Amaral, en otra dimensión

4 de enero de 2020, Festival Actual, Palacio de los Deportes de La Rioja, Logroño (La Rioja)

La tercera noche de Actual 2020 en el Palacio de los Deportes tenía asegurado el lleno con el reclamo de una de las bandas más importantes del panorama nacional, Amaral. Había críticas porque los aragoneses ya habían estado en 2017, pero no son pocas las bandas que repiten en pocos años y eso no me parece un problema, siempre que sea pertinente, por ejemplo la presentación de su nuevo disco Salto al color. El cartel lo completaban los vencedores de la «Guerra de Bandas» de la edición anterior, The Royal Flash y Morgan, otro buen reclamo. Que por Morgan tenemos una debilidad en Los Restos del Concierto es sabido desde que los descubrimos en 2017, también en Actual por cierto. Los madrileños han demostrado con sus dos discos, North (2016) y Air (2018) que van ganando altura con la calidad de la voz de Carolina de Juan «Nina», acompañada de Paco López a la guitarra y David Schulthess «Chuches» a los teclados y la sección rítmica compuesta por Alejandro Ovejero al bajo y Ekain Elorza a la batería. De nuevo cercanos, Nina es la simpatía personificada, volvieron a convencer a los que ya los conocíamos y se ganaron más seguidores con su propuesta de claras reminiscencias Soul. Mezclando las canciones de sus dos discos, comenzaron con canciones de su debut con la atenuada «Cold», «Cheesecake» y «Attemping» para dar paso a «Blue Eyes» de su segundo largo y regresar a North con «Work», «Praying» y la brutal «Home» que enlazó a la emotiva «Sargento de hierro». Sonó de nuevo divertida «Thank You» y el cierre fue para «Flying Peacefully», una bárbara «Another Road» donde insertaron «Lose Yourself to Dance» de Daft Punk, y «Marry You» con Nina a capela, de nuevo los pelos de punta, junto a la guitarra acústica de López para concluir de forma épica. Poco más que añadir para un concierto destacadísimo, tramo final de la gira de Morgan que esperemos regresen pronto con nuevo disco bajo el brazo.

Y llegó el turno para Amaral. Eva Amaral y Juan Aguirre han ido incorporando nuevos sonidos, más electrónicos, en sus dos últimos discos y Salto al color es una muestra notable. Apoyados por una banda de bajo, batería, teclados y corista, Amaral hicieron gala de una gran potencia escénica, tanto de sonido como de un juego de luces y espejos que nos remitió en algunas fases del concierto al Reflektor (2013) de Arcade Fire. Amaral bordaron un concierto de veintidós canciones, coreadas por el público incluidas las nuevas, y en donde fueron alternando hits inmensos con su trabajo más reciente, que casi tocaron entero. Bajo la melodía de Encuentros en la Tercera Fase, la banda hizo su aparición para tirar adelante con «Señales», y Eva Amaral siguió con un momento emocionante como fue recitar «La Rioja existe pero no es», la mítica canción de Carmen, Jesús e Iñaki de la Transición que ya nos puso un nudo en la garganta. Siguieron apostando fuerte con «El universo sobre mí» y «Marta, Sebas, Guille y los demás» del reivindicable Pájaros en la cabeza (2005), que enlazaron con «Hoy es el principio del final» de Hacia lo salvaje (2011), uno de los discos más reivindicables de los aragoneses. Con el público ya entregado llegó la emotiva «Bien alta la mirada» y «Lo que nos mantiene unidos», esta última de Nocturnal (2015). No había descanso y Salto al color se erigía en protagonista con «Lluvia» y «Nuestro tiempo», aunque entre medio intercalaron «Como hablar» de Una pequeña parte del mundo (2000), coreadísima. «Revolución» fue uno de los grandes momentos del concierto, poniendo pausa con la delicada «Soledad» y «Ruido», pero era un descanso para «Moriría por vos». «Juguetes rotos» sonó muy poderosa en directo y «Días de verano», con ese sonido del Pop Rock español de los sesenta, fue otro de los momentos de la noche. Salto al color cerraría el concierto con «Ondas do mar», «Mares igual que tú» y «Entre la multitud». Regresaron con «Kamikaze» de Gato negro, dragón rojo (2008) y «Tambores de la rebelión» para una épica «Hacia lo salvaje» donde intercalaron una acelerada y eléctrica «A galopar». Tocaba llegar al final con «Peces de colores», de su último disco, una canción de corte intimista tras una descarga de electricidad como la que había vivido el Palacio de los Deportes. Eran casi las dos de la mañana y no había ganas de irse. Amaral demostraron una vez más que son muy grandes, una de las principales bandas de la música popular de nuestro país.

