La audacia de Sly and the Family Stone

Pocas figuras de la música de los sesenta y primeros setenta fueron tan relevantes e innovadoras como Sly Stone, nacido Sylvester Stewart. Lejos de las corrientes del Soul que iba a alcanzar el éxito masivo desde la Motown, la Stax, Atlantic, etc., Sly and the Family Stone bebían de otras influencias y sonidos. Eran de San Francisco y el Rock y la Psicodelia estaban en el ADN, junto con el incipiente Funk. Además, era una banda que destacaba porque era multirracial en un contexto en el que los puentes entre los dos grupos étnicos más importantes de Estados Unidos estaban como estaban, y en parte hay cosas que no han cambiado. Pero allí estaba aquel imponente Sly Stone, líder y figura carismática del combo, en el que también entraban sus hermanos Freddie a la guitarra, Rosie a los teclados y voces y Vet como cabeza del trío de coristas. También destacaban la trompetista Cynthia Robinson o el saxofonista Jerry Martini, junto a Gregg Errico en la batería y Larry Graham al bajo,  en una numerosa banda que era una máquina en directo como se ve en los vídeos de YouTube. Como decíamos, Sly and the Family Stone se establecieron en San Francisco donde bebieron de aquella Psicodelia y del movimiento hippie, pero había Soul y Rock además de comenzar a militar en un Funk incipiente. El disco que nos ocupa pertenece a la serie The Essential, que editó Columbia a través de sus sellos. Es un doble CD que cuenta con treinta y cinco canciones que van de 1967 a 1975 cuando la deriva de Sly acaba con la formación clásica. Durante ese periodo ocho discos que alcanzará una de sus cimas en There’s A Riot Goin’ On de 1971, con permiso de Stand! (1969), con toda la carga simbólica posible y como respuesta al clásico What’s Going On de Marvin Gaye de ese mismo año. El último disco de la serie que se recoge aquí es High on You de 1975, ya firmado como Sly Stone y con la calidad descendiendo desde su cima señalada anteriormente. The Essential, publicado en 2002, sigue un orden crononológico que marca un poco la evolución de un compositor, Sly Stone, y de una banda que eran espectaculares.

A Whole New Thing, el debut de 1967, aporta dos canciones tan grandes como «Underdog», ese sonido Funk ya incipiente, y «I Cannot Make It» de tono más Soul Pop y con los vientos y las voces desatadas. Dance to the Music (1968) cuenta con dos canciones también. «Dance to the Music» es uno de sus clásicos con su sonido psicodélico y ese Hammond brutal. «Are You Ready?» es otra maravilla, canción de llamada con un sonido Funk poderoso. De Life (1968) ya son cuatro las canciones que aparecen, el Soul expansivo y de celebración se cuela en «Fun» y «M’Lady», dos temas que inciden en la presencia de los vientos y de las voces. Stand! de 1969 coloca ocho canciones, ni más ni menos y ojo a la enorme capacidad de producción que tenían en aquellos años, sin resentirse la calidad. En realidad, es el disco entero el que aparece en el disco recopilatorio, muestra de su valor. A destacar la explícita «Don’t Call Me Nigger, Whitey», una canción espectacular con ese sonido que adelante la Blaxploitation, el tono oscuro y poderoso y las guitarras psicodélicas. El juego de voces y el Soul más cálido están presentes en «Somebody’s Watching You» y «Sing a Simple Song» es un Funk explosivo, ese bajo y esos vientos, ufff… «Everyday People» es un clásico imperecedero, una canción reivindicativa con una letra de mensaje de respeto, y con una melodía imbatible. Y qué decir de «You Can Make It If You Try», otro tema clásico que llama a la acción. «Hot Fun in the Summertime» hace su aparición como parte de un grandes éxitos de 1969, un Soul meloso que también es imprescindible en su repertorio. Lo mismo que «Everybody Is a Star», que comienza tranquila y luego va creciendo para un mensaje de afirmación. Cierra el primer CD «Thak You (Falettinme Be Mice Elf Again)» que es un Funk donde el bajo de Graham vuelve a brillar.

