Segunda entrega de las memorias de Neil Young, en una edición brillante y cuidada por Malpaso. Tenía mucho miedo a este libro, y estuve a punto de no comprarlo, casi estaba convencido, pero cuando lo tuve delante no hubo manera de no pillarlo…Tenía miedo porque Young centraba el libro en su afición por los coches, cosa que a mí me es bastante indiferente; también porque su primer volume, Memorias de un hippie, no me había parecido tampoco nada de otro jueves, aceptando que Young no tiene la capacidad de Dylan, como diría Diego Manrique; había devorado entusiasmado, y horrorizado, la tremenda biografía del amigo Neil que era Shakey de Jimmy McDonough; y venía de leer emocionado Open, las brillantes memorias de Andre Agassi bajo la tutela de J.R. Moeringher. Bajo estas premisas, Special Deluxe me daba miedo y Special Deluxe, efectivamente, es un libro que es puro Neil Young pero que es flojo. Te tienen que gustar mucho los coches para disfrutar de un libro como este porque durante la mayor parte del mismo Young revisa todos los coches que ha tenido en su vida, y son muchas decenas, a los que acompaña con unos dibujos propios que son maravillosos, pero que acabas ya reventado de tanto coche clásico norteamericano, sus prestaciones, sus consumos, y todo lo demás. El truco consiste en intentar contextualizar dichos coches en su trayectoria particular, con sus discos y su devenir vital, pero en lo que Memorias de un hippie lograba encontrar un cierto hilo argumental, aquí queda deslabazado e inconexo. Es puro Young en ese sentido, cosas que parece ir cogiendo y dejando, ideas que le vienen y que desaparecen, recuerdos que quedan anclados y que, en algunos momentos, pides algo más. Y es que es difícil también porque entre su primer volumen de memorias y la obra de McDonough, no parece quedar mucha información que aportar, aunque deduces que sí, que la personalidad de Young es demasiado compleja para que en numerosos momentos todo de la sensación de una ingenuidad que puede ser calculada, o no, la verdad es que no lo sé, pero si me tengo que regir por lo leído en estos tres libros, me quedo con la primera opción.
A lo largo de todo el libro, Young se sirve de su desmedida afición por los coches clásicos, impresionantes, para construir una metáfora del ‘sueño americano’ como él señala en alguna ocasión. Y es que pocas cosas simbolizan de forma más explícita el mismo que la industria del automóvil que tuvo su epicentro en la ahora arruinada Detroit. Coches grandes, potentes, ostentosos de las décadas de los 40 a los 60, y contaminantes, muy contaminantes, y aquí sí que agradecemos la sinceridad del amigo Neil cuando se ‘cae del caballo’ y abraza el lado contrario, dedicando una gran cantidad de energías y recursos a nuevas formas alternativas de alimentación de los vehículos que puedan sustituir al petróleo. Es en la parte final donde, a diferencia de algunas críticas que he leído, encuentro aspectos más estimulantes, como su viaje en coche eléctrico cruzando Estados Unidos y Canadá en el Lincvolt, que es un Lincoln Continental reconvertido y, aunque no es que su prosa sea de Premio Nobel, sí que algo queda. Recordemos que a este coche le dedicó su disco de 2009 Fork in the Road:
No le vamos a negar mérito a la cruzada de Young, que compartimos, ni tampoco podemos entrar a valorar esa afición desmedida por los coches y un coleccionismo en el que ha debido dejar mucho de lo que ha ganado, como señala cuando tiene que prescindir de parte de su enorme colección en 2010. La vida de Neil discurre en torno a su capricho, como él lo señala, y esos coches, muchos de ellos adquiridos cuando eran prácticamente chatarra o estaban en estado lamentable, le sirven de referencia. Aunque de nuevo nos encontramos con recuerdos de su niñez y juventud en Canadá, no llegan a la altura de su primer volumen de memorias, repitiendo escenas y pasajes. Y también, como no podía ser de otra manera, aparece el Pono, su reproductor digital de alta calidad, y al final del libro se menciona en varias ocasiones a Daryl Hannah, como activista medioambiental. Como ya sabemos, hace unos meses Neil rompió su matrimonio con Pegi Young tras casi cuatro décadas de relación por la actriz, una de las grandes sorpresas en el mundo de Young de estos años y la persona que, probablemente, mejor haya sabido llevar el carácter de Young.
En fin, que Special Deluxe convencerá a los muy fans de Young y que sean aficionados a los coches. A mí me ha costado mucho acabarlo, la verdad. Eso sí, siempre es una gozada recuperar los discos de Young, los buenos e incluso los regulares, porque el bueno de Neil es un talento, aunque ya hemos comentado alguna vez que no, que no podríamos con él, que su carácter y su forma de ser deben ser muy destructivas como se señalaba en Shakey. Dejamos los coches a un lado y nos quedamos con su música, que es de la mejor.