrás había popularizado Roberta Flack. Con mucho talento, de allí saldría Lauryn Hill, a la que volveremos posteriormente, y una de nuestras candidatas preferidas a ocupar un puesto en la primera fila de las cantantes del neosoul y el R&B, pero cuya historia también es muy agridulce.
En 1997 también aparecerá otra de las mujeres con más talento de su generación y que va a contar con una carrera muy irregular: Erykah Badu, que debuta con Baduizm. Este será un gran disco, de muchas raíces y con la personalísima voz de Badu como referente, además de contar con temas con ‘On & On’ o ‘Next LifeTime’. Ella compone, produce y toca, y contará con la colaboración de nombres como The Roots en la producción y composición de algunos de sus temas. Desde su estética, la ruptura con las corrientes dominantes del momento es evidente, y se convierte en una de las grandes esperanzas para los amantes de estos estilos:
El R&B sobreproducido sigue campando a sus anchas en esta segunda mitad de los 90, aunque las esperanzas se verán pronto aumentadas con la irrupción de Lauryn Hill y Macy Gray. Pero también aparecerá un grupo femenino que aportará una de las figuras mainstream más importantes desde entonces: Beyoncé Knowles. Destiny’s Child debutan en 1998 y presentan muchas similudes con ciertos aspectos del Soul clásico: un trío femenino, una líder destacada y protagonista y el resto eclipsadas (hermana de Beyoncé incluida), un padre controlador, etc…Sí, la sombra de The Supremes es alargada, y más cuando se estrene la edulcorada película Dreamgirls (2006), basada en la historia de Motown con la propia Beyoncé en un émulo de Diana Ross. Musicalmente, Destiny’s Child parecen en ese momento un grupo más del R&B, pero algo había y ese algo no era otro que la propia Beyoncé.
Pero 1998 alumbra uno de los mejores discos de esa década: The Miseducation of Lauryn Hill. Hill debuta en solitario, como el resto de Fugees, y da un salto que la sitúa como candidata a ocupar el primer lugar en esta carrera. Sobresaliente y lleno de grandísimas canciones, en The Miseducation of Lauryn Hill va desde el Soul al Hip Hop, y lo clava, con su personalísima voz y carisma. No parece que haya nada que pueda con Lauryn, en lo alto con The Fugees y en solitario, lo que despertará una lucha de egos descomunal en su banda matriz, especialmente entre Wyclef Jean y ella.
En 1999 debuta Macy Gray, otra voz muy personal y que se situará más en la línea del neosoul. Gray también será una gran esperanza para este género una vez que en el R&B comienzan a colarse ritmos latinos y que sus grandes nombres se van fagotizando. La caída de Houston y Carey es sintomática, el resto de cantantes y bandas descienden a un segundo plano, mientras que las estrellas emergentes (Hill, Badu, Gray) miran hacia sus raíces y Beyoncé va tomando posiciones desde Destiny’s Child. Pero los siguientes años van a situar a estas mujeres, excepto a Beyoncé, muy lejos del lugar hacia el que parecían destinadas, cuando las tendencias de la música popular van a ir muy muy rápido. Erykah Badu no sacará su segundo disco, Mama’s Gun, hasta 2000 y su carrera será intermitente. Macy Gray pillará velocidad de crucero con dos discazos como The Id (2001) y The Trouble With Being Myself (2003), y luego irá publicando discos pero con mucha menos presencia mediática. Y el caso de Hill, bueno, Lauryn no se casará con nadie y protagonizará una trayectoria errática, problemas con la Ley, vuelta con Fugees, y sólo un disco, el acústico, sobresaliente y rupturista MTV Unplugged No. 2.0 (2002). Desde entonces, esperamos a Lauryn Hill con ganas pero…Estos tres casos ilustran a la perfección ese ‘malditismo’ del que hablamos en el título, pero todavía hay más.
