Ezcaray Fest o un arranque de altura

Ezcaray Fest 2017, Ezcaray (La Rioja), 21 al 23 de julio de 2017

El Ezcaray Fest se sumaba a la lista de festivales veraniegos de la región con una apuesta potente en varios sentidos. Primero, el cartel, diverso pero buscando a diferentes públicos. Segundo, con la intención de hacerse un hueco en la apretada agenda de esta clase de citas, superando la dimensión regional y de la zona de influencia de La Rioja, especialmente Rioja Alta. Y, tercero, una vez allí pudimos comprobar la producción del festival, sin duda uno de los puntos más destacados de una organización y promotores, Rock in Trio, que decidieron salir con fuerza. Obviamente, los primeros pasos suelen ser los más complicados pero las valoraciones son positivas de cara a su consolidación y a una segunda edición que ya está en marcha. Ezcaray, además, es una de esas localidades que dan juego para un evento de esta naturaleza, aunque también hay que destacar que hubo muchos visitantes de fuera, no solamente el público veraneante en la misma o del entorno.