Antes de que ‘El Camino’ lo cambiara todo, de que Lonely Boy iniciase la voladura de todas las previsiones y desmidiera los horizontes de una carrera que no parecía destinada a semejantes cotas de éxito; seis años después de que dos jóvenes aprovecharan la estela de The White Stripes para, únicamente servidos de guitarra y batería, comenzar a grabar clásicos del blues en un sótano de Akron (Ohio); cuando los ecos de sus tres primeros discos (‘The Big Come Up’, ‘Thickfreakness’ y ‘Rubber Factory’) seguían demandando atención y aumentando paulatinamente sus seguidores y su contrato con Nonesuch Records acababa de fructificar dos años antes en su primer álbum de material enteramente propio (‘Magic Potion’); Dan Auerbach y Patrick Carney hicieron su primera maniobra de renovación sonora con este disco que acaba de cumplir diez años y que supuso el inicio de la más importante deriva, quién sabe si definitiva, de su carrera.
Para ello se hicieron acompañar en la producción por Brian Burton (Danger Mouse), joven pero ya reputado músico neoyorquino que con apenas un lustro en el negocio ya había trabajado en varias producciones exitosas como Gorillaz o Gnarls Barkley, comenzando así una sociedad que terminaría por proporcionarles su actual estátus y que ha permanecido inalterada hasta su más reciente trabajo, el ‘Turn Blue’ de 2014. Pronto se hicieron notar los frutos de la colaboración con Burton que, armado de herramentas clásicas de la música negra (coros, teclados, banjos…), se reveló como un complemento ideal para el deseado avance de su sonido sin perder los rasgos definidores de su música.
Así de renovados suenan en All You Ever Wanted, con esos nuevos elementos (teclados, bajo) que le añaden densidad, para a continuación poner al frente un fantástico reef marca «Hendrix» que sostiene por sí solo la garajera I Got Mine. Truenan los platos junto a otro brillante reef en Strange Times antes de diferenciarse en el estribillo y dar paso a la genial Psychotic Girl, grave, calmada y rítmica en la que el piano y el banjo se hacen un hueco. Más Hendrix en Lies, uno de los cortes de resultado más clásico y, para acabar la primera parte, el pesado fogonazo inicial de Remember When antes de la continuación fría y garajera (como en sus viejos tiempos) con que se abre la fantástica segunda parte.
Notas sin estridencias al rebufo de la guitarra suben el nivel en Same Old Thing y un resabor latino distingue con elegancia y ritmo So He Won´t Break antes de cerrar con dos piezas enormes como Oceans and Streams, efectivo blues-rock fantásticamente cantado por Auerbach, y Things ain’t like They Used to Be, precioso colofón que despide el disco con intensidad y calor.
Sería la puerta de salida, el primer paso para asomar fuera del underground en el que eran ya reconocidos, la primera vez que grababan fuera del sótano de Carney, entraban en un estudio y utilizaban técnicas e instrumentos que irremediablemente iban a sofisticar su sonido pero que no suprimirían la frescura de sus interpretaciones siempre vivas y directas. Fue entonces que estaban iniciando su desvío hacia el éxito masivo, un éxito al que se acercarían con su siguiente trabajo ‘Brothers’ (ganador de tres Grammys, entre ellos el de mejor álbum de música alternativa) y abrazarían en 2011 con el fantástico ‘El Camino’ que definitivamente les llevaría a encabezar festivales importantes y a situar sus cifras de ventas al nivel de grandes estrellas del rock.
Amenudo amenazante la sombra de la disolución (son muchos los rumores sobre su mala relación desde hace años) e inmersos desde 2014 en un más que sospechoso silencio durante el que ambos han desarrollado proyectos por separado, este décimo aniversario es la excusa perfecta para recordar el momento en que el dúo de Akron inauguraba la segunda parte de su carrera, no necesariamente mejor pero sin duda más exitosa, con este fantástico disco.