Memorias de Neil Young. El sueño de un hippie, de Neil Young. Editorial Malpaso, 2014.
Y llegó la traducción al castellano de las esperadísimas memorias de Neil Young, uno de nuestros deseos para este 2014. Vaya por delante, Neil Young para el que esto escribe es sagrado, es uno de mis músicos favoritos y que me acompaña con sus numerosísimos discos, unos mejores y otros menos acertados, y con una grandísima colección de canciones que son clásicos y que han marcado parte del rock en sus diferentes vertientes. Además, Neil Young es un hombre que transmite, que goza de un prestigio y de una credibilidad que pocos tienen en esta industria musical. También es una persona sumida en numerosas causas positivas, aunque no deja de tener cierto lado oscuro que se intuye o que otras veces aparece en forma de un carácter huraño.
Por lo tanto, sus memorias prometían mucho, y tienen aspectos muy destacados, pero también responden a la personalidad de Neil Young. A lo largo de sus páginas, tienes la impresión de que Neil necesita varias vidas para hacer todo lo que se propone. Y es que Neil Young también es caótico, salta de una cosa a otra, publica discos con bajo control de calidad, y sigue adelante. Parece que le gusta más hacer las cosas que verlas finalizadas. El libro responde a este esquema, salta de una cosa otra, escribe lo que piensa, sus recuerdos, sus obsesiones, etc., y luego regresa sobre ellas. No nos olvidemos, son unas memorias, ni es una biografía ni una autobiografía.
Hay partes en el libro muy logradas, especialmente las que hacen referencia a los recuerdos de su infancia, de sus inicios en la música, y el recuerdo de amigos y compañeros que le han dejado marcado. Emotivos también son los pasajes dedicados a su familia, a su mujer Pegi Young, y a su hijo Ben, aquejado de parálisis cerebral. A lo largo de sus memorias también hay espacio para Buffalo Springfield, Crosby, Still and Nash, y Crazy Horse. Pasa muy de puntillas por los excesos de los 60 y 70, aunque reconoce haber dejado de beber y fumar marihuana. Y también hay lugar para esbozar leves disculpas por su carácter, que en bastane momentos le ha podido jugar malas pasadas con colaboradores y compañeros.
Profundiza en varias de sus obsesiones, ante las que no puedes dejar de esbozar una especie de sonrisa, ya que están vinculadas a sus estatus. El mismo se define en varios pasajes como un materialista, y lo demuestra con su colección de cohes, con la posesión de casas y con su pasión por los trenes en miniatura. Todo ello es legítimo, obviamente. Y no hay que dejar de citar dos de sus esfuerzos más importantes: la investigación en un coche menos contaminante y la creación del Pono, un sistema de reproducción y de descarga de música que mantiene la calidad del sonido de grabación, a diferencia de formatos como el CD, el MP3, etc. Parte del libro están dedicados a estas cuestiones, lo que en ciertos momentos le otorgan al bueno de Neil como un sentido «de misión».
«El sueño de un hippie» se deja leer, es un libro muy recomendable para los fans de Young, pero que seguramente dejará indiferentes al resto. Transmite lo que es Neil Young: hiperactivo pero disperso, comprometido pero capaz de aprovechar las ventajas de su posición. No podemos esperar ninguna revelación, no las hay. Pero lo que sí que hay es un hombre, un artista, comprometido al 200% con su obra y con sus misiones, que son muchas.