Después de sus cuatro primeros discos, en los que habían afianzado su sonido y profundizado en la tradición musical del suroeste de los Estados Unidos y la frontera mejicana, el dúo formado en 1996 por la escindida sección rítmica de Giant Sand encaró un giro en su propuesta y decidió enfocar el futuro inmediato desde una perspectiva menos ambiental, empuñando con fuerza las guitarras para grabar sus canciones más rockeras. Hablamos de hace quince años, cuando ya habían conquistado a los aficionados a la música independiente especialmente con ‘Feast of Wire’ y habían popularizado varias canciones gracias a bandas sonoras de películas y comerciales.
Con un grado mayor de componente reivindicativo, presente en todas sus grabaciones anteriores y en esta ocasión aún más debido a la reciente Guerra de Irak, la banda liderada por Joey Burns y John Convertino se apoyó en el músico y productor JD Foster (Richmond Fontaine, Vinicio Capossela) para fortalecer su sonido y presentarlo con una estructura más usual de once cortes convencionales, todos ellos en la voz de Burns pero con la irrenunciable y depurada fusión de sonidos latinos, western, surf… que conforman su sello, al que añadirían un punto de contundencia eléctrica. De este modo registraron en el ecuador de su carrera un disco enorme con algunos de los temas que todavía, quince años y cuatro discos más tarde, se mantienen entre lo mejor de su producción, y descubrieron una senda más asimilada al pop-rock que en adelante no abandonarían.
El disco lo inician las cuidadas guitarras de Cruel, melódica e inquietante y realzada con trompetas y cuerdas, una apertura de lo más consistente, para a continuación relajarse con la querencia vaquera de la delicada Yours and Mine, a la que el chelo aporta profundidad. Mas ligera y rítmica, Bisbee Blue se aproxima al folk-pop e incluye unos emocionantes arreglos de cuerda, y en Panic Open String contrasta el estribillo potente con el suave desarrollo, también muy lograda. Más eléctrica y energizante, Letter to Bowie Knife se aproxima al folk-rock con más descaro antes de entregar una sugerente ración latin, en compañía de Amparo Sánchez (Amparanoia), habitual en sus directos, con Roka (Danza de la muerte). Lucky Dime es una pieza cálida con unos teclados, guitarras y coros muy soul, y Smash suena más densa en la sutil atmósfera que crea la pedal steel y unos teclados intensos. Deep Down es un temazo de rock emocionante y pesado, con una rompedora distorsión que se va agudizando, que da paso a una pieza minimalista, atmosférica y en francés como Nom de Plume, antes de finalizar con la brillantez de All Systems Red, de desarrollo suave y culminación desgarradora.
En relacion a cuál es el mejor disco de estudio de la banda de Tucson supongo que habrá variadas opiniones, pero no pueden faltar las que coincidan en afirmar que se trata de ‘Garden Ruin’, un trabajo singular en su discografía, que sorprendió en su momento por su apuesta renovadora, pero que con el tiempo se ha descubierto como origen de las miras y el holgado camino que hasta hoy no ha dejado de dar suculentos frutos. En este año en que Calexico cumplen veinticinco de carrera, nada mejor que celebrarlo con un recuerdo para uno de sus discos más inspirados.