Shakey. La biografía de Neil Young, de Jimmy McDonough, Editorial Contra
¿Sabes cuándo tienes un libro y no puedes parar de leerlo?, pues eso es lo que pasa con el monumental Shakey de Jimmy McDonough. Lo primero que mucha gente hará es echarse para atrás ante las dimensiones del libro, casi 1.000 páginas. Pero no, esta obra es tan brillante y devastadora a partes iguales que es imposible levantar la vista de sus páginas. Contra recupera esta obra imprescindible en el que Jimmy McDonough realizó un gran trabajo de investigación para elaborar la biografía de alguien tan complicado y complejo como Neil Young, y después de leer Shakey te das cuenta que no quisieras cruzarte en tu vida con alguien así, por mucho que uno admire a Neil Young, y que conste que es el tipo del que más discos tengo. Si sus memorias del año pasado El Sueño de un Hippie nos dejaron un tanto fríos, porque seguramente reflejan esa personalidad tan convulsa del bueno de Neil, pero era todo tan desordenado y efervescente, Shakey, uno de los nombres que utiliza Young, nos va a dar las claves de la figura de Neil.
Y es que McDonough rompe con la hagiografía de raíz, con un estilo directo y sin concesiones. En un libro que le llevó muchos años escribir por la forma de trabajar de Young y por la gran cantidad de entrevistas que realizó a su entorno, McDonough huye del camino fácil y se mete en un camino lleno de trampas, muchas de las cuales se las pone en imprevisible e inconsistente Neil, especialista en arrasar con todo. Este libro cubre hasta finales de la década de 1990 y, por las entrevistas que ha concedido McDonough, no le quedaron ganas de acercarse a la figura de Young ni por todo el oro del mundo. Y es que Neil Young es una de las grandes figuras de la música rock, un tipo que no para y que tiene en su cabeza mil proyectos, un tipo que ha publicado casi cuarenta discos de estudio y no sé cuántos directos. Un tipo que ha participado en Crosby, Stills, Nash, Young (CSNY). Un tipo que ha vivido varias vidas en una. Un millonario caprichoso que, por la época en que termina el libro, sólo está empecinado en los trenes eléctricos de juguetes, lo cual puede agradecer McDonough ya que no le tocó vivir lo del coche eléctrico y lo del Pono. Tras leer el libro, creo que McDonough no hubiese sobrevivido si llega a durar un día más la experiencia.
Shakey no es un libro que se pueda contar, es un libro que hay que leer. No va a dejar indiferente a nadie. Encontramos las claves, imprevisibles, de su trayectoria y los impulsos que mueven a Young de pasar de un estilo a otro, de no parar de hacer cosas. De sus comienzos en su Canadá natal a los Buffalo Springfield, de su incorporación a CSNY y sus discos en solitario con sus triunfos en los 70 con bandas de todo pelaje y condición y con Crazy Horse a la cabeza, a los erráticos 80, con aquellos discos imposibles, la demanda con Geffen, la enfermedad de su hijo Ben, y su vena conservadora que le llevó directamente a apoyar a Ronald Reagan. Y llega su resurrección en los 90 con el grunge y un nuevo periodo incontrolable de Young, si es que alguno lo es. No se escatima tampoco en los detalles más escabrosos, los relacionados con las drogas en los 70 y todo el mundo, extraño, que rodea a Young, recluido en su rancho.
Intercalando decenas de testimonios y las entrevistas con Neil, casi nadie sale bien parado en este libro. Comenzando por el propio Young, del que se señala su bondad y buen corazón, su apasionamiento, pero también (y eso muchas veces más) su capacidad para destrozar los sentimientos de los demás. Ralph Molina, Billy Talbot y Frank ‘Poncho’ Sampedro, los míticos Crazy Horse, acaban retratados como unos incompetentes musicales; se salva de esta quema el miembro original de la banda Danny Whitman, que fallecería víctima de los excesos en los 70. Peor quedan gente como Stephen Stills (una relación la que mantiene con Young incomprensible y destructiva a más no poder), David Crosby (impagable) o Graham Nash. Y mención especial para David Briggs, el productor con el que más trabajó Young y que falleció en 1995, un personaje de los más interesantes del libro y de los que mejor podía llevar el carácter de Neil. Y esto sólo es una pequeña muestra.
Vas viendo como McDonough sufre con la creación de este libro y en los dos últimos capítulos ya explota. McDonough también se caracteriza por arremeter contra casi todo, incluso contra algunos de los éxitos más grandes de Young. Pero percibes su desazón y cómo se enfrenta contra un muro que es el carácter de Neil, siempre vencedor en todos los duelos con todo el mundo porque siempre logra lo que quiere. Pero esa volubilidad, esa forma de ser, se resume seguramente en que al bueno de Neil le gusta hacer el camino porque para cuando ha llegado ya está en otra cosa, o en varias. Genio y figura, Shakey es un libro imprescindible y, como Young, imprevisible. No se lo pierdan.