Vives en las cintas que me grabaste del periodista de Rolling Stone Rob Sheffield y publicado por Blackie Books, cuenta con uno de los títulos más atractivos que he visto. A continuación viene un subtítulo que te da la explicación: «Una historia musical de amor y pérdida». Y aquí te quedas hecho polvo. La sinopsis es la siguiente, y no destripo nada: Rob se enamora de Renée, comparten su afición por la música; Rob le graba cintas; se casan, llevan su vida de búsqueda de su sitio laboral y personal y, de repente, Renée fallece súbitamente. Vale, he sido muy explícito. La historia de la pareja y del dolor de Rob tiene un hilo conductor que es la música, especialmente esas cintas que Rob grababa. Hay que tener en cuenta que la historia transcurre, principalmente, en la segunda mitad de los ochenta y buena parte de la década de los noventa, aunque Sheffield también se centra en su infancia y juventud. Y todo tiene de fondo la música y gira alrededor de la música. Y es que la música tiene ese poder, esa fuerza de llevarte, de acompañarte en los buenos y en los malos momentos, de centrarte, de subirte y de bajarte. Las canciones nos recuerdan a las personas, los años, los hechos, los acontecimientos y esas cosas pequeñas de la vida cotidiana que son tan importantes. La música está vinculada a una mirada, a un olor, a una caricia, a un momento. Y es lo que transmite este delicioso libro.
La mayor parte del libro es optimista y vital, las canciones fluyen, vemos cómo transcurren los años y van cambiando los estilos musicales. Rob y Renée son fans de la música alternativa, hay muchos grupos de radios universitarias norteamericanas, desde REM hasta Pavement, sus favoritos junto a Big Star, fondo con el que se conocieron. Pero también hay espacio para el Pop y el eclecticismo que nos muestra que todas las canciones sirven para enmarcar recuerdos. Viven la irrupción del Grunge y cómo todos los grupos y artistas que les gustan alcanzan el mainstream, y lo viven como un triunfo. Van a conciertos, escriben de música, Rob tiene un programa de radio, compran discos, y Rob graba cintas para Renée, para fiestas, para fregar, etc. Por cierto, ¿alguien me puede explicar que hace en una de las cintas «En tu fiesta me colé»?, y es que todos los capítulos comienzan con la caratula de una casete. Pero llega el momento de la muerte de Renée y todo se torna muy sombrío. Asistimos a una parte de gran intensidad y emoción como es el del duelo pero los últimos capítulos, hasta que atisbamos que Rob comienza a recuperarse, son durísimos. Eso sí, siempre está la música de fondo.
Yo soy uno de aquellos que grababa cintas a las chicas que te gustaban, a amigos y amigas, para las fiestas. Recuerdo que en estas últimas siempre estaban tres temas de la BSO de The Blues Brothers: «Think», «Shake a Tailfeather» y «Everybody Needs Somebody to Love». Ahora recuerdo esas cintas, aunque realmente nunca las olvidas, y cómo establecías el orden de las canciones y las combinaciones, algunas estaban prohibidas, y también había que evitar repetir artista o banda. Todo un arte. Rob Sheffield nos recuerda esa época que ya se fue, en la que grabábamos cintas, pero nos muestra el gran valor y la importancia de la música. Emocionante.