Cierto, hablar de Bon Jovi igual no es lo más «cool» o lo más «políticamente correcto» por decirlo en términos de estereotipos y prejuicios en relación a los gustos musicales. Pero Bon Jovi fue una banda que tuvo su momento y que todavía sigue en activo. A finales de los años ochenta, y especialmente con su tercer y cuarto disco, Slippery When Wet (1986) y New Jersey (1988), llevaron su Heavy Rock, que luego derivaría hacia un Pop Rock que ya tenía ahí sus bases, accesible al gran público y conquistaron a muchos seguidores a través de sus himnos de estadio y sus baladas imbatibles. Fue con Slippery When Wet cuando dieron un salto cuantitativo y cualitativo, con temas como «You Give Love a Bad Name», «Never Say Goodbye» o el «Livin’ On a Prayer», seguramente su canción más representativa. Estamos en esos años en los que estas bandas acabaron casi con la capa de ozono con la cantidad de laca que se ponían en aquellos peinados imposibles y los de Bon Jovi no eran una excepción. Con un cantante carismático, Jon Bon Jovi, un guitarrista virtuoso como Richie Sambora, la base rítmica formada por Alec John Such y Tico Torres, y los teclados, también marca de la casa, de David Bryan, su sonido encajaba en esa segunda mitad de la década de los ochenta pero no ha envejecido mal. Jon Bon Jovi y Sambora se encargaban de la composición de los temas, aunque también sabían buscarse reputados acompañantes puntuales que le daban el toque a la canción como Desmond Child o Diane Warren. A España llegaban los vídeos de Bon Jovi pero no alcanzaban la cima de las ventas, habría que esperar unos años más, cuando su tercer trabajo ya los había encumbrado en Estados Unidos, siendo etiquetados en la categoría de Heavy aunque algunos les llamasen «Heavy de peluquería». Para su cuarto disco tenían la tarea de superar el exitoso Slippery When Wet y le dieron el título de su Estado, New Jersey, del que ahora se cumplen treinta años. La producción volvía a estar en manos de un eficaz Bruce Fairbairn, especialista en el estilo con trabajos para Aerosmith, AC/DC, Poison, Kiss o Van Halen, entre otros. Y les salió un disco muy logrado, un trabajo que consiguió consolidar a Bon Jovi en la senda del éxito con el esquema de esos temas coreables de estadio que decíamos, los na na na na y demás imprescindibles, y esas baladas que siguen sonando en las radios nostálgicas. Y también con mucha testosterona, no faltaba en aquello época.
Para el comienzo, un «Lay Your Hands on Me» brutal, con el coro Góspel, estribillo pegadizo, riffs de Sambora a todo trapo y contundencia de casi seis minutos. Una buena carta de presentación a la que seguía otro bombazo, el «Bad Medicine» que se convertiría en otro de sus clásicos, que tampoco dejaba descanso al sucederse casi sin descanso y que atesoraba clichés del género. Y, como no hay dos sin tres, asegurando con la más predecible «Born to Be My Baby», coros y más coros de estadio para otro de sus imprescindibles en sus conciertos. La pausa la pone el medio tiempo de «Living in Sin», un tema que va creciendo en intensidad y en la que destaca la interpretación de Jon Bon Jovi.
«Blood on Blood» es una canción que todavía suena potente, esos teclados de Bryan le dan un contrapunto fantástico, con una batería muy de la época y que se va por encima de los seis minutos. «Homebound Train» no deja de tener la marca de ese periodo y vuelve a jugar con una contundencia más desatadas y los estribillos funcionan con fuerza y Bryan y Sambora dialogan con los teclados y las guitarras. Y lo mismo le pasa a «Wild Is the Wind», que igual es de los que peor ha envejecido de todo el disco, aunque Jon Bon Jovi canta con fuerza. «Ride Cowboy Ride» es un breve interludio que va a dar paso a un final de disco que tampoco va a dejar descanso.
Primero con «Stick to Your Guns» que cuenta con un tono acústico en su comienzo y que se desplazará hacia la épica, una deriva que no es muy habitual en la banda. Y llega el turno para el baladón incontestable, «I’ll Be There For You», una canción también de las clásicas de la formación y que no cae en el empalagosismo de algunas que sacarían en los años posteriores. Un tema intenso que fue parte de nuestra banda sonora de finales de los ochenta. «99 In the Sade» no es de los temas más conocidos del disco y, por eso, al repasarlo igual me ha gustado más aunque ese sonido de la batería…Y el cierre es para un «Love for Sale» minimalista, con un toque Blues y que cuenta con la voz de Jon Bon Jovi, la armónica y la guitarra, una canción que cierra de forma diferente uno de los clásicos del final de década.
Bon Jovi terminaban la década de los ochenta en lo más alto pero pronto llegaría el Grunge para revolverlo todo. Sin embargo, los de New Jersey capearían bien el temporal que venía desde Seattle con un convincente Keep the Faith (1992) y con su recopilatorio de 1994, el Cross Road que incluía «Always». Luego llegaría la baja de Alec Jon Such en 1994 y sus discos fueron perdiendo calidad aunque todavía habría algunas cosas interesantes. También Richie Sambora dejaría la formación en 2013, aunque ya había tenido sus momentos fuera de la banda. Pero Bon Jovi siguen ahí aunque hace muchísimo tiempo que no compramos ningún disco suyo, ni tampoco tenemos interés, pero aquellos trabajos y canciones de hace ya unas décadas siguen estando ahí, clichés y tópicos incluidos.