Tres años después de su aventura norteamericana con el fantástico «Semper Femina», y superados los contratiempos (llámense COVID-19) que impidieron su lanzamiento previsto para abril de este año infausto, el pasado julio ha llegado a nuestras manos el esperado nuevo disco de la princesa del folk británico, un séptimo trabajo en el que Laura Marling opta por un punto más de intimidad en lo sonoro y de ambición en lo temático. Recuperado Ethan Jones para la producción, con quien había colaborado en tres de sus seis discos anteriores, juntos delinean un sonido menos diverso que en sus últimas referencias, que se arrima más a lo acústico pero también introduce coros, piano y arreglos de cuerda (de la mano de Rob Moose) que con acierto y sutileza le aportan cuerpo oportunamente.
En estas diez composiciones propias, excepto una escrita junto a Blake Mills y otras dos junto a George Jephson, la cantautora inglesa muestra una madurez inusitada para sus recién cumplidos treinta años (debutó hace ya doce) y alcanza en conjunto el nivel de sus mejores y más luminosos trabajos. Puntualizando que no tiene hijos y que el vástago a que hace referencia el título (inspirado en la novela de Maya Angelou «Letter To My Daughter») no es más que un vehículo para confesarse más abierta y sinceramente, desde el principio suena tan austera en los arreglos como angelical en su voz. Así abre el disco el empuje acústico de una Alexandra, con la que da réplica a una canción de Leonard Cohen y componen básicamente guitarras, seguida de una Held Down más rítmica y protagonizada por el bajo y los coros, y por la animación folk de Strange Girl. La desnudez y nostalgia acústicas se concentran en la tranquila Only The Strong, en The End Of The Affair, que toma el título de la famosa novela de Graham Greene para emocionar apenas con voz (sobre todo) y guitarra, y una Hope We Meet Again igualmente desnuda aunque vaya ascendiendo paulatina. El piano perfila junto a la voz la emoción que desprende Blow By Blow antes de presentar con discreción las cuerdas en la canción que da título al disco e insistir en las cuerdas a medida que Fortune se desliza sobre la guitarra. El cierre lo pone el sencillo y efectivo homenaje a Paul McCartney que es For You en un conjunto acústico realzado por los coros.
Con parecidos mimbres a otras ocasiones, presentada su dulce y estremecedora voz con el mínimo acompañamiento preciso, regresa a su isla para emocionar como nunca con una mezcolanza de historias propias y ajenas, de relatos en poderoso femenino, que nos vuelven a conquistar sin remedio. Diez canciones deliciosas que te acarician con una convicción y una madurez que producen vértigo en una artista que a su edad cuenta con tan solvente trayectoria y tan despejado porvenir.