Se acerca la fecha del nuevo disco de Foo Fighters, Concrete and Gold, que será el noveno trabajo de una formación por la que no mucha gente apostaba en 1995, cuando debutaron con su disco homónimo. Obviamente, las ‘sospechas’ parecían obvias, el batería de la banda por antonomasia de comienzos de los noventa, Dave Grohl, se lanzaba a recoger el testigo de Nirvana cuando al Grunge ya le habían pasado el BritPop o el Neo Punk. Pero no, Grohl no buscaba continuar la senda de Nirvana, Grohl iba a otra cosa. Aquí somos muy de Foo Fighters, aunque reconocemos que sólo han hecho un disco sobresaliente, el Wasting Light de 2011. En el resto de sus trabajos hay himnos, trallazos de Rock duro que les han situado en la categoría de ‘llenaestadios’ y en una de las últimas esperanzas del Rock & Roll ya que llegan a un amplio abanico de público. Tienen sus detractores, e incluso todavía hay gente que sigue considerando a Grohl un chiste, pero para nosotros no y aquí nos acercamos a su segundo disco, el que inicio seguramente el camino que tomaría Grohl tras un buen debut en el que se hizo cargo de todos los instrumentos y que era un trabajo más crudo y orgánico. Para The Colour and the Shape ya estaban Pat Smear y Nate Mendel, que también iban a participar en la composición de buena parte de los temas, reclutados junto al batería William Goldsmith en 1995 con el objeto de defender en directo el debut de Foo Fighters. Smear, un veterano que había formado parte de los punks Germs, alcanzó visibilidad con su participación en el MTV Unplugged in New York (1994), el testamento de los de Seattle, al fondo con la guitarra acústica. Goldsmith sería sustituido por Taylor Hawkins en 1997, conformando el primer núcleo duro de Foo Fighters, aunque Smear abandonaría la formación antes de finalizar el año. Pero, como decíamos, Grohl iba a definir en buena medida su camino con su segundo disco, un trabajo que se caracteriza por una cierta irregularidad y por contar con temas centrales de su discografía. Sonidos de guitarras aceleradas, cañeras, deudoras en parte del Punk pero también con un punto melódico, no era lo que predominaba en aquel lejano ya 1997 cuando el BritPop entraba en combustión y se abrían otras tendencias que nunca alcanzarían ya un protagonismo central en la música popular. Pero Grohl y Foo Fighters parecían saber que la partida se jugaba en la perseverancia, en aguantar la apuesta, siendo conscientes creo de sus limitaciones, y que aquello era una carrera de fondo como se pudo observar tiempo después.
El comienzo del disco era suave, ‘Doll’ apenas superaba el minuto y medio y era como una letanía lejana que daba paso al trallazo muy Punk de ‘Monkey Wrench’, para mí una de las grandes canciones de Foo Fighters, y donde Grohl saca toda la furia y que sería el primer single del disco. Luego llegaría el turno para una canción más rockera, con este tono épico incluso, más predecible si se quiere, como es ‘Hey, Johnny Park!’. Pero la continuación perdería fuelle, ‘My Poor Brain’ es más melódica en su comienzo, luego crece en intensidad, y no funciona también, incluso el falsete de Grohl suena raro. ‘Wind Up’ nos mantiene sumergidos en el valle, reiterativa de nuevo, mezclando la melodía con el Rock más duro. Y ‘Up in Arms’ es uno de los momentos más bajos del disco, una balada intrascendente, combinando ese esquema de comienzo suave y luego golpe de efecto pero aquí con un trasfondo Pop que tampoco acaba de convencer. Menos mal que llega ‘My Hero’ para demostrar que estos tipos van en serio, una canción potentísima con ese bajo del comienzo, unas guitarras oscuras con resonancias de los Pixies y Nirvana (no en vano, el productor Gil Norton también trabajó con los primeros), siendo una de las tres canciones sobresalientes del disco.
Claro que los Foo Fighters no están por la labor de ponerlo fácil y ‘See You’ es como un punto de descanso, con ese toque Swing que queda extraño. La recuperación cae de la mano de ‘Enough Space’, Rock duro y guitarras cañeras para que no te despistes porque luego aparece ‘February Stars’, otro tema prototípico y baladístico que comienza de forma acústica y sólo remonta al final cuando le meten toda la tralla en un final épico y cargado de dramatismo. Pero no hay que rendirse porque hay premio, ‘Everlong’, otra de las grandes canciones de los Foo Fighters, sin dejar de lado sus esquemas, aquí con un toque Pop que se cuela entre las guitarras poderosas de Smear y Grohl y con una base rítmica contundente, un clásico que contó con un fantástico vídeo dirigido por todo un Michael Gondry, habitual en estas lides y que ha trabajado con Radiohead o The White Stripes entre otros, con unos impagables Grohl y, especialmente, Hawkins. Con esto podrían haber terminado pero nos tocaba una balada de nuevo, ‘Walking After You’, para demostrar que estos temas no les salen tan bien, y una correcta ‘New Way Home’ para cerrar, guitarras melódicas aunque sin perder la fuerza.
Segundo disco de unos Foo Fighters en los que Dave Grohl consolidaba la formación, aunque Smear la abandonaría poco después de publicarse el disco y la banda funcionaría como terceto durante unos años. The Colour and the Shape se inserta en esos discos de Foo Fighters en los que hay altibajos, pero que siempre cuentan con algunos temas poderosos. Iban definiendo su sonido y este segundo trabajo fue un punto clave, alejándose ya no solo de cualquier etiqueta como el ‘Grunge’ sino incluso de ser calificados como ‘Post Grunge’. Nosotros esperamos con ganas su nuevo disco, aunque no creemos que sea una obra maestra, pero seguro que lo disfrutaremos. Ah, y con ganas de verlos en directo, que no hemos podido todavía.