Un Jason Pierce recuperado, al fin sano y sorprendentemente optimista, regresa con su banda para reactivar los elogios que acostumbra a cosechar desde aquel «Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space» (1997) con el que agigantaba su ya destacada carrera junto a Peter Kember al frente de Spacemen 3. Seis años después de «Sweet Heart, Sweet Light» vuelven con otro excelente trabajo, uno de los mejores que han grabado hasta la fecha y que contiene alguna de sus mejores canciones en años, sin salirse de la habitual mixtura en la que tienen cabida desde el jazz hasta el soul o la psicodelia y por supuesto el rock & roll, en una estructura de apariencia conocida y de resultados probados y más que vigentes.
Como un Dylan eléctrico, metálico y británico, marginada la enfermedad que tan amenudo le ha acechado y que tantas de sus canciones ha protagonizado, Pierce por fin canta al amor y la vida con sus habituales elegancia y desmesura y vuelve a generar el resabor de la emoción intemporal que proporciona la herencia clásica. De nuevo adornado con gusto e intensidad, con bellísimos arreglos orquestales, lo abre A Perfect Miracle, un rock denso que progresa hasta el bello y agreste apoteosis de vientos y cuerdas antes de que la lograda y cuidada crudeza de I’m Your Man, cima del disco y una de las más redondas piezas de su carrera, muestre una vía al soul del XXI. Here It Comes (The Road) Let’s Go y Let’s Dance suenan suaves y románticas, brillantes en sus arreglos y coros antes de que reaparezca el rock grave y directo en On the Sunshine, gloriosa amalgama de coros, vientos y electricidad. Entrega la correspondiente ración de lamentos en la delicada Damaged, que culmina con una instrumentación bella y emocionante, a la que sigue el ágil y eléctrico blues de desbocado cierre, harmónica y bajo al frente, de The Morning After antes de concluir en clave de nuevo romántica con más belleza en las sutiles emociones de The Prize y Sail On Through.
Probablemente estemos ante uno de los discos del año, a buen seguro con alguna de las mejores canciones de este 2018, y lo mejor de Pierce y compañía desde la publicación hace veintiún años de su disco insignia. Más optimistas que nunca, al margen de hospitales y medicaciones, estos bríos renuevan el impulso de una carrera siempre al límite de la reiteración pero que sabe muy bien cómo mantener el componente excitante.