Aunque habitual en discos colaborativos y bandas sonoras o compilaciones, difícil de seguir su pista en ocasiones, tampoco es fácil escoger entre las cuatro referencias (incluida esta) que ha publicado en solitario desde su debut en 2007 con el fantástico «Eulogy For Evolution». Privilegiado intérprete y compositor y ariete de la actual corriente musical neoclásica junto a otros como Nils Frahm, Max Richter o el desaparecido Johan Johansson, aventajado alumno de la escuela post-rockera islandesa que abanderaran Sigur Ros (en cuyas giras se inició como telonero), presenta un nuevo trabajo en el que prima lo orquestal y orgánico, con discretos y enriquecedores aderezos de programación, y estructurado con la sencillez y accesibilidad del pop. Miembro de bandas de hardcore y metal en sus no tan lejanos inicios, no sería hasta el debut antes mencionado que afianzaría su camino a través de los arreglos de piano y cuerdas junto a una desarrollada querencia por la electrónica (en paralelo participa en el proyecto tecno-minimal Kiasmos) sin renunciar a esporádicos escarceos rockeros que en este último trabajo apenas se perciben.
Así parte este viaje sonoro desde la calma solitaria de un piano que suavemente va creciendo sobre emocionantes teclados, cuerdas y percusiones en la joya homónima de Re:Member. A continuación se acompaña del cantante británico Sohn para introducir voces en Unfold, otra maravilla con mayor componente electrónico a la que también añade sección de vientos. Ecos de Nyman se dejan entrever en el piano protagonista de Saman antes de los aislados arreglos orquestales de Brot. Mayor complejidad se puede apreciar en Inconsist, bella recreación ambiental que combina con destreza orquesta y tecnología, al igual que la delicada They Sink lo hace con los teclados electrónicos y el cuarteto de cuerda. Ypsilon es un ejercicio mayoritariamente electrónico y la ambiental Partial también aunque con una base leve de la sección de cuerda. Apenas un piano en Momentary da paso a la exitosa combinación electro-orquestal de Undir, marcada por una rítmica cálida, y al también fluido ritmo marcado por las cuerdas y la programación en la bella Ekki Hugsa. El círculo se cierra de nuevo en la calma del piano de Nyepi.
Otra brillante y delicada demostración creativa del talento islandés con la que se constituye como uno de los más amenos compositores neoclásicos de la actualidad. Inteligente creador de placenteras atmósferas emocionales vuelve a transportarnos desde sus frías tierras, y con una hábil combinación de tecnología y clasicismo, a un extraño y acogedor territorio en el que no queda más que dejarse llevar para a buen seguro alcanzar el disfrute.