Si quedaba alguna duda de que Conor J. O’Brien es uno de los mayores (si no el mayor) y más personales talentos surgidos de la inagotable cantera irlandesa en la última década, para quien aún consideraba que le faltaba un escalón para confirmarse como una feliz realidad, aquí llega el cuarto original de Villagers, el proyecto unipersonal con nombre grupal de este dublinés incapacitado para dar un paso en falso desde que debutara en 2010.
Tan pronto escabroso y huidizo como directo y sensible, siempre en evolución tanto musical como lírica sin desprenderse nunca de sus atributos de sofisticado autor folk, a lo largo de su discografía nos ha venido dejando asomarnos a su vida y tormentos, especialmente en su descarnado trabajo anterior «Darling Arithmetic» (2015) en el que se expresaba más abiertamente que nunca y que por momentos transmitía unas emociones al alcance de pocos.
Para este nuevo disco vuelve a reservarse completo el esfuerzo interpretativo y de producción para obtener un resultado que integra a la perfección algunos elementos programados y que una vez más destaca por la destreza vocal de O’Brien así como una mayor riqueza rítmica e instrumental que en su predecesor junto a una acertada mezcla de lo acústico y lo electrónico, que funciona desde el inicio con la emoción bucólica y ascendente de Again y las más acústicas y fluidas A Trick of the Light y Sweet Saviour. A continuación, también sobre unas marcadas bases y con menos lugar para la melodía, Long Time Waiting funde con acierto el jazz y el pop y Fool mantiene el protagonismo rítmico y lo abriga con amables teclados. Íntima y delicada, Love Came With All That It Brings funciona desde la programación, así como en Hold Me Down, también suave y con evocadoras texturas, o en la profundidad ambiental de Real Go-Getter y en el precioso progreso de lo acústico a lo orquestal con que Ada echa el cierre.
Pleno de aciertos y más cálido que nunca, con este disco Villagers se confirman como una propuesta sólida y complementan un bagaje ya amplio y variado, desarrollado a partir del folk para (sin aspavientos) alcanzar otros territorios sin perder su identidad, especialmente en este «The Art of Pretending to Swim» en el que innovan como nunca y aciertan como siempre.