Temple of the Dog o la confluencia entre Soundgarden y Pearl Jam

A 1991 lo vemos a recordar en lo musical por muchos discos enormes. Los de Nirvana, Pearl Jam, Guns N’ Roses, R.E.M., U2, Red Hot Chili Peppers… son solo unos pocos y faltan más. Además, 1991 fue el año de entronización del Grunge, de lo que ya hemos hablado y teorizado largo y tendido, y seguiremos. El caso es que, entre todo aquello, queda a veces en un segundo plano, aunque no para los seguidores de Pearl Jam y Soundgarden, Temple of the Dog. Vaya por delante que Temple of the Dog surgió como un tributo a Andrew Wood, carismático líder de Mother Love Bone, la banda que podría haber estado en primera línea de todo el movimiento Grunge también si Wood no hubiese fallecido por sobredosis de heroína en 1990. La historia es conocida, en Mother Love Bone estaban Jeff Ament y Stone Gossard. Wood estaba llamado a ser un icono pero… También era amigo y compañero de piso de un Chris Cornell que, por entonces, ya llevaba dos discos con Soundgarden en la incipiente escena de Seattle. Cornell quedó muy afectado por el fallecimiento de Wood, lo mismo que Ament y Gossard, hay documentales en los que se emocionan. Ament y Gossard reclutaron a Mike McCready y a Dave Krusen, olvidado primer batería de Pearl Jam y que grabó Ten (1991), y a Eddie Vedder. El caso es que Cornell contaba con algunas canciones escritas para afrontar el dolor por la pérdida de Wood y comentó a Ament y Gossard la posibilidad de grabarlas. Estamos en 1990, Pearl Jam es un proyecto incipiente pero en desarrollo. Cornell, que escribirá todas las canciones del disco y la mayor parte de las letras, une a Matt Cameron a la batería, luego llegará a Pearl Jam, y Ament y Gossard suman a McCready. También se apunta un Vedder recién llegado a Seattle aunque su protagonismo será mucho menor. Temple of the Dog tomaron el nombre de la letra de la canción «Man of Golden Words» y a la producción del disco estaría Rick Parashar, que se encargaría de Ten de Pearl Jam, Sap de Alice in Chains, o el debut de Blind Melon, junto a la propia banda. Un disco de un super grupo del Grunge que salió antes de Ten y del tercer disco de Soundgarden, Badmotorfinger, los dos de ese mismo año y ya con la irrupción del Grunge como ariete, lo que benefició el recorrido de Temple of the Dog. Un disco emocionante y emotivo, un trabajo en el que brilla Chris Cornell más comedido que en Soundgarden pero con su agudo característico, McCready y Gossard marcan con sus guitarras un sonido expansivo, y la base rítmica de Cameron, sobresaliente, y Ament también es determinante, especialmente el primero.

Comienzan con «Say Hello 2 Heaven», que Cornell escribe como respuesta al fallecimiento de Wood, canción muy emocionante que responde al arquetipo del Grunge, doliente y creciente con un Cornell lanzando sus característicos agudos. También «Reach Down» está centrada en el fallecimiento de Wood, aquí se van más allá de los once minutos con las guitarras como protagonistas y Cameron en modo mariscal, aunque el protagonismo es para McCready y Gossard. «Hunger Strike» es la más conocida de la canciones de Temple of the Dog, aquí se incorpora Vedder en ese diálogo con Cornell, y lanzan un hit tremendo, de nuevo épico y emocionante. Ament y Gossard firman la música de «Pushin Forward Back», un trallazo guitarrero que rompe un poco con la línea del comienzo del disco, más pesado y épico. También una gran canción, sin duda alguna. La intensidad retorna con «Call Me a Dog» si bien no es menos cierto que tiene un sonido de Rock más clásico, muy expansivo y épico.

«Times to Trouble» cuenta con la música de Gossard y tiene un comienzo muy atmosférico y ambiental, un sonido muy Grunge también para otra canción en ascenso en la que se incorpora la armónica. «Wooden Jesus» es otro tema que responde a la época, de nuevo un tono pesado acompañando a las guitarras. En «Your Savior» encontramos un cierto contraste entre la forma de cantar de Cornell, que mete la pausa, y el sonido de las guitarras de McCready y Gossard. También firma Gossard la música de «Four Walled World», casi siete minutos de épica con Cornell lanzando sus agudos. Y el final es para el momento más flojo, «All Night Thing», en la que batería de Cameron cambia de ton, hay incluso sonido de órgano, y es la más ecléctica de las canciones del disco.

