Conn Bux no para, es un tipo inquieto que en los últimos años no deja de mostrar una versatilidad a la que, por otra parte, ya nos tenía acostumbrados. A finales de 2020 llegó el EP que nos ocupa, Portrait in Red, cuatro canciones que suenan urgentes y poderosas. Hace menos de un año, ya reseñamos el destacadoShine no Stars, un disco temático y exigente, que iba ganando fuerza con las escuchas, sucesor del más directo y orgánico que grabó con una nutrida banda, The Deltic Underscore, en 2017. En Portrait in Red han participado Dan Díez en la producción y Miguel Pérez en los teclados, habituales en otros trabajos de Bux. Como decíamos hace unas líneas, es un disco más urgente que tiene un sonido más de los noventa, hay también incluso algunos toques más industriales que le dan un tono más pesado en algunos momentos, funcionando muy bien.
Es lo que ocurre con la primera canción del disco, la inquietante por ese tono industrial que comentábamos, «The House’s Catching Fire», que cuenta con una producción muy conseguida y que te va calando. «Stay Back» cambia el tono en cierto sentido, es una canción más rockera con las guitarras en un plano destacado, aunque también cuenta con varias capas, algunas más vinculadas al sonido más habitual de Bux. En cuanto a «For What It’s Worth», Bux cambia el tono de su voz y deriva hacia un sonido más épico y afectado, retorna hacia las pautas de la primera canción, aunque también cuenta con una mayor versatilidad que «The House’s Catching Fire». Y el cierre es para «The Monster’s Club» que nos lleva hacia un tono más Hard Rock de raigambre noventera, una canción explosiva y pirotécnica.
Como siempre, Conn Bux nos muestra su talento en cada una de sus propuestas. En esta ocasión, un EP de cuatro canciones que te deja con ganas de más. Sonidos también más duros para tiempos extraños como los que vivimos.
AC/DC es una de esas bandas a las que no nos hemos acercado nunca desde Los Restos del Concierto. No es que tengamos nada contra ellos, al contrario, pero tampoco están entre lo más alto de nuestras preferencias. Tengo un directo de 1992 que, en ocasiones, escucho y esos míticos «Back in Black», «Highway to Hell», etc., suenan alto. Obviamente, AC/DC pertenecen a la historia del Rock, aunque no pocas veces han sido ridiculizados y su sonido ha sido catalogado de repetitivo, que no deja de tener su punto de razón. Pero, eso también les hace únicos, inimitables, con ese Rock duro derivado del Blues que Angus Young y compañía han llevado muy alto. La historia de la banda en los últimos años ha estado marcada por el fallecimiento de Malcolm Young en 2017 aunque ya llevaba fuera del grupo por enfermedad desde 2014, siendo reconocido de siempre como el motor en la sombra de AC/DC. También por los problemas de oído de Brian Johnson que le hicieron salir de la formación de 2016 a 2018, recordemos que fue Axl Rose el que le sustituyó en directo. Y, cuando parecía que AC/DC no tenían mucho que ofrecer, sus discos anteriores, Rock or Bust fue en 2014, a pesar de ser exitosos no alcanzaron el reconocimiento de la crítica, Angus Young ha reclutado de nuevo a Johnson, a Phil Rudd a la batería, a Cliff Williams al bajo y a Stevie Young, sobrino de los hermanos Young que ya sustituyó a su tío Malcolm cuando enfermó. Y Power Up ha llegado a finales de año y ha sido saludado no como un clásico sino como un disco recomendable de los australianos, incluso señalándose como su mejor trabajo desde hace décadas. Ha sido una sorpresa aunque ya había imágenes de esa vuelta al trabajo pero no estaba prevista su salida. Para la producción, han contado de nuevo con el reconocido Brendan O’Brien (Pearl Jam, Bruce Springsteen, The Black Crowes, Red Hot Chili Peppers, Rage Against the Machine, Aerosmith, entre otros muchos), con el que llevan trabajando desde 2008. Power Up no sorprende, es más de lo mismo, pero tiene a un Johnson que demuestra poderío, la sección rítmica se lleva buena parte del protagonismo, y los riffs de Young vuelven a ser icónicos. Para los fans, será un gran regalo. Pero, para los que no somos tan fans, pues también convence.
Comienzan con «Realize» y no engañan, los riffs que va clavando Angus Young, Johnson en plena forma. En «Rejection» ralentizan el tempo para asomarse a un Hard Rock más canónico, en el que se mantienen en la menos convincente «Shot in the Dark» donde los riffs son más contundentes si cabe. En «Throuhg the Mists of Time» alcanzan una de las cimas del disco con un sonido más melódico y Blues, con Johnson muy arriba. También destaca una gran «Kick You When You’r Down», en la misma línea del Blues Rock pero sin dejar de pisar el acelerador. Más machacona es «Witch’s Spell», con las guitarras como protagonistas.
