Aunque no demasiado, a veces también dedicamos espacio en este blog a lo que suele denominarse como «otras músicas» o géneros distintos de los más populares. Recuerdo haber escrito alguna entrada sobre discos más o menos conceptuales además de sobre otros con tintes étnicos o simplemente instrumentales que transitan por vías menos habituales y cuyo alcance en principio puede parecer más limitado.
En los últimos años han ido ganando espacio en los medios varios artistas unificados bajo el epígrafe de «neoclásicos» o «clásicos modernos», provenientes en su mayoría del mundo clásico, y que han ido condimentando esas bases con otros elementos contemporáneos como el minimalismo, la electrónica o el propio rock. El hecho de que miembros destacados de bandas como Radiohead, The National o Arcade Fire hayan grabado este tipo de discos o importantes bandas sonoras, ha contribuido sin duda a aumentar su visibilidad, pero hay otros muchos intérpretes con menos resonancia que son los que realmente han desarrollado este género hasta perfilarlo. Sin olvidar a los pioneros de la música New Age de las décadas finales del XX u otros apellidos ilustres más contemporáneos como Einaudi, Leao o Tiersen, son artistas mayoritariamente jóvenes los que han protagonizado sus últimos impulsos.
Hasta donde yo conozco, nombres como Max Richter, Nils Frahm, Olafur Arnalds, Joep Beving o el desaparecido Johann Johansson están entre sus principales representantes, y he de afirmar que, cada uno en su estilo, han hecho auténticas maravillas.
Otro artista pop al que no le es ajeno este género (si así se le puede denominar) es Sufjan Stevens, que ya grabó en esta onda «Planetarium» con otros músicos destacados y que junto a su padrastro Lowell Brams acaba de lanzar un trabajo muy especial, de tinte electrónico, para el que señalan como referencia la música New Age y en el que también resuenan artistas como Enya, Vangelis o Jean-Michel Jarre. Estructurado en numerosas piezas, no es recomendable para quien espere escuchar otra vez el banjo ni la parafernalia orquestal del bueno de Sufjan, así como su voz melosa, pero sí contiene una buena ración de experimentación sonora e instrumentación sintética para crear algunas atmósferas principalmente relajadas y otras en las que se hace un hueco la emoción. Acompañado por habituales colaboradores del de Michigan como James Mcallister o Thomas Bartlett, el resultado es algo irregular, pero también agradable como compañía tranquila.
Con más experiencia en la música ambiental y con una de las más prestigiosas carreras como productor, Brian Eno se acompaña en esta ocasión de su hermano Roger Eno (y viceversa) para entregar su primer trabajo juntos desde que en 1985 grabaran la banda sonora del documental «Apollo» en compañía del también renombrado productor Daniel Lanois. Los pasos del mayor (Brian) son fáciles de seguir, miembro de Roxy Music hasta 1973 cuando iniciaría su carrera en solitario, algunas veces trabajando para grandes músicos y otras en solitario con proyectos más experimentales y ambientales. Por su parte Roger es conocido sobre todo por sus trabajos como pianista y compositor de bandas sonoras y discos de música del mismo cariz.
Extrañamente no habían grabado juntos en los útlimos treintaycinco años, aunque este cedé incluye composiciones de Roger en las que ambos vienen trabajando desde el 2005. Interpretado en solitario por Roger al piano y demás teclados, Brian se encarga de las programaciones y la producción y su escucha es más que agradable, en la línea de la serie «Ambient» con la que este último dio nombre a esa música que no requiere de una especial atención sino cuya función es la de acompañar y conformar la atmósfera mientras desarrollamos otra actividad. En esta ocasión con un tinte ligeramente más clásico que en los discos de la mencionada serie, sigue resultando un trabajo discreto, colateral si se quiere, pero eficiente.
En suma dos discos similares, de autores de muy diferentes generaciones, que bien podrían asimilarse a ese amplio (sub)género denominado neoclásica. Dos muestras útiles y para nada paradigmáticas que, en vista de que han coincidido sus lanzamientos en estas últimas semanas, aprovecho para explayarme sobre la actual riqueza de esta con estos dos trabajos calmados (mucho) y sugerentes que dan una idea de lo que pueden aportar otras posibilidades musicales.