El segundo CD comienza con ocho de los doce cortes de There’s A Riot Goin’ On. Mejor apertura que el Soul psicodélico de «Family Affair», imposible, una de esas canciones míticas de un periodo. En «Luv N’ Haight» hay Funk y Rock, esa guitarra haciendo el «wah-wah», para otra canción imprescindible. Como «(You Caught Me) Smilin'», un Soul que luego deriva hacia el Funk creciendo la intensidad. De todas las canciones de este disco también me resulta clave «Brave & Strong», una canción de nuevo lanzada al Funk pero con un sonido más ambiental. El tono más progresivo se apunta en «Just Like a Baby», un tema más pausado. A partir de aquí, sigue habiendo grandes canciones pero el nivel comienza a reducirse. Fresh (1972) aporta otras seis canciones, que con las ocho del anterior hacen catorce de las diecisiete de este segundo CD, y hay como un sonido más progresivo sin dejar de lado el Funk, que ya es muy dominante en el mundo de la música negra. Sin embargo, esa deriva se observa en la un par de peldaños por debajo «In Time». Aunque también tienen «If You Want Me to Stay» que es seguramente su última grandísima canción, un Funk con unos vientos que siguen fascinando. Más experimental es «Frisky» y esas líneas se observan, en menor medida, en «Skin I’m In», y más en «Babies Makin’ Babies». El tramo final es para los dos últimos discos del periodo, donde las cosas a nivel interno no estaban muy allá. Small Talk (1974) cuenta con la sobreproducida «Time for Livin'», cuerdas incluidas, y la muy de la época «Loose Booty». El cierre es para la única canción de High On You (1975), ya firmado por Sly Stone como hemos señalado, siendo una canción que ya va perdiendo esa potencia.

Se puede decir que aquí termina la historia de Sly and the Family Stone de su periodo más importante, aunque no es menos cierto que habría solo tres discos más hasta 1982, y que Sly Stone entraría en una espiral poco recomendable debido a su abuso de las drogas, que sería un factor determinante para el final de la banda, como hemos señalado. Un Sly Stone que pasó por situaciones bastante calamitosas no hace muchos años, viviendo prácticamente en la indigencia. Una verdadera lástima porque Sly and the Family Stone podrían haber dado más de sí. Fueron claves para todo el sonido Funk que se consolidaría en los años setenta y tuvieron su influencia en la música Soul, R&B, etc., desde entonces, con figuras como Prince y compañía siendo en parte deudores de su sonido. Muy grandes. No cabe duda.

Khruangbin, «Mordechai»

Tenía mis dudas al adquirir Mordechai, el tercer disco del trío de Houston Khruangbin, nombre complicado de pronunciar. Me fascinó «Time (You and I)», una canción fascinante, pero tenía mis dudas con otros temas. La carrera de los texanos venía precedido de dos discos, The Universe Smiles upon You (2015) y Con todo el mundo (2018), así como de un EP con su paisano Leon Bridges, Texas Sun (2020), un trabajo que tiene algunas aportaciones interesantes. El trío, formado por un virtuoso Mark Speer como guitarrista, Laura Lee como bajista y voz, y Donald DJ Johnson a la batería, se caracterizan por un sonido instrumental y psicodélico en el que van jugando con distintas influencias. En su bagaje caben desde exploraciones vinculadas al Santana más espiritual a tonos Funk, Soul e incluso del Flamenco y la Rumba, habiéndose declarado seguidores de El Fary (!). Mordechai ha sido el salto adelante de los de Houston, aunque la crítica no ha sido tan benevolente con el disco, algunas han sido tibias. Nos encontramos ante un trabajo muy ambiental y atmosférico que, en algunos momentos, se hace un tanto pesado, como si se estuviesen gustando mucho. Curiosamente, es cuando abordan canciones con la voz de Lee, estas crecen, así como cuando se muestran más eclécticos. Es un disco interesante, pero tampoco creo que sean de los que te dejan una gran huella, aunque tiene algunas canciones fascinantes.