Lo de Wilco en el Azkena 2019

Vitoria-Gasteiz (Álava), Azkena 2019, 22 de junio de 2019

Nueva edición del Azkena y allí que nos íbamos el sábado 22 de junio para ver a Wilco, aunque nos dio rabia no disfrutar de The B-52’s el viernes 21, a todo no llegamos. Pero teníamos anotados a Wilco desde el 22 de junio de 2018, cuando antes del concierto de Van Morrison anunciaron por las pantallas del festival que Wilco eran la primera confirmación de 2019…casi nada. Anotado quedó y allí estábamos, de nuevo en Mendizabala, aparcando lejos, contentos de otro año en Vitoria y van…van muchos desde aquel lejano 2004 y el fiasco de Ryan Adams pero el descubrimiento de Josh Rouse, el conciertazo de Mark Lanegan o el sabor que dejaron Fun Lovin’ Criminals y Urge Overkill, entre otros. Pero vamos al presente, que de la nostalgia no se debe vivir. Edición de 2019 y Wilco como gran reclamo. Allí estábamos Javi Castro y yo a las 19:00 horas tras el viaje de rigor desde tierras riojanas. El mismo perfil que todos los años, caras conocidas, y camisetas que delataban a lo que iba la gente a ver, muchas de The Cult, repetían con respecto a 2017, y también de Corrosion of Conformity y Pantera. Muy pocas de Wilco aunque estaba claro que mucha gente estaba allí por los de Chicago.

Llegamos a Mendizabala a punto de ver a Tesla. Los californianos fueron de la segunda línea del «Hair Metal» de finales de los ochenta, junto a gente como Mr. Big y compañía, aunque sonaron mucho y colocaron algunas baladas como «Love Song» y «Paradaise». Tesla pueden aparecer como una algo que no encaja con los tiempos pero, qué queréis que os diga, lo pasamos de miedo con Jeff Keith, Frank Hannon y los suyos. Guitarras y poses de la época, con un Keith muy en forma y con un Hannon fantástico junto a Dave Rude a las guitarras. Aceleraron en el show, dejaron de lado las baladas (muy pocas aunque sí «Love Song») y nos hicieron disfrutar con esos sonidos ochenteros que fueron barridos por el Grunge. Y versión incluida de «Blackbird» de The Beatles, entre otras.

Había que desplazarse al otro escenario para ver a Neko Case, una de las grandes voces del Country-Folk alternativo. Somos muy de Neko Case, y de The New Pornographers en el que colabora, pero ya veíamos que aquello no iba a funcionar al ver la ausencia de la batería en el escenario…Case salió acompañada de tres músicos y dio un concierto que no encajaba con el lugar ni el tipo de festival. Que Neko Case es brillante, sin duda, que aquel no era su sitio, también. Nosotros no estuvimos mucho rato pero no fuimos los únicos, aquello era un desfilar de gente hacia otros lugares, Corrosion of Conformity en el tercer escenario o cenar para pillar sitio para Wilco, que fue nuestra opción.

Wilco podrán gustar más o menos, podrán ser más o menos aburridos, podrán no tener un hit (a diferencia de Jack White con The White Stripes o The Black Keys), les pasa lo mismo a The National, pero son tremendos. Su concierto en Azkena 2019 es una barbaridad y nos supo a poco porque se salieron. Más allá de la mirada del fan, que lo soy, aquello fue una locura. Jeff Tweedy comandó a los suyos a poco más de hora y media de concierto en el que no dejaron títere con cabeza, y perdón por el tópico. El siempre fiel John Stirrat marcaba el tempo al bajo; Glenn Kotche hacía una exhibición de contundencia a la batería; Mikael Jorgensen dominaba los teclados desde los que iba incorporando sonidos a las canciones de la banda; Pat Sansone desempeñaba el rol de multinstrumentista, de las guitarras eléctricas y acústicas  a los teclados pasando por la percusión; y Nels Cline…luego hablamos de lo que hizo en «Impossible Germany», entre otras cosas.

