Ya un veterano de la escena rock estadounidense, ex-líder de Screaming Trees y poseedor de un amplísimo bagaje en proyectos ajenos, propios y compartidos, Lanegan siempre ha demostrado un excelente gusto e inteligencia para escoger compañeros de viaje. Su carrera en solitario, de la que presenta su décima referencia, es solo una parte del conjunto de su producción y en ella ha alternado diferentes estilos con dispar fortuna, siempre caracterizados por su voz aguardentosa, protagonista inevitable de su música, y un tono decadente y lúgubre tanto en su sonido como en sus letras.
Tras un desvío por la electrónica en sus dos anteriores trabajos, parece reorientarse hacia un rock igualmente moderno pero con una estructura más clásica de banda, algo más parecido al estupendo ‘Bubblegum’ de 2004. De nuevo se presenta como Mark Lanegan Band, para lo que cuenta con diferentes y prestigiosos colaboradores entre los que merecen especial mención por su importante papel, tanto en la grabación como en la composición, el ya habitual Alain Johannes (Queens of The Stone Age, Them Crooked Vultures) y la destacable incorporación del guitarrista Rob Marshall (Exit Calm), que participa en los mejores momentos del disco. Además de estos también recupera esporádicamente a otros habituales de sus grabaciones como Josh Homme (QOTSA), Greg Dulli (The Afghan Whigs) o Duke Garwood.
El inicio ya marca las pautas; bajo como directriz y voz protagonista en la oscura Deaths Head Tatoo, seguida de la más electrónica y desesperada Nocturne y la solemnidad de los teclados que conducen Blue Blue Sea. A continuación Beehive sube el listón y se endurece en lo que parece destinado a ser el hit del disco. Sister es tranquila y algo monocorde antes de retomar las guitarras y el ritmo en Emperor y dar paso a Good Bye To Beauty, balada en la que ronda el sonido acústico. El cierre del disco no está nada mal, con las excelentes guitarras (Rob Marshall una vez más) y la programación rítmica de la cañera Drunk On Destruction, la bella First Day Of Winter y el cierre con Old Swan, de potente base rítmica y ascendente guitarreo acompañando la perorata de Lanegan.
Gran trabajo el del imponente músico estadounidense que remonta con respecto a sus dos últimos discos y se puede colocar a la altura de sus mejores trabajos en solitario. Densidad y profundidad rock sin salirse del guión pero moviéndose con enorme acierto en un terreno que domina a la perfección.
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