El comienzo del disco con «First Class» ya nos indica el tono dominante del disco, un sonido ambiental, acompasado y psicodélico, con un punto Funk. El bombazo llega con la irresistible, por no hablar de su video, «Time (You and I)», una canción que aborda el Funk Soul de los setenta con la voz de Lee destacando, para no parar de bailar. «Connaissais de Face» nos retorna al instrumental con texturas psicodélicas y atmosféricas. Y en «Father Bird, Mother Bird» se adentran en los sonidos de Santana, es uno de los mejores instrumentales del disco. Menos lograda está «If There Is No Question» que es más psicodélica si cabe, con una voz de fondo sutil.

La segunda parte comienza con una rumbera «Pelota», canción cantada en español y que convence, fantástica. «One to Remember» es muy expansiva, de nuevo un instrumental que, por momentos, se hace un poco plomizo. Y regresan al toque de Santana en la guitarra con «Daerest Alfred», más pausada si cabe. Sin embargo, vuelven a demostrar que tienen puntos muy fuertes en canciones Pop como «So We Won’t Forget», de nuevo con la voz de Lee, y que va creciendo. El cierre es para la más ecléctica «Shida», que retorna a lo instrumental pero que cuentan con sonidos latinos e incluso flamencos.

Como hemos comentado, un disco que tiene grandes aciertos pero que también te deja como un poco frío, como si se produjese alguna desconexión en algunos momentos. Eso sí, compensa con canciones como «Time (You and I)».

 

Rufus T. Firefly, «Loto»

Estaban los madrileños Rufus T. Firefly en la lista de escuchas pendientes en estos dos últimos años, concretamente desde la publicación de su aclamado Magnolia (2017). Abanderados de sonidos psicodélicos y encabezados por Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro, el camino de Rufus T. Firefly ha sido de corredor de fondo, ya que poseen una extensa discografía desde mediados de la primera década del siglo XXI. Pero fue con Magnolia cuando lograron una presencia mayor en los medios, siempre desde la autogestión y la independencia (en este sentido, el cuidado diseño y presentación de sus discos). Aprovechando su paso por el Ezcaray Fest, donde nos convencieron, nos hemos acercado tanto a Magnolia como a su continuación Loto, publicado hace unas semanas, que es el disco que abordamos en esta entrada. Un trabajo breve, ocho canciones, que demuestra homogeneidad y coherencia, sonidos psicodélicos y progresivos que en ocasiones recuerdan a Tame Impala, con referencias a los primeros Pink Floyd, pero también con la presencia de otras texturas que les dotan de una personalidad propia.

Comienza el disco con «Druyan & Sagan», título que hace referencia a este matrimonio vinculado a la Ciencia Ficción, un tema más poderoso y rockero en su primera parte, esas guitarras, y el juego de la voz distorsionada de Cabezuelo, para pasar en una segunda parte a un sonido más psicodélico con los teclados como protagonistas. «Demogorgon» es un pedazo de canción, con título y sintonía de la serie Stranger Things, con referencias también en la letra, un tema más progresivo que se cuela desde la primera escucha, valga la redundancia. Por su parte, Loto es más psicodélica, tiene un punto más optimista y alegre, destacando de nuevo los teclados, muy protagonistas en el conjunto del disco. «Cristal oscuro» es un tema prácticamente instrumental en su totalidad, tiene un comienzo muy expansivo con sonidos más electrónicos para imbuirse de nuevo en la psicodelia.

«San Junipero» comienza con esos toques electrónicos pero luego adquiere un tono más ambicioso, con un tono melancólico muy ajustado a través de un Hammond bien incorporado a cargo de todo un Julián Maeso. «Lucy in the Sky with Diamonds» es una versión del clásico de The Beatles que, en su primera parte, no varía mucho pero es a partir del minuto tres cuando le dan un toque más personal que funciona muy bien. «Un breve e insignificante momento en la breve e insignificante historia de la humanidad» comienza de forma progresiva y cuenta con una letra autorreferencial, siendo una de las canciones más destacadas del disco. El cierre es para «Final fantasy», un tema que comienza con esos teclados característicos de sus temas, siento una canción muy extensa y ambiciosa.

Fantástico este Loto de Rufus T. Fireflyun disco que hay que escucharlo junto a Magnolia, un trabajo fascinante que te va atrapando en esas capas de sonidos psicodélicos y progresivos.