Han pasado más de tres años desde que Natalie Prass nos convenciese con su primer disco, el delicado Natalie Prass, producido por Matthew E. White y Trey Pollard en Spacebomb. Prass tenía estilo y personalidad, una gran voz que conquistaba con canciones como «My Baby Don’t Understand Me». Mucho tiempo de silencio para una Natalie Prass que regresaba hace unos meses con nuevo disco de título ya significativo, The Future and the Past. Y es que, como tantos otros, Prass ha decidido dar un giro en su dirección musical para hacer una mezcla en la que caben sonidos Pop de los ochenta, bases electrónicas un tanto disipadas, miradas hacia el R&B contemporáneos y reminiscencias de su primer trabajo. Todo ello bajo la producción de nuevo de White. El resultado es un tanto irregular, no sabes a qué carta quedarte, algunas canciones funcionan muy bien, otras no tanto, pero siempre con esa voz tan especial de Natalie Prass. Ciertamente, el disco te deja un poco descolocado por momentos, pero varios temas ganan con las escuchas.
El comienzo es para el Pop muy ochentero de «Oh My», con unas guitarras en las que la huella de Prince está presente a través de un toque Punk, y en la que ella cambia su forma de cantar con respecto a su primer trabajo. Mantiene un elevado nivel apostando por el Pop en «Short Court Style», que incluso nos remite a su debut en cierto sentido, pero con un tono más festivo. «Your Fire» es un brevísimo interludio de cuerdas, como de recuerdo, que da paso a «The Fire», un tema que sigue teniendo un matiz muy de los ochenta del siglo pasado, siendo un medio tiempo ascendente. Pero en «Hot For the Mountain» mezcla diferentes estilos y no acaba de funcionar del todo, basando todo en su forma de cantar. En «Lost», por su parte, se abona a un sonido más vinculado a su primer trabajo, con una presencia más destacada de las cuerdas.
La segunda parte del disco comienza con «Sisters», sonidos más electrónicos, aunque derivándose hacia el R&B más contemporáneo, un tema en el que el piano le da un toque Jazz, pero se queda un tanto a medias a pesar de ganar con las escuchas. No deja esa dirección en «Never Too Late», un tema bonito con algunas bases electrónicas que no acaban de cuadrar del todo. Y aquí comienza la parte más floja del disco, primero con «Ship Go Down», de nuevo mezclando sonidos de su primer disco, R&B contemporáneo y un toque jazzístico, pero que no funciona muy bien. Lo mismo ocurre en «Nothing to Say» que se queda muy a medias. En «Far From You» retoma los sonidos más clásicos para una balada más desnuda, su voz y el piano junto con algún apoyo de las cuerdas, mientras que el cierre es para «Ain’t Nobody», tema que retoma al sonido del comienzo del disco, incluso más intensificados los ritmos funkies, pero que no alcanza las cotas del primer tercio del disco.
Se nota que Natalie Prass está buscando su dirección y que por momentos lo hace de forma desacomplejada y, en otros, más forzada. Matthew E. White también parece buscar una dirección en su producción que, en ocasiones, queda un tanto abigarrada. Hay algunos aciertos, canciones que están muy bien, pero en su conjunto, lo que decíamos, un disco de búsqueda de estilo.