Palacio de los Deportes de La Rioja (Logroño, La Rioja), 3 de enero de 2019, Actual 2019
Había una sensación de nostalgia en nuestras mentes ante la llegada de Vetusta Morla por tercera vez a Actual y es que han pasado diez años desde su primera actuación, cuando eran una promesa emergente y sus integrantes salían a vender sus discos en el puesto de merchandising. Aquella misma noche de 2009 ya se puedo ver el potencial de la banda madrileña, defendiendo el sobresaliente Un día en el mundo (2008) que ha sido confirmado en la década siguiente, cumpliendo dos de trayectoria, sembrando los mimbres en la primera. Vetusta Morla también protagonizaron el multitudinario concierto de 2015 de Actual en la Plaza de Toros de Logroño, presentando La deriva (2014), en otra noche tan fría como la de ayer. Decíamos que había nostalgia porque parece mentira cómo pasa el tiempo pero también mucha expectación para un Palacio de los Deportes lleno. Tocaba el turno de defender Mismo sitio, distinto lugar (2017), que sonó prácticamente entero, sólo se quedaron fuera «Mismo sitio, distinto lugar» y «Punto sin retorno». Antes de la salida de Vetusta Morla actuaron Beware y el Pop de Carlos Sadness, que contaba con no pocos y pocas fans entre el público. Pero la mayoría iban a ver a Vetusta Morla que desplegaron un concierto impecable de veinte canciones en casi dos horas que fueron un no parar. Con Pucho, carismático y dinámico como siempre, las guitarras y más de Guillermo Galván y Juan Manuel Latorre, el bajo de Álvaro B. Baglietto, la imponente batería de David García «el Indio» y las percusiones y programaciones de Jorge González, Vetusta Morla desplegaron un concierto épico, intenso y muy electrónico pero sin perder su esencia y esa misma sensación que nos dejaron hace diez años.
Comenzaron con tres temas de su último disco, la ambiental y ascendente «Deséame suerte», que ya empezó a ser coreada por el público lo que sería una tónica del concierto, la fantástica «El discurso del Rey» y la adictiva «Palmeras en La Mancha», una de nuestras favoritas. Se fueron hacia la La deriva con la soberbia y celebradísima «Golpe maestro», aquello era un no parar aunque decidieron poner un poco de freno con «Maldita dulzura» de Mapas (2011), aunque era un espejismo porque la emoción y la intensidad seguiría con «Cuarteles de invierno» (La deriva) y uno de los momentos de la noche, «Copenhage» de su debut, uno de sus temas más conocidos y en ese momento era imposible no volver la vista atrás y recordar ese mismo momento en 2009. Con el concierto por todo lo alto en ese momento siguieron con «Fuego» y regresaron a su último disco con la intensa «Guerra Civil», la más electrónica «La vieja escuela» y «23 de junio», un vals que sirvió de nuevo para poner una pausa que sería rota por «La deriva» y «Mapas». Tocaba ir cerrando la primera parte del concierto con las revisitaciones de «Sálvese quien pueda» y «Valiente», con buena parte del público en la grada ya puesto en pie que dieron lugar a una desatada «Fiesta mayor».
No tardaron mucho en regresar para un breve bis de tres canciones que comenzaron con la épica «Consejo de sabios» de su último trabajo y que finalizaron con «El hombre del saco» de Mapas (2011), otra de las favoritas del público y con la no menos valorada y emocionante «Los días raros» del mismo disco, con un estribillo coreadísimo. Un final de lujo sin duda alguna.
No se puede entender lo que ha ocurrido en el Pop Rock español en la última década sin tener en cuenta a Vetusta Morla, pero la banda siempre se ha mantenido fiel a sí misma y han seguido en una línea coherente. Sí, ahora son más grandes, su puesta en escena es más ambiciosa y como músicos también han crecido, aunque ya estaban muy curtidos cuando empezaron a tener notoriedad, pero lo que decíamos al comienzo, nos queda la misma sensación que hace diez años, estar viendo a seis tipos que se lo están pasando muy bien en el escenario y que lo transmiten a través de grandes canciones. Aunque nos fuimos con la sensación de la nostalgia por los diez años pasados, ese sentimiento era claramente superado por haber disfrutado de un gran concierto.