Era 1993 y éramos muy jóvenes, pensábamos que la invasión del Grunge sobre la música popular, las listas y todo lo demás iba a dar lugar a un nuevo escenario. Nos comprábamos todo lo que salía a lo que le ponían la etiqueta de «Indie», «Alternativo» o la propia de «Grunge». Sí, fueron años divertidos pero no sabíamos, ni siquiera lo podíamos intuir, que a todo aquello le quedaban dos telediarios y que la industria musical y la música tomarían otros derroteros. Pero volvamos a 1993. No hay que contar que Nirvana ya habían hecho «saltar la banca» con Nevermind (1991). Pearl Jam, Soundgarden, Alice In Chains y muchas bandas más aparecen en la MTV y, en nuestro país, hasta en Los 40 Principales. Además, la supuesta rivalidad de Nirvana y Pearl Jam hace las delicias de la prensa, presentándose a los primeros como paradigmas de la autenticidad y a los segundos como representantes de un Rock más «mainstream» (aquí, ya sabéis, vamos con Pearl Jam desde el minuto 1). En 1993, esa «batalla» llegaría con la publicación de sus siguientes discos con pocas semanas de diferencia, 21 de septiembre para In Utero y 19 de octubre para Vs. (Las ventas de Pearl Jam superaron notablemente a las de Nirvana). De sobra es conocido que Cobain no había quedado muy satisfecho con la producción de Butch Vig en Nevermind ya que, para Cobain, el sonido de la banda no se reflejaba toda la crudeza. Nirvana buscarían para su tercer disco una nueva dirección y la encontrarían en el icónico Steve Albini, uno de los representantes más destacados del underground norteamericano de los ochenta con Big Black. Albini había trabajado ya con Pixies, Urge Overkill, The Breeders, PJ Harvey, etc., y no se iba a andar con sutilezas, aplicando sus técnicas de producción para sacar toda la fuerza y angustia que Nirvana, y en particular Cobain, llevaban dentro, siendo seguramente uno de los grandes retos de la carrera de Albini. Ni que decir tiene que, parte de los que esperaban un «Smells Like Teen Spirit» segunda parte, o un «Come as You Are» de nuevo, se quedaron de piedra con la salida de «Heart-Shaped Box», y con uno vídeo del que no tengo un buen recuerdo.
A mí también me dejó un tanto estupefacto pero también por la enorme fuerza de la canción, como veremos posteriormente. In Utero alcanzó lo más alto de las listas desde el minuto 1 pero estaba claro que no iba a contar con unos singles como los de Nevermind y, es una hipótesis, no creo que Nirvana los buscasen. De hecho, las ventas de este trabajo fueron la mitad en Estados Unidos que las de su predecesor. El disco es acelerado, no hay mucho espacio para la sensibilidad más Pop de Cobain, aunque estaba, y la sensación de angustia y oscuridad es una presencia constante. Pero es un grandísimo disco y posee muy buenas canciones, algunas de las cuales alcanzarían una nueva dimensión con el acústico MTV Unplugged in New York (1994), al que le tocará su revisitación el año que viene en su veinticinco aniversario.
«Serve the Servents», una de mis canciones favoritas del disco, es un comienzo que ya anuncia lo que viene, ruido y guitarras y una forma de cantar de Cobain con mucha rabia. En «Scentless Apprentice» la furia continua, la batería de Dave Grohl es tremenda al comienzo y la voz de Cobain se quiebra a la par que las guitarras están afiladísimas. Llega el turno para la angustiosa «Heart-Shaped Box», que ya hemos señalado que pilló a mucha gente con el pie cambiado, tema muy oscuro y poco dado a la celebración. No sé si «Rape Me» sería una canción que se publicaría hoy, una denuncia brutal con un mensaje contundente, con un Cobain gritando de forma desencajada al final. Otra de mis favoritas es «Frances Farmer Will Have Her Revenge In Seattle», guitarras distorsionadas para rendir homenaje a la actriz Frances Farmer, originaria de Seattle y con una biografía desgraciada al querer levantarse contra las convenciones sociales de su época, las décadas centrales del siglo XX, sufriendo un duro tratamiento psiquiátrico con lobotomía incluida. Con «Dumb» da un breve respiro al ser un tema más melódico, ese sonido del chelo que también le da un toque de oscuridad, y que contribuye a construir una gran canción.
En «Very Ape» no llegan a dos minutos de fuerza Punk y con «Milk It» se lanzan a sonidos todavía más contundentes, aunque es un tema más complejo en su estructura en el que juegan con los ritmos y tonos. «Pennyroyal Tea» es otra de las canciones más destacadas de todo el disco, muchísima potencia y guitarras de nuevo destacadísimas. En «Radio Friendly Unit Shifter» toman protagonismo las guitarras distorsionadas y en «tourette’s» retoman el sonido Punk con Cobain fuera de sí en poco más de minuto y medio. Casi finaliza el disco con una fascinante «All Apologies», vuelve a aparecer el chelo, con un inicio maravilloso y una fantástica melodía. Pero queda una canción escondida tras veinte minutos, una rareza titulada «Gallons of Rubbing Alcohol Flow Through the Strip», una locura ruidista de más de siete minutos.
Kurt Cobain, Krist Novoselic y Dave Grohl son historia de la música y, posiblemente, estaba en el aire el futuro de la banda pero nadie espera que In Utero fuese su último disco. Aventurar qué hubiese pasado es meterse en ciertas hipótesis incontrastables. El 5 de abril de 1994, apenas unos seis meses después de publicar su último trabajo, Cobain se suicidaba y comenzaba otro periodo. Nirvana siguen siendo hoy una banda totalmente reivindicada y su legado permanece inalterable.