En Los Restos del Concierto no nos hemos quedado atrás con el fenómeno musical en España del año: Rosalía. Hace unas semanas, nos tocó hacer un análisis más sociológico en The Conversation, pero aquí nos centramos en el aspecto musical de El mal querer. Vaya por delante que uno no está muy metido en el Flamenco y que el nombre de Rosalía le sonaba de la nueva hornada de jóvenes artistas flamencas, junto a Silvia Pérez Cruz, y de su debut el año pasado con Los Ángeles, un disco más canónico a pesar de contar con la producción de Raül Refree. Pero, aquí, Rosalía ha mostrado que su estilo iba más allá y se ha centrado en una mezcla, que no es una novedad, del flamenco con ritmos más urbanos y del trap. Con producción de El Guincho y la participación en la composición de buena parte de los temas de C. Tangana, junto con Rosalía y El Guincho entre otros, Rosalía ha creado una gran obra, un disco de apenas treinta minutos, con el hilo argumental de una relación y las diferentes fases que atraviesa, en el que muestra un gran talento, sin olvidar la enorme campaña que ha llevado a cabo. Pero El mal querer es un disco muy destacado, aunque puede que haya gente que se haya sentido abrumada, que piense que no es para tanto, etc.
El comienzo es para un hit adictivo como es «Malamente», el primer adelanto del disco, con esas palmas y una canción en la que ya demuestra la inteligencia de Rosalía para llevar al público a su terreno. «Que no salga la luna» es más clásica del Flamenco, una canción donde ella canta de vicio. Y llega el tema que, por lo menos a mí, me hizo pensar «ojo, que esto promete», «Pienso en tu mirá» es una canción en la que juega con los ritmos urbanos, con la base flamenca, y con un estribillo también adictivo. «De aquí no sales» es más arriesgada, suena muy dramática y el sonido de la moto le añade un punto interesante. En «Reniego» no deja esa senda y apuesta por unas cuerdas muy bien situadas, otra canción notable que da paso a «Preso», donde el protagonismo es para la voz de Rossy de Palma y que funciona como un interludio.
Una de las sorpresas del disco es «Bagdad», un tema en el que samplea el «Cry Me a River» de Justin Timberlake y en el que tira de autotune, una canción que ha sido de las más celebradas de todo el disco y que funciona. Pero, para mí, uno de los mejores temas del disco, posiblemente el mejor, es «Di mi nombre», de nuevo más cercana al flamento pero que no abandona la dosis de innovación, es una canción emocionante y dramática a partes iguales. «Nana» es más minimalista, lo deja todo a su voz, y sigue en esa línea, como la relación en el disco, que llega a su extremo en «Maldición», especialmente en la segunda parte de la canción. El final es para la breve, ¡qué corta se hace!, «A ningún hombre», basada en sonidos más electrónicos y que cuenta con una gran letra.
No sé si Rosalía será un hype o no, la verdad es que El mal querer es un disco que estoy disfrutando enormemente y que tiene muchos hallazgos, funcionando de maravilla como conjunto. El único pero, por decir algo, es que es muy corto, pero eso también podría aplicarse en la máxima de «menos es más». Tremendo disco.