Los Enemigos, ‘Vida Inteligente’

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Los Enemigos siempre han sido difíciles de clasificar; por más que hayan sido coetános de movimientos fundamentales de la historia reciente de la música madrileña y española, la banda formada a mediados de los ochenta en el barrio de Malasaña siempre ha discurrido ajena a las corrientes culturales y comerciales con las que le ha tocado convivir avanzando con paso firme por su original camino lírico y musical. Sus eclécticas referencias les han llevado a reunir una heterogénea comunidad de seguidores que gustan desde el rock urbano hasta el indie a lo largo de sus casi treinta años de carrera que, interrumpida en 2001 con la que parecía su despedida definitiva y tras su exitosa reunión de 2012 inicialmente limitada a una minigira (la Revuelta Enemiga), se ve reanudada con este nuevo trabajo de estudio en el que recuperan con facilidad el pulso y aumentan el apego de sus letras al latido de una calle cuyas dificultades no son ajenas a nadie.

El riff con el que abre el disco la canción ‘Vida Inteligente’ es una demostración de que mantienen intacta la energía de su anterior etapa además de la flema satírica en las letras de Josele Santiago. Su conocida vena stoniana reaparece en ‘Gurú’ así como sus inconfundibles señas melódicas en la crítica ‘Firme aquí’ antes de que Josele recupere su tono de voz característico en ‘Santos inocentes’, cuya guitarra les vuelve a emparentar con los Siniestro Total. En ‘Estrella fugaz’ recurren a un blues sedoso para dar cuerpo a su único ejercicio de lírica amorosa antes de que la reconocible carga eléctrica enemiga los arrime a  Rosendo en ‘Café con sal’.

El bajo de Fino Oyonarte guía la ironía triste de ‘Mare Nostrum’ mientras que la guitarra eléctrica dibuja el clásico rock duro en una ‘Aflicción’ cerrada con un brillante solo. Golpea seca la letra en la ligera melodía de ‘Hombre que calla’ antes de que Oyonarte tome el micrófono para dar voz a la «extrarradial» crítica de ‘Ciudad Satélite’. Llega la calma al son de ‘Perra Tuerta’, apenas guitarra y voz para su críptica y sonora letra que da paso al himno vocacional del disco: ‘Cementerio de elefantes’ cuenta batallas llenas de rabia y orgullo (el sarcasmo viene de serie). El cierre llega de la mano de las enlazadas ‘Cuatro cuentos’ y ‘No es igual’ donde la hermosa sencillez de la primera tiene su continuidad en el enredo inconcluso de la segunda.

Un regreso más que destacable el de Los Enemigos a los que, lejos de afectar el paréntesis de los últimos años, más bien parecen haberlo obviado para continuar su carrera al nivel de cuando la dejaron. Destacadas y necesarias estas nuevas canciones autoproducidas por la veterana banda madrileña en un ‘Vida Inteligente’ con el que han recuperado su plaza de privilegio en el rock nacional sin ceder un ápice de originalidad ni de independencia.

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