Como decíamos anteriormente, esta barbaridad de disco se benefició del impacto del Ten, que arrastró muchísimo al disco, al igual que el Badmotorfinger, aunque Soundgarden ya contaban con su trayectoria. El caso es que Cornell hizo una maravilloso homenaje a su amigo Andrew Wood, junto a sus compañeros y amigos en Mother Love Bone, Ament y Gossard, y la incorporación de McCready, Cameron y Vedder. Un disco que supura emoción por los cuatro costados. No hubo más discos de Temple of the Dog, más allá de reuniones puntuales en conciertos, así como interpretaciones de temas en homenajes a Chris Cornell tras su fallecimiento, y las inevitables reediciones con extras y demás. Treinta años ya de esa confluencia de talentos, pero en una fase anterior a todo lo que llegaría después.

 

«No Code» o la cuarta entrega de unos Pearl Jam más exigidos que nunca

Volvemos a 1996 en los aniversarios de Los Restos del Concierto. Y lo hacemos con Pearl Jam, no podían faltar. Este año hay unas cuantas efemérides pero 1996 es un punto de inflexión para nuestra banda favorita. Las circunstancias no estaban muy a favor de los de Seattle. Primero, el Grunge ya estaba fuera de juego con el suicidio de Kurt Cobain pero también con la llegada del BritPop y del Punk Rock de Green Day y Offspring. Como vimos hace unas semanas, Alice in Chains iban de retirada y también Soundgarden, a los que retornaremos. Pearl Jam eran la gran banda superviviente, habían pasado menos de cinco años desde su debut, pero tenían que enfrentarse a su propio legado: Ten (1991), Vs. (1993)Vitalogy (1994). Había pelos en la gatera con las tensiones internas fruto de las discrepancias de Vedder con el núcleo fundador, especialmente Ament, así como la baja del batería Dave Abbruzzese en 1994, sustituido por Jack Irons. En el camino, fue clave que la banda grabase con Neil Young Mirror Ball (1995), donde no aparecen acreditados, para superar esas tensiones internas. Además, estaba el desgaste de la batalla por el precio de las entradas que era y es Ticketmaster, y que perdieron. Es decir, todo era muy complicado y rápido para una banda que tenía que coger la antorcha generacional pero que también había entrado en sus dudas existenciales así como las relacionadas con su posición en la industria musical. Recordemos que no grababan vídeos. Por eso, la llegada de No Code sorprendió a los que esperaban (esperábamos) una continuación de la serie anterior. No, no fue un Vitalogy II pero es que tampoco lo pretendían, en aras de su autenticidad. También fue un disco en el que la pulsión artística estaba más presente, desde esa portada y todas las polaroids que venían en el interior. Vedder lleva el peso de la composición, se hace cargo de prácticamente la totalidad de las letras, en un disco que va de más a menos.

«Sometimes» (Vedder) ya es una muestra de ese tono más pausado, una perspectiva más ambiental con los teclados y el piano con un protagonismo mucho más grande. Con «Hail, Hail» retornan al Rock con un punto más Punk, es una canción de Ament, Gossard y McCready. Es puro Pearl Jam con esa garra y fuerza que mantienen intacta, una canción que será muy interpretada en directo. El primer single del disco fue «Who You Are» de Gossard e Irons, una canción que tenía un tono más ensimismado y que generó esa sorpresa para los que esperábamos, la mayoría, un «Spin the Black Circle» otra vez. La canción va creciendo y con el tiempo ganó, destacando el sonido de la percusión. «In My Tree» incorpora a Vedder a la dupla anterior de compositores, también más acompasada en su comienzo y con un tono más progresivo, aunque luego crece en intensidad. «Smile» (Ament) es una canción poderosa, un tanto escondida en el disco, esas guitarras ye se tono más pesado que recuerda a Neil Young, recordemos que venían de grabar con él. Sin duda alguna, una de las canciones más importantes de todo el largo. «Off He Goes» (Vedder) es una de las canciones más conocidas del disco, también muy interpretada en directo, un tono introspectivo de nuevo que será repetido en las siguientes dos décadas y media, una canción que mece y es más sutil, yéndose más allá de los seis minutos. Vedder también aporta la más Punk Rock «Habit», tira de voz más ronca para un tema muy convencional que no deja mucha huella.

La segunda parte comienza con la épica y crepuscular «Red Mosquito» que firma toda la banda, una canción de nuevo en la línea de Neil Young que también será recurrente en el futuro, siendo una de las escondidas del disco que gana con los años. En poco más de un minuto despachan «Lukin» (Vedder), una canción de garra Punk, aceleración y guitarras, con un Vedder fraseando. McCready firma «Present Tense» que se va a los casi seis minutos, una canción que comienza con un tono crepuscular, que es el que domina el tempo, aunque también hay espacio para el Rock de guitarras. Gossard firma letra y música, y canta, «Mankind», un tema Power Pop que le queda resultón y poco más, comenzando el descenso de nivel de un tramo final con «I’m Open», de Irons y Vedder, de tono más experimental y ambiental, como de letanía por momentos, aunque luego se va también a lo expansivo. Cierran con «Around the Bend», una canción de Vedder que también será una tendencia de futuro, cadencia pausada y un tanto pesada para otra canción que, siendo de las menos logradas, gana con el tiempo.