El cambio de siglo parece que es un buen momento para las voces femeninas que beben del Soul, superando la imagen más esterotipada del R&B, con Houston y Carey como ejemplos más ilustrativos de la deriva cuesta abajo de la etiqueta. Y en 2001 una joven de 20 años de gran talento, pianista y compositora, debutará con Songs in A Minor. Se llama Alicia Keys y su tema ‘Fallin’ la pondrá en un mapa del que no se bajará. Keys se une al resto pero su carrera será más sólida y no tendrá ese carácter errático del resto. Aunque la que se llevará la palma es Beyoncé que saldrá en solitario con Crazy in Love (2003), romperá Destiny’s Child (que parecía vivir en crisis continua con cambios de integrantes y luchas de egos), y se situará como la gran figura mainstream de la década de 2000. Dejará de lado el Soul y abrazará todo tipo de estilos, y contribuirá a una cierta banalización del Pop que no la ha abandonado.
Pero las cosas se mueven, aunque no en Estados Unidos. De nuevo hay que mirar a Gran Bretaña, donde una mujer llamada Amy Winehouse debuta con Frank (2003). Cosecha buenas críticas pero…el toque Soul lo protagoniza una joven llamada Joss Stone que con dieciséis años saca un disco de versiones llamado The Soul Sessions. Disco de sabor añejo desde la portada, que remite a la era dorada del Soul, Stone reinterpreta canciones de Aretha Franklin, Carla Thomas, The Isley Brothers, etc., pero también de The White Stripes o Waylong Jennings. Curiosamente, este disco recupera el Soul más clásico, aunque la carrera de Stone también será muy irregular, nada destacada y sólo tendrá mayor visibilidad cuando se una al lamentable experimento de Mick Jagger SuperHeavy, que creo que ni el propio Jagger quiere recordar.
El renacimiento del Soul estaba muy próximo y así llegó con Back to Black (2006), un clásico con mayúsculas en el que Amy Winehouse lanzará el revitalismo del género. Amy será la gran figura y se basará en un elemento como la autenticidad, un aspecto que estará en el eje del debate sobre el neosoul y la deriva de la música negra. Mientras Beyoncé acapara las listas, la crítica se irá rindiendo a nuevos nombres que beberán del pasado y a la aparición de artistas que estaban sepultados en las catacumbas y constituían un territorio underground. De repente, bandas con órganos, metales y coristas nos llevarán al territorio de los 60. Allí surgirán Eli Paperboy Reed, Mayer Hawthorne, Nick Waterhouse o Black Joe Lewis, entre otros. Y grandes talentos que no se habían ganado la vida con la música aparecerán con fuerza, como Sharon Jones y Charles Bradley, con el sello Daptone Records como epicentro de parte de esta nueva escena.
Curiosamente, salvo unas pocas excepciones, la primera línea de este revitalismo será masculina, y será la industria británica, siempre tan atenta, la que intente aprovechar el filón de Amy Winehouse. Primero con una ‘marca blanca’ de esta última como fue Duffy, que pasó con más pena que gloria, y segundo con Adele, que en este caso sí que conseguirá el éxito gracias a su destacada voz y unas canciones que cada vez girarán más hacia el Pop. Saldrán otros nombres, sí, pero éstos no se quedarán muy lejos del éxito masivo. Incluso desde España habrá bandas con cantantes femeninas que traten de seguir esta estela, como las interesantes propuestas The Excitements o The Pepper Pots.
Pero el malditismo de estas voces se verá reflejado en unas carreras erráticas en buena parte de los casos, con fallecimientos (Winehouse, Houston); problemas de salud, personales, financieros y con la justicia; abandonadas por una industria cada vez más superficial; y patinazos artísticos. La influencia del Soul siempre está presente, y aunque propuestas como la del R&B se hayan convertido en otra cosa, aunque el Pop haya asumido ciertas influencias para llevarlas a su terreno, siempre habrá música Soul y maravillosas voces femeninas que nos alegrarán el día, que nos harán mirar con nostalgia por la ventana, que nos transmitirán la mágica sensación de una de las músicas más especiales que existen.