La segunda parte del disco se hace un poco más reiterativa. Comienzan con un sonido más blusero que deriva hacia el Rock más duro con «Demon Fire». Más previsible es «Wild Reputation» con esos estribillos coreables, y la enlazan con la más pesada «No Man’s Land». Riff potente y creciente en la menos conseguida «Systems Down» y ya esa sensación no te abandona en las dos siguientes canciones, la menor «Money Shot» que es de las que sus detractores podrían decir que es «la misma canción de siempre», así como en «Code Red» que, por lo menos, cuenta con un riff de Blues Rock que la diferencia.
Disco para fans, sí, pero también para los no muy seguidores y que se lanzan a tararear los temas de siempre. Ahí siguen, con sus muchas décadas encima, y Angus Young con su uniforme escolar de siempre. Cosas que nunca cambian, como el sonido de AC/DC.
Hacía tiempo que teníamos en mente escribir sobre Van Halen a través de este recopilatorio de 1996, titulado Best of – Volume I. El 6 de octubre llegó por la noche la noticia del fallecimiento del guitarrista y líder de la banda Eddie Van Halen. Tenía sesenta y cinco años y la causa de su muerte ha sido un cáncer de garganta contra el que llevaba tiempo luchando. Van Halen no necesitan presentación, fue una de las grandes bandas del mundo del Heavy de los ochenta y primeros noventa. Aquellas bandas que fueron ridiculizadas como del «Hair Metal» y que combinaban Hard Rock, Glam, etc. Pero, además, Van Halen supieron adentrarse en sonidos más Pop y accesibles con la incorporación de sintetizadores. Van Halen dieron paso a una serie de discos y hits claramente reconocibles, algunos de los cuales como «Jump» con ese sonido tan ochentero pero que no puedes dejar de escuchar. Junto a Kiss, Bon Jovi, Whitesnake, Mötley Crüe y los Aerosmith renacidos, marcaron una época, a los que habría que añadir en otros niveles a Metallica, AC/DC, etc. También fue una banda que se caracterizó por sus trifulcas internas a pesar de una estabilidad en sus integrantes. Ocho miembros en más de cuatro décadas de historia que se basaron en dos grandes etapas por sus respectivos vocalistas: David Lee Roth y Sammy Hagar. Junto a ellos, Eddie y Alex Van Halen, fundadores de la banda junto al bajista Mark Stone que estuvo de 1972 a 1974, y Michael Anthony que dejó la formación en 2006. Además, una etapa olvidada en los noventa con el cantante de Extreme Gary Cherone (1966 a 1999) y Wolfgang Van Halen, hijo de Eddie y bajista sustituto de Anthony. Sin duda alguna, para los seguidores más ortodoxos será David Lee Roth el frontman icónico por excelencia de la banda. Las coordenadas del banda eran claras, sonidos contundentes, voces de sus cantantes muy reconocibles, con sus diferencias, y un Eddie Van Halen conformado como uno de los guitarristas de referencia de esa época, con el adjetivo de virtuoso ganado con merecimiento. Los riffs pirotécnicos de las canciones de Van Halen serán, sin duda alguna, una de las claves de la banda, con su estilo y su forma de correr por el mástil de la guitarra. Eddie Van Halen llegaría a ser reclutado por Michael Jackson para poner la guitarra en el «Beat It».
