Desde que abandonara Madredeus en 1994 para dedicarse a su carrera en solitario, el lisboeta Rodrigo Leao no ha parado de dar alegrías en su particular avance por las vías del neoclasicismo musical que él contribuyó a dimensionar como el que más. Además de prolífico es variado en su producción y en los últimos años ha publicado trabajos tanto en forma de bandas sonoras («Os portugueses» en 2018) como de colaboraciones («Life Is Long» junto al cantautor australiano Scott Matthew en 2016) además del más electrónico «A vida secreta das máquinas» y la suprema grabación acompañado por la Orquesta & Coro Gulbenkian «O retiro» (ambos en 2015), y siempre es un alegrón descubrir que continúa produciendo al mismo ritmo y tiene material nuevo.
En esta ocasión luce sus habituales herramientas clásicas, bellísimos arreglos minimalistas y voces como las del coro juvenil AMAC además de otras colaboraciones de nivel, como las de Casper Clausen (cantante de la banda post-rock danesa Efterklang) o del maravilloso pianista italiano Federico Albanese junto con otras que ya habían participado en discos anteriores, todo ello con una más apreciable pátina de electrónica y discretos ingredientes pop.
Adornado con los dibujos del propio Leao, entre las canciones de «O Método» las hay con mayor aportación sintética, pero todas conservan la belleza tradicional y la conocida melancolía dulce de sus composiciones. Así en Ideia 1 apenas se hacen notar el clarinete y el piano junto a los arreglos de cuerdas, una emoción contenida que prosigue con timidez en la maravillosa A Bailarina (cantada por Sofia, hija del autor y la música brasileña Ana Carolina, en un idioma inventado para la ocasión) y en la acogedora sencillez de O Método. En The Boy Inside, cantada en inglés por Clausen y arreglada con cánones de banda, retoma un sonido más popular antes de Transporte y Red Poem (cantada por otra vieja colaboradora como Ángela Silva) que junto a la evocadora Loutolim muestran su faceta más ambiental. Luego retoma su cara pop con la preciosa y sugerente O Cigarro, cantada en ruso por la violinista Viviena Tupikova, y una Dresden que aúna electrónica con clasicismo en una suerte de pop de cámara o una Lula Mistério que acompaña el piano de guitarra y más electrónica. Por último destaca el piano liviano de la bella O Convite y su emoción en ascenso, antes de cerrar con las voces e instrumentación abstractas de Parte 1.
Otra maravilla la que entrega el artista portugués, otro frágil cofre cargado de sensibilidad además de unas sabiduría y generosidad que nos descubren con sus colaboraciones a artistas más que interesantes junto a los que, moderadamente, amplía su paleta de sonidos sin apearse de la excelencia. Una gozada más de un autor que no deja de dar alegrías sea en el formato que sea.