Wilco centraron su concierto en el Yankee Hotel Foxtrot (2002) y en el A Ghost Is Born (2004), quedaron fuera The Whole Love (2011) y Schmilco (2016). Comenzaron con «Handshake Drugs» y ya fue un no parar, siguieron con la muy celebrada «I Am Trying to Break Your Heart» y «War on War» que precedió a una muy coreada «I’ll Fight». No daban descanso y «Misunderstood» nos llevó al Being There (1996). Por el camino cayeron también «Laminated Cat» de Loose Fur, la banda que hicieron Tweddy, Kotche y Jim O’Rourke, que dio paso a dos temas del trabajo con Billy Bragg sobre las letras de Woody Guthrie, los Mermaid Avenue (1998 y 2000), donde sobresalió «California Stars». El tramo final nos trajo el «Impossible Germany», uno de los momentos más celebrados en el que Cline nos puso la carne de gallina con un demoledor solo que llevó al público a otro estadio. Fue un momento tremendo, muy difícil de olvidar, pero Wilco seguían con sus cartas y nada mejor que «Jesus Etc.» y «Hate It Hate» para mantener la emoción. Una pena que del Summerteeth (1999) sólo cayese «I’m Always in Love». Se iba cerrando el concierto, «Heavy Metal Drummer» se convertía en otro de los grandes momentos del concierto; «I’m Am the Man Who Loves You» y «Random Name Generator» y «The Late Greats» cerraron un show que nos impresionó y que nos pareció de los mejores que hemos visto en Azkena.

Exhaustos con Wilco, la siguiente parada era para el tercer escenario con Morgan. Vale que Morgan es una de nuestras debilidades, pero es que en Azkena demostraron lo que tienen, y eso que Carolina de Juan, Nina, no parecía tener su voz en las mejores condiciones pero fue de menos a más y se salió junto a una banda que es espectacular. Paco López se salió en las guitarras e hizo de voz de apoyo de Nina; David Schulthess «Chuches» encandiló a los teclados; y la sección rítmica con Alejandro Ovejero al bajo y Ekain Elorza a la batería estuvieron a la altura. Fueron de menos a más, con sus canciones de North (2016) y Air (2018), con la crepuscular «Planet Earth» y con la dinámica «Blue Eyes» como comienzo; emocionaron con «Sargento de Hierro» y con «Home»; nos pusieron a bailar con «Flying Peacefully». Y en el cierre se salieron con «Thank You; con «Another Road (Gettin’ Ready)», donde intercalaron «Lose Yourself to Dance» de Daft Punk (¡maravillosos!); y fue brutal una «Marry You» en la que Nina sacó todas sus fuerzas. Y dejamos por el camino «Work», la emocionante versión de «The Night The Drove Old Dixie Down» de The Band; «Praying» y «Attemping».

No hubo tiempo para más, no vimos a The Cult con su recreación del Sonic Temple (1989), una lástima porque estábamos reventados, pero nos hubiese gustado ver de nuevo a Ian Atsbury y Billy Duffy defender «Eddie (Ciao Baby)», «Sweet Soul Sister» y «Fire Woman», entre otras, y no sonaban mal a lo lejos, y las crónicas los defienden, pero no dábamos más de sí.

Azkena 2019 será el año en el que vimos a Wilco por primera vez y no sólo cumplieron las expectativas sino que las superaron. Acertaron los organizadores en sus cabezas de cartel, y lo decimos tanto por el 21 como por el 22. Una gozada y un lujo regresar a Azkena un año más, no nos falléis.

 

Carolina de Juan ‘Nina’ irrumpe de la mano de Quique González y «Charo»

El último disco de Quique González junto a su nueva banda Los Detectives («Me mata si me necesitas») contenía un fantástico cúmulo de canciones: algunas estremecedoras, otras más sensibles, otras más agresivas… y una perla brillante y colorida, una sorpresa necesaria, un suspiro profundo que reclamaba de inmediato su protagonismo. Compuesta por Quique junto a César Pop e interpretada por la banda al completo, con el añadido de Santos Berrocal a la percusión, también participaba una enigmática joven, de voz desgarrada y suave al mismo tiempo, en esta pequeña canción con nombre de mujer que irrumpía por derecho en la cabeza del escueto listado del disco: se trataba de Charo, la número cuatro, y junto a la voz del autor sobresalía la de una desconocida Carolina de Juan ‘Nina’ (Caroline Morgan en los créditos).

Con el tiempo averiguaríamos que Nina ya tenía su propia banda, que se llamaba Morgan y desde Madrid proponía una maravillosa excepción en nuestro panorama musical que, lento pero seguro, se iría abriendo paso en todo tipo de escenarios durante los últimos dos años (les hemos podido disfrutar desde la modestia del «Vermú Torero» de Actual 2017 hasta la desmesura del reciente Mad Cool 2018) con fabulosos directos de sus dos discos llenos de gusto y calidad («North» y «Air»). De Quique González poco se puede añadir, consolidado como referencia del rock de autor en castellano sus canciones nos vienen acompañando desde hace años y se hace difícil recordarse defraudado por sus discos.

De una unión de semejantes talentos tan solo podía resultar una pieza genial como esta, profusa en guitarras y con Hammond incluido, de una ligereza superior al conjunto del disco y que se haría pronto y sin remedio con un lugar protagonista en sus directos (gira para la que contaría también con Nina a los coros) y en las preferencias de sus seguidores.