El último disco de Quique González junto a su nueva banda Los Detectives («Me mata si me necesitas») contenía un fantástico cúmulo de canciones: algunas estremecedoras, otras más sensibles, otras más agresivas… y una perla brillante y colorida, una sorpresa necesaria, un suspiro profundo que reclamaba de inmediato su protagonismo. Compuesta por Quique junto a César Pop e interpretada por la banda al completo, con el añadido de Santos Berrocal a la percusión, también participaba una enigmática joven, de voz desgarrada y suave al mismo tiempo, en esta pequeña canción con nombre de mujer que irrumpía por derecho en la cabeza del escueto listado del disco: se trataba de Charo, la número cuatro, y junto a la voz del autor sobresalía la de una desconocida Carolina de Juan ‘Nina’ (Caroline Morgan en los créditos).
Con el tiempo averiguaríamos que Nina ya tenía su propia banda, que se llamaba Morgan y desde Madrid proponía una maravillosa excepción en nuestro panorama musical que, lento pero seguro, se iría abriendo paso en todo tipo de escenarios durante los últimos dos años (les hemos podido disfrutar desde la modestia del «Vermú Torero» de Actual 2017 hasta la desmesura del reciente Mad Cool 2018) con fabulosos directos de sus dos discos llenos de gusto y calidad («North» y «Air»). De Quique González poco se puede añadir, consolidado como referencia del rock de autor en castellano sus canciones nos vienen acompañando desde hace años y se hace difícil recordarse defraudado por sus discos.
De una unión de semejantes talentos tan solo podía resultar una pieza genial como esta, profusa en guitarras y con Hammond incluido, de una ligereza superior al conjunto del disco y que se haría pronto y sin remedio con un lugar protagonista en sus directos (gira para la que contaría también con Nina a los coros) y en las preferencias de sus seguidores.