Neil Young entrega su trigésimo quinto disco de estudio y lo hace junto a Crazy Horse, su banda más paradigmática, con la que facturó buena parte de su discografía. De nuevo con Frank «Poncho» Sampedro a la guitarra, con Billy Talbot al bajo y Ralph Molina a la batería, Young entregó el mediocre divertimento de «Americana» hace unos meses. Un disco de versiones que soprendió por el bajo control de calidad, como apuntaba en su momento Diego A. Manrique. A la vez que aparecía este disco, se señalaba que estaban preparando material nuevo. Y no ha habido que esperar mucho tiempo. «Psychedelic Pill» nos muestra el sonido característico de Neil Young & Crazy Horse, con esas guitarras expansivas que sirven de marco de referencia. Pero este disco no pasará a la Historia en la extensísima discografía de Neil Young. No es un mal disco, al contrario, tiene momentos muy interesantes, y seguro que a muchos fanáticos del canadiense les entusiasmará. En este blog nos consideramos muy fanáticos de Neil Young, pero no nos vamos a dejar llevar por la pasión. Recogiendo las temáticas habituales de los últimos tiempos de la obra de Young, especialmente reivindicativas, comienza con la larguísima «Driftin’ Back», más de 27 minutos de duración, con todos los elementos reseñables de la obra de Young con Crazy Horse, pero que acaba siendo demasiado extensa, como una jam session que no acaba jamás. Hay momentos en los que literalmente te olvidas de la canción.
Le sigue la más rockera «Psychedelic Pill», que nos hace añorar el magnífico «Ragged Glory» (1990). Por un momento, es una vuelta a su pasado más contundente. «Ramada Inn» también se va de duración, casi 17 minutos, en otro momento de jam improvisada. Es un medio tiempo marca de la casa, pero no se hace tan pesada como «Driftin’ Back», y no sólo por el tiempo de duración. «Born in Ontario» es un homenaje de Neil a su origen canadiense, y es uno de los cortes más agradables del disco, divertido y juguetón.
«Twisted Road» es otro medio tiempo clásico, que no acaba de romper. Mejora la cosa con «She´s Always Dancing», que con sus más de 8 minutos no puede ni soñar con competir con los otros ejemplos. Y llega el momento más flojo del disco con «For The Love Of Man», una canción lenta y sin alma. Pero Neil no nos podía dejar sin otro estenso tema, «canción río» las llaman, como es «Walk Like a Giant», más de 16 minutos, un corte en el que destaca la distorsión, como queriéndonos decir que están aquí para dar guerra.
A pesar de los errores del disco, y de una cierta irregularidad, siempre es bueno tener un nuevo disco de Neil Young, y si es con Crazy Horse casi que mejor. Sus guitarras y melodías siguen siendo una inspiración, y más en estos momentos. Os dejamos con «Psychedelic Pill»: