Al parecer este disco, que hace el séptimo en la trayectoria de Brendan Benson, debería haberse publicado hace poco más de dos años, que es cuando fue presentado el sencillo Half A Boy (Half A Man), pero la reunión de The Raconteurs retrasó su lanzamiento por un período indefinido que se cumple ahora cuando, siete años después de «You Were Right», retoma su carrera en solitario.
Privilegiado espíritu pop, también empapado de otros sonidos originarios de su país, el músico de Michigan nos ha dejado un poco fríos en su regreso; varias canciones destacadas entre otras menos acertadas completan una entrega que satisface a medias la larga espera desde su última referencia. Bien es cierto que es un compositor solicitado y que forma parte de otros proyectos importantes, pero a la hora de valorarlo nos puede el recuerdo de otros trabajos de mayor altura.
Al cargo de todos los instrumentos además de la producción, y publicado en Third Man Records (el sello de su amigo Jack White), el disco parece dividido en una primera parte más vital y romántica y una segunda un poco más desencantada. La primera se inicia con ligeros toques electrónicos en I Can If You Want Me To, con impulso rockero en el estribillo, y más acusados en Good To Be Alive para acompañar a los teclados. A continuación empieza lo mejor del disco: la energía de Half A Boy (Half A Man), la contundencia rítmica y los vientos de Richest Man, el positivo medio tiempo de Dear Life y la más ligera y clásica Baby’s Eyes. La segunda parte arranca con la descarga acelerada de guitarras de Freak Out seguida del medio tiempo de temática atormentada Evil Eyes y la también oscura I’m In Love, para cerrar con otro buen medio tiempo potente realzado por los coros y teclados como I Quit y el cierre melódico y suave Who’s Gonna Love You.
Ya hemos dicho que no lo situaremos al nivel de sus mejores obras, como el ya lejano «Lapalco» o el fantástico «My Old, Familiar Friend», pero tampoco ha perdido del todo el toque en estos años. En cualquier caso, estas nuevas composiciones nos traen de vuelta a uno de los autores más capaces de su generación, y eso siempre hay que celebrarlo.
No podía fallar. Después de la extrañeza que causó con su último trabajo en solitario (‘Boarding House Reach’, 2018), y tras anunciar el regreso de The Raconteurs tras más de diez años de silencio, era inconcebible una decepción que, de ocurrir, hubiera minado la admirada consistencia creativa de Jack White. Porque en todos sus proyectos hasta la fecha tiene trabajos brillantes: desde los seminales The White Stripes, pasando por The Dead Weather hasta sus discos en solitario. Pero no sería justo centrar el mérito de este nuevo trabajo en el genio de Detroit, si acaso la habilidad de haber sabido reunir en torno a sí otros tres portentosos músicos como Brendan Benson (al que hemos perdido la pista, ¿para cuándo un nuevo trabajo en solitario?), Jack Lawrence al bajo y el batería Patrick Keeler. Y es que lo que habían hecho estos cuatro individuos en sus dos únicos trabajos hasta la fecha eran palabras mayores y reeditar el nivel de entonces suponía un verdadero reto, superado de sobra en este ‘Help Us Stranger’ que parece obviar los años que lo separan del resto para prolongar la estela de aquéllos.
Grabado en los estudios de Jack White en Detroit (Third Man Records), y ayudados ocasionalmente a los teclados por Dean Fertita (Queens of the Stone Age), otro habitual de los proyectos de White, en esta nueva entrega vuelven a lucir las guitarras a base de riffs increíbles y también la labor de Keeler a las baquetas. Las composiciones están firmadas por la dupla White-Benson y la producción corre a cargo de la banda al completo. El liderazgo vocal también se reparte entre White y Benson, a excepción del afilado y rítmico folk Help Me Stranger que interpretan a dos voces. Benson canta Only Child, una de las piezas más pausadas que mezcla los instrumentos tradicionales con teclados y sintetizadores, una Somedays (I Don’t Feel Like Trying) en la que combinan perfectamente la calma y la desmesura que la cierra sobrada de energía, el soul eléctrico y sobrado de emoción Now That You’re Gone y la fría e imparable descarga de guitarras poderosas que es Live a Lie.
El resto son para la voz de White: desde el retumbante inicio con Bored and Razed, veloz y duramente rítmico, además del coreado acelerón a lo Jimmy Page de Don’t Bother Me o la guiada por el piano para que guitarras y tambores la relanzen inevitablemente, Shine the Light on Me. La destreza rítmica de Keeler junto a un riff irreprimible impresionan y menean Hey Gyp antes de que otro genial y acaparador riff sostenga Sunday Driver. El cierre lo componen un blues escuálido y directo, con la inconfundible huella guitarrera de White, What’s Yours Is Mine, y el cierre tradicional y de cálida acústica Thoughts and Prayers.
Una vez más queda claro que White está hecho de una pasta de otra época y que sabe actualizarla como nadie; si a ello sumamos el enorme talento de Benson y la contundencia que la sección rítmica sabe mantener a lo largo de todo el disco, resulta más que digna esta añorada reaparición. Un trabajo que desborda energía con calculados medios, un moderno catálogo de sonidos de raíz que vuelve a situarlos sin remedio en la cabeza del rock estadounidense.
Si fuera actor sería un secundario, pero uno de esos que realzan las buenas películas, de los que se les reserva un papel trascendental y que acaban imprimiendo su propia huella y robando escenas al protagonista. Y es que el talento de Brendan Benson no pasa desapercibido por más que esté rodeado por estrellas del rock u otros músicos de prestigio; aunque cuando más ha lucido ha sido en sus trabajos en solitario y de estos (particularmente) en el que publicaba hace ahora diez años bajo el título de «My Old, Familiar Friend».
Hablamos de la que sería su cuarta referencia en solitario que llegaba tras un debut ilusionante («One Mississippi», 1996) y dos continuaciones en clara progresión, como serían el más pulido «Lapalco» de 2002 y el excelente «The Alternative to Love» de 2005, en el que ya se apreciaba el sonido que perfeccionaría en el que nos ocupa. Y entre estos dos últimos las que serían sus grabaciones con mayor repercusión como componente de The Raconteurs junto a Jack White (con quien coescribió gran parte de las canciones), Jack Lawrence y Patrick Keeler y cuyos dos fantásticos discos («Broken Boy Soldiers» de 2006 y «Consolers of the Lonely» de 2008) parece tendrán continuación en este mismo año.
Aunque «My Old, Familiar Friend» fue grabado en 2007, entre la publicación de los dos álbumes junto a The Raconteurs, este no vería la luz hasta agosto de 2009 cuando fue presentado A Whole Lot Better como primer sencillo. En su grabación Benson se reservó la ejecución de un montón de instrumentos, pero también contó con la colaboración de gente como su amigo Dean Fertita a los teclados (Queens of the Stone Age) o David Sardy (productor de Oasis o The Dandy Warhols entre otros) y más gente además de una sección de cuerda, y con un productor de campanillas como Gil Norton (Pixies, Foo Fighters) que le imprimió una energía proveniente del rock de la que habían carecido sus anteriores trabajos.
Lo cierto es que todos sus trabajos rayan a un nivel alto, pero este desprende una especial energía y buenrollismo que lo coloca por encima del resto de su producción. Así se abre impetuoso con A Whole Lot Better con unas guitarras agresivas y melódicas acompañadas de unos juegos de voces que supone una estupenda presentación de lo que vendrá a continuación. Eyes on the Horizon sigue la misma línea con algo más de ritmo y profundidad, también preciosas voces en un estribillo de lo más luminoso, antes de Garbage Day, precioso y urgente soul realzado por las cuerdas. Gonowhere es un bello y cálido medio tiempo al piano y Feel Like Taking You Home se inicia suave para crecer poco a poco hacia un rock insistente. Una balada cuidada y emocionante con sección de cuerdas incluida, You Make a Fool Out of Me, precede a una de las incontestables joyas del disco, la mayúscula y vitamínica Poised and Ready.
El cuarteto final del álbum lo abren Don’t Wanna Talk que lo tiene todo: ritmo, potencia, voces, melodía y un estribillo pegadizo, y una Misery plagada de guitarras, teclados y coros en ascenso emocional y potente. El broche lo ponen los suaves teclados de la más íntima Lesson Learned y el derroche instrumental de Borrow, guitarras y más guitarras para un final a todo trapo.
Sin inventar nada pero con la lección mejor aprendida que nadie, el músico de Michigan ejercitaba en esta ocasión y como nunca sus habilidades compositivas para crear, con aparente facilidad, originales y efectivas melodías pop desde el folk y el power pop, con algunos pasajes más rockeros y otros extraídos de la música negra, para completar un disco de una luminosidad y energía que irán diluyéndose en sus dos trabajos posteriores.
Tanto en «What Kind of World» (2012) como en «You Were Right» (2013), discos editados en su propio sello Readymade Records creado a raíz de la grabación del primero, se percibía un sonido simplificado (de manera más notable en el segundo) con respecto al que hoy tratamos, que podría ser considerado la cumbre de su producción en cuanto a medios así como a resultados. Dedicado desde entonces a su familia y a producir a gente como Robyn Hitchcock o Eric Burdon y componer para otros artistas como Jake Bugg, Nick Lowe o The Kooks, su carrera en solitario lleva tiempo aparcada y no hay visos de continuidad por el momento, de modo que seguiremos utilizando sus contagiosas canciones para subirnos el ánimo, especialmente las de este «My Old, Familiar Friend» que le quedó tan estupendo.