Tras tres años de silencio, Lori Meyers publican «Impronta» tras el errático «Cuando el destino nos alcance» (2010). Con este disco, Lori Meyers «cuestionó» parte de su prestigio ganado en discos de pop luminoso como «Cronolánea» (2008) o «Viaje de Estudios» (2004). Con ellos, los granadinos se convirtieron en la mejor promesa del indie español. Sin embargo, su giro hacia sonidos más electrónicos sorprendió en «Cuando el destino nos alcance», aunque contaba con algunos temas destacables y nos demostraron en directo que sabían defenderse pero que muy bien, como pudimos apreciar en Actual 2012.
Puede que Lori Meyers no destaquen en ciertas cuestiones como las letras, o que sean más banales. Sin embargo, si hablamos de pop y hacer canciones que nos diviertan, eso lo tienen muy interiorizado. Por eso teníamos ganas de ver cómo se desenvolvían en este nuevo paso, y nos hemos quedado un poco igual. Afortunadamente, «Impronta» recupera parte de los bríos de sus primeros discos y va dejando en otros momentos su juego con la electrónica. Por otra parte, el disco hace referencia a la ruptura sentimental de su cantante, Noni, y si habéis pasado por eso recientemente, os aconsejamos que no os pongáis «Impronta». En este sentido, hay letras más conseguidas que otras, girando todas en torno al te quiero-no te quiero, te echo de menos-no te echo de menos, y otras escenas cotidianas del desamor, junto con los inevitables reproches y demás. Un valor añadido a «Impronta» es la incorporación a la producción de Ricky Falkner, admirado aquí por ser integrante de Standstill y por producir algunos de los mejores discos de Love Of Lesbian y Sidonie, entre otros. Y su mano, afortunadamente, se nota. Pero también se nota la mano del otro productor, Sebastian Krys, ya presente en el disco anterior, y con un currículum que incluye a Bisbal, Amaia Montero…
Y la cosa no empieza mal, «Planilandia» es la mejor canción del disco, con unas guitarras aceleradas (ese riff yo lo conozco y no me acuerdo), seguida de «El tiempo pasará», con base más pop y electrónica, pero muy atractiva. Vuelven al pop más suyo con «Huracán», pero en «Impronta» pinchamos un poco, aunque la canción tenía potencial y la letra es interesante. El siguiente paso lo dan en «Emborrarcharme», donde se recuperan volviendo al pop guitarrero. Sin embargo, los tres siguientes cortes («Deshielo», «Una señal», «Tengo un plan») nos dejan indiferentes, a pesar de algunos puntos atractivos.
«Zen» vuelve al pop guitarrero, y es una de las mejores canciones del disco, recordándonos los primeros que facturaron Lori Meyers. Pero las bases electrónicas reaparecen en «A-sinte-odio», que también promete más de lo que al final llega a ofrecer. Termina el disco con un canción marca de la casa, «De los nervios», también destacable, y con y lenta y melancólica, a modo de epílogo, «Despedirse».
En fin, este nuevo trabajo de Lori Meyers ha acrecentado un poco nuestras dudas. Por una parte, insistir en ciertas cuestiones electrónicas parece lastrar un poco su sonido. Pero, por otra, es cierto que hay buenas canciones en este disco, y que el inicio es un ejemplo de ello. Seguro que en directo es un disco que se defiende muy bien, y estamos convencidos que ganarán nuevos fans para la causa.