Van Halen triunfarían desde finales de los setenta hasta comienzos de los setenta hasta los inicios de los noventa cuando, como tantos otros, quedaron en un segundo plano con el Grunge. Además, de 1991 a 1995 no publicaron ningún disco. A su debut impactante con Van Halen (1978), siguen discos que les consolidan como una de las bandas predominantes del momento. Unas canciones logradísimas, el carisma de David Lee Roth y la guitarra de Eddie Van Halen, los confirman como una banda de ventas millonarias. Sin embargo, en 1984 salen de una cierta zona de confort con el disco que lleva por título el año y en el que incorporan sintetizadores, allí está «Jump» y otra serie de singles que se vieron aupados por la incipiente MTV. También fue el último disco que grabaron con David Lee Roth durante décadas, comenzando este su carrera en solitario. Los Van Halen decidieron reclutar un nuevo vocalista y encontraron a Sammy Hagar, que contaba con una carrera que no había sido tampoco especialmente exitosa, dando un matiz diferente a la banda con una voz potente pero más aguda que la de Roth, aunque con menos carisma. Sin embargo, la etapa de Hagar comienza triunfante con 5150 (1986) y se mantiene con OU182 (1988), con un cambio en el modelo de las portadas, aquí en blanco y negro con los integrantes de la banda, diferentes a las anteriores que, en algunos casos, no tenían un pase. Con el terremoto del «underground» en ciernes y el Grunge llamando a las puertas, Van Halen llegan a comienzos de los noventa como otras muchas bandas del periodo, un tanto desubicados pero todavía logrando grandes ventas con su disco de 1991 For Unlawful Carnal Knowledge. Ese Hard Rock guitarrero que exhiben sigue contando con numerosos seguidores pero también son señalados por parte de la crítica que abraza los nuevos valores imperantes. A partir de ahí, un descanso de la banda de cuatro años hasta que llega un Balance en 1995 y, en 1996, Hagar sale de la formación. Ese 1996 supone el recopilatorio que nos ocupa con, sorpresa, David Lee Roth de vuelta a la banda para grabar dos nuevos temas. Best of – Volume I se acerca a los grandes éxitos de la banda desde un punto de vista cronológico, lo que permite ver su evolución y el paso de Roth a Hagar.
No podían comenzar de otra forma que no sea con «Eruption», Eddie Van Halen en estado puro, casi dos minutos de riff pirotécnico y virtuoso. Enlaza con una rocosa «Ain’t Talkin’ ‘bout Love», la batería de Alex Van Halen suena poderosa y Roth canta con garra, junto con la omnipresencia guitarra de Eddie. Sonido más endurecido si cabe con la más Heavy «Runnin’ with the Devil», otra canción clásica de su cancionero. «Dance the Night Away» se suaviza y se hace incluso más pegadiza y «And the Cradle Will Rock…» muestra una guitarra que raspa a la par que incide en la pirotecnia, mientras que Roth está inmenso. «Unchained» va mostrando el camino que vendrá, un sonido más accesible si cabe, y llega el momento de «Jump», esa inclusión de los sintetizadores que comentábamos, una canción imbatible. «Panama» es otro hit, sonidos de nuevo con combinaciones Pop y marchamo ochentero con una sección rítmica también destacada.
El cambio llega con «Why Can’t This Be Love», aquí ya está Hagar y la canción es otro éxito, aunque aquí encontramos menor rocosidad en el sonido, algo que ya estaba iniciándose en la última etapa de Roth antes de su salida tumultuosa. Muy melódica es «Dreams» que también cuenta con una fuerte presencia de los teclados, al igual que «When It’s Love», donde se acercan a un medio tiempo, dentro de los cánones de Van Halen, e incluso le dan una pizca de épica. Los noventa entran con un «Poundcake», una canción de más cinco minutos que incide en mayor medida en un sonido más endurecido. Aunque luego, «Right Now», supone una vuelta a tonos más melódicos, yéndose también por encima de los cinco minutos. El cierre del disco va llegando con «Can’t Stop Lovin’ You», de nuevo una apuesta por la melodía pero ya con un sonido fuera de foco de las corrientes imperantes de la época. En la banda sonora de la película Twister (1996) colocan «Humans Being» que implica un regreso a los sonidos primigenios de Van Halen. Y las dos canciones del final son para las nuevas grabaciones con David Lee Roth, que quedan lejos del resto del disco. «Can’t Get This Stuff No More» retorna a los orígenes de nuevo con un Hard Rock que es «marca de la casa» y «Me Wise Magic» se va por encima de los seis minutos con un sonido que quiere darse un barniz de modernidad, con un tono más duro, pero que no acaba de cuadrar. No son malas canciones, pero no dejan huella.
A partir de entonces, y con este recopilatorio de ventas millonarias, Van Halen fichan a Gary Cherone de Extreme como vocalista. La cosa no funciona para nada, Van Halen III (1998) cosecha críticas negativas y ventas muy bajas para los umbrales de Van Halen. En 2003 el que retorna es Sammy Hagar, aunque no habrá grabación de disco y sí nuevo recopilatorio en 2004, The Best of Both Worlds, y gira correspondiente. Pero, de nuevo la relación con Hagar se deteriora y en 2007 el que retorna es Roth. De esa crisis también sale el bajista Michael Anthony que es sustituido por Wolfgang Van Halen. Esa formación seguirá girando y publicará en 2012 A Different Kind of Truth.
Van Halen fueron una banda clave de un momento muy determinado, un grupo que hizo del sonido duro y de guitarras su seña de identidad, pero con una vocación muy generalista, lo que les permitió llegar a un público más amplio, especialmente en Estados Unidos. Y, Eddie Van Halen siempre saldrá como uno de esos guitarristas icónicos del Rock.