Hace menos de tres años que Tiersen nos presentaba la pequeña isla en la que reside desde hace una década con un recorrido musical por sus localizaciones más representativas; era en su disco «Eusa», nombre bretón de la isla de Ushant, y lo hacía únicamente servido de su piano en un regreso a los sonidos clásicos después de publicar sus dos trabajos más innovadores y anglosajones hasta la fecha («Skyline» e «Infinity») con los que satisifizo su cuota experimental y enriqueció la variedad de su repertorio.
Este nuevo trabajo vuelve a estar radicado en esa isla y supone una suerte de evolución sonora respecto de «Eusa»; grabado en su nuevo estudio The Exkal (ubicado en las instalaciones reformadas de una discoteca abandonada de la isla) Tiersen se hace cargo de todos los instrumentos y vuelve a caracterizar la grabación con elementos ambientales como pájaros, coyotes, cencerros, maleza… que la integran en el territorio en el que ha sido concebida. Para las partes vocales ha contado con diferentes colaboraciones, entre las que destaca su esposa Emilie Tiersen o el cantante francés Denez junto a otros artistas de origen escandinavo, en unas letras expresadas en bretón, finés o sueco y que complementan a la perfección el protagonismo de las melodías y la interpretación del propio Tiersen.
En referencia al antiguo aeropuerto berlinés, Tempelhof supone una cálida y romántica apertura al piano, que continúa presentando los primeros elementos vocales y electrónicos que aportan profundidad sonora en Koad, al igual que los delicados coros y la melodía vocal de la onírica Erc’h, sin duda bella. Los violines son suficiente abrigo para templar la pequeña y emocionante Usal Road antes de repetir efectos contemporáneos (guitarras, electrónica y efectos vocales) para completar una Pell igualmente cercana. Inquietante de inicio Bloavezhioù va abrazando emociones sencillas a medida que avanza, Heol es algo más movida y variada instrumentalmente pero igualmente cálida, y Gwennilied recupera el cariz más popular en la voz de Denez, al igual que una Aon de sabor tradicional y evocadora y cálida. Para cerrar, el precioso y suficiente piano acompañado de los cantos de los pájaros de Prad y la más concurrida y acogedora despedida coral de Beure Kentañ.
Once composiciones de una belleza inusual, llenas de romanticismo, tradición y apego a la naturaleza, que nos recuerdan al más clásico y original Tiersen; un artista libérrimo capaz de extraer maravillosas piezas de las frías islas del mar Céltico para seguir componiendo con ellas una discografía de extraordinaria riqueza.