Resulta difícil de medir el éxito paulatino que The Jayhawks fueron cosechando con sus discos Hollywood Townhall (1992) y Tomorrow The Green Grass (1995), considerados el inicio de su trayectoria musical más trascendente. Para muchos la mejor banda desconocida de los noventa o los grandes tapados de la música norteamericana, sería la falta de reconocimiento popular, además de discrepancias en la evolución musical del grupo, lo que condujo a la ruptura de una de las parejas más talentosas de las últimas dos décadas, la compuesta por Mark Olson y Gary Louris, cuando el primero decidió abandonar la formación en 1995. Juntos crearon discos de una exquisita sensibilidad que combinaban la tradición folk con el gusto por las melodías y para muchos supusieron la apertura de una nueva vía en la música tradici0nal norteamericana que, solapada por el éxito de los movimientos predominantes de los noventa (grunge, britpop…), no conquistaría el primer plano hasta los inicios del siglo actual.
The Jayhawks fueron unos adelantados en la revisitación de la música tradicional americana tan extendida actualmente, pero cuando se discierne la influencia de cada uno de los dos compositores principales generalmente queda clara una diferencia: Olson era el folk y Louris el pop. Por si había alguna duda esta premisa se confirmó cuando Olson dejó la formación para grabar junto a su entonces esposa Victoria Williams y Louris quedó en solitario al frente junto al también miembro fundador y batería Marc Perlman, el bajista Tim O´Reagan y la intermitente colaboración de Karen Grotberg a los teclados. Fue entonces cuando la banda ensanchó sus miras y se abrió a influencias que hasta ese momento no habían expresado y, lo que podía haber supuesto una pérdida irresoluble, se tradujo en el inicio de una trilogía liberadora y luminosa compuesta por Sound Of Lies, Smile y Rainy Day Music, cuyo reconocimiento tampoco sería ni mucho menos inmediato, pero eso es otra historia.
Esta etapa se inició en abril de 1997 con la edición del que para muchos, incluído el propio Louris, es el más completo de los tres: Sound Of Lies. Más allá de la dificultad de clasificar discos de tan alta calidad, lo cierto es que con este trabajo la banda consiguió el equilibrio perfecto entre la energía y la emoción. Contiene estribillos tan rockeros como los de Dying on the Vine, Think About It, Sixteen Down o Big Star junto a preciosas joyas de pop oscuro como The Man Who Loved Life, Stick In The Mud o Trouble, todo ello sin relegar el legado folk como en It´s Up Tou You, Bottomless Cup o en la canción que cierra y da nombre al disco. Como se puede comprobar, una obra sin desperdicio.
Más controvertida fue la aparición de Smile tres años después por su acercamiento al pop más evidente que supondría una pérdida de raíces que muchos de sus seguidores no encajaron bien. Lo cierto es que sí supuso su mayor apuesta por el gran público pero el resultado fue igualmente bello. Para esta grabación la formación incorporó a Kraig Johnson y Jen Gunderman manteniendointacta la base rítmica; la batería ganó protagonismo así como los juegos de voces, las programaciones e incluso las orquestaciones en su mayor apuesta por el éxito que tampoco obtendría resultados comerciales. Lo más cerca que estuvieron del gran público fue Ralph Lauren escogió la optimista I´m Gonna Make You Love Me como banda sonora de su campaña publicitaria, pero contiene otras enormes canciones como la tremenda apertura que supone Smile, la emoción incontenible de A Break In The Clouds y Broken Harpoon, el puro rock americano de Life Floats y Pretty Thing o el intensísimo cierre de Baby, Baby, Baby.
Para su siguiente producción reclutaron a un productor de prestigio como Ethan Jones junto al que, en su quinto y último trabajo al abrigo de Def American (la productora fundada por Rick Rubin en la que les introdujo su descubridor George Drakoulias), recuperaron parte del legado tradicional americano para componer el disco más pausado de esta trilogía. De nuevo Louris, Perlman y O´Reagan, junto a prestigiosos músicos de sesión y colaboraciones de postín como Mathew Sweet o Jakob Dylan, presentaban en 2003 un disco de evocador título, Rainy Day Music, cuyo contenido suponía un regreso a los sonidos más acústicos de sus inicios y una apuesta por un pop más intimista y menos contagioso. El resultado de nuevo fue magnífico desde la primera canción: el más puro pop independiente americano de Stumbling Through The Dark o Save For A Rainy Day, pasando por la desnuda interpretación vocal de Louris en All The Right Reasons, el blues y el rock ligero de Eyes Of Sarahjane o One Man´s Problem, el country moderno de Angeline o Come To The River o las interpretaciones de Louris en las erizantes Don´t Let The World Get In Your Way, You Look So Young o la íntima y conmovedora Will I See You In Heaven conformaron un disco plagado de emoción.
La banda de Minneapolis parecía cerrar con este la que podría considerarse una de las carreras más inmaculadas del rock actual. Si con sus dos primeros elepés ya se habían convertido en referencia para muchas bandas emergentes del denominado sonido americana, con los tres aquí referidos terminaban de redondear una carrera con dos protagonistas principales pero con unos secundarios de enorme peso específico, como quedaría demostrado en los posteriores discos en solitario tanto de Mark Olson (que incluso lo traería en formato acústico a Logroño el invierno de 2011 junto a su esposa, la noruega Ingunn Ringvold) como de Gary Louris (a quien el Blac Crow Chris Robinson produjo Vagabonds en 2008), destacables pero sin aproximarse a la excelencia que alcanzaron con The Jayhawks.
En este verano de 2014 los artífices de estos tres discos se han vuelto a reunir con el fin de reivindicarlos con una gira europea aprovechando su reedición y entre sus paradas destacan las cuatro celebradas en España, un país al que habitualmente han tratado muy bien.
Aún quedarían dos intentos por reavivar el espíritu de esta gran banda: uno lo haría Chris Robinson quien, tras producir el debut en solitario de Louris, se propuso y consiguió que de nuevo colaborara con Olson, esta vez como dúo, para grabar Ready For The Flood (2008) con más que aceptables resultados como experimento aislado. El último intento fue en 2011 con un Mockingbird Time que de nuevo reunía a la formación original al completo para presentar un irregular conjunto de canciones entre las que había composiciones destacables aunque sin la personalidad de sus más emblemáticos discos. No parecía quedarles mucha más magia que la contenida en las intemporales obras legadas hasta 2003, una magia que durante años estuvo reservada a los melómanos y a los rastreadores de buena música que tuvieron la habilidad de descubrirlos para que la lenta justicia del boca a boca oreja les hiciera cada vez más grandes.