Como decíamos anteriormente, hay que entender el disco en el contexto del tiempo y de la banda, en todo lo que les había pasado y hasta la cima que habían subido en poco más de un lustro. Con este disco, Pearl Jam quisieron dar un paso o dos atrás para consolidar su posición. No lo entendimos mucha gente pero luego hemos valorado No Code con la justicia que merece. Ciertamente, luego presentarían el más logrado Yield (1998), del que ya hablamos en su momento. Veinticinco años de No Code, ¡cómo pasa el tiempo!

Pearl Jam, «MTV Unplugged»

Nos puede el completismo con Pearl Jam. Es lo que tiene que sea tu banda favorita. Sin embargo, la edición del MTV Unplugged no deja de ser anecdótica. Era el comienzo de los noventa y la MTV estaba lanzada con sus serie Unplugged, esos desenchufados que aquí nos llegaban a los que no teníamos parabólica, la mayoría, a través de los vídeos que se emitían en Canal +, con los artistas sentados, con una disposición en círculo generalmente, y con un público alrededor también sentado y lanzando gritos de emoción al comienzo de las canciones y aplausos al final. Salían discos que vendían muchísimo, como el de Eric Clapton que en 1992 arrasó. Luego llegarían otros. Pero, por la cadena pasaban muchos más artistas de los que luego saldrían sus discos, una minoría aunque a la lista se sumarían Mariah Carey, Bob Dylan, Rod Stewart, Neil Young…y dejamos para luego los hitos de Nirvana, por trascendencia, y de Alice in Chains, por su calidad mayúscula. Unos de los que pasaron por allí fueron Pearl Jam, concretamente el 16 de marzo de 1992, madre mía. Pearl Jam ya eran todo un fenómeno con el Ten (1991) y el Grunge convirtiéndose en el mainstream del Rock en las listas y en la crítica. Un nuevo canon se institucionalizaba y Pearl Jam iban a ser determinantes. En menos de un año, unos jóvenes Eddie Vedder, Jeff Ament, Stone Gossard, Mike McCready y Dave Abbruzzesse, el batería en el periodo 1991-1994, se habían convertido en una de las bandas del proyecto, sin olvidar la presencia de varios de ellos en Temple of the Dog, el homenaje de Gossard, Ament, McCready, Chris Cornell, Matt Cameron y Vedder a Andrew Wood, de Mother Love Bone, disco que también había sido un éxito. Pero, para esta presentación en acústico, Pearl Jam contaban con Ten, que no es poco obviamente, y poco más, aunque no faltaría «State of Love and Trust», una de sus grandísimas canciones y que incluirían en el Friends de Seattle que fue Singles (1992), la película imprescindible de Cameron Crowe que tiene todas las virtudes y vicios del momento, pero de la que siempre defenderemos su increíble banda sonora y algunas cosas más. Bueno, volviendo al MTV Unplugged, había ganas de tenerlo físicamente, aunque ya había sido publicado de forma limitada en el Record Store Day en vinilo, y lo cierto es que tengo que darle la razón a mi hermano, es un disco testimonial, pero poco más. Primero, el setlist se reduce a siete canciones, poco más de treinta y cinco minutos de actuación. Algunas canciones, como veremos se resienten y es Vedder el que toma más protagonismo con su intensidad y forma de cantar. No quiere decir que el resto queden en un segundo plano pero, las guitarras de McCready y Gossard lucen menos.

Comienzan con «Oceans», que seguramente sea una de las canciones que mejor se ajusten al formato por su tono expansivo y ambienta, Vedder tira de intensidad y la banda le sigue. Ya en «State of Love and Trust» se observa que se pierde fuelle, en una canción tan brutal como esta…, la interpretación nos convence menos porque está como descompensada. «Alive» también tendría un mayor encaje con el formato acústico pero parece también ir a medio gas lo que le hace perder trascendencia. Seguramente el momento álgido sea la intensa «Black», creo que es la mejor de todas la canciones en el formato acústico de este disco, y con Vedder tirando de una emotividad enorme. «Jeremy», muy celebrada por el público, también se ve lastrada y pierde carga dramática. Y «Porch» cierra el disco con un punto más deslabazado y parece, incluso, que les cuesta arrancar.

Es un testimonio interesante, no cabe duda, pero parece muy fiado a la capacidad interpretativa de Vedder, de la cual no hay duda. Si queremos un acústico fantástico de Pearl Jam, yo me quedo con el Live at Benaroya Hall (2004). Lo cierto es que este directo nos ha rejuvenecido casi treinta años pero, creo que más trascendente el de Nirvana, obviamente, y mejor el de Alice in Chains, que analizaremos muy pronto. Y, en 2021, más Pearl Jam con el treinta aniversario de Ten y del disco de Temple of the Dog, y el veinticinco de No Code, su cuarto trabajo en 1996 tras completar la trilogía imbatible de Ten, Vs. y Vitalogy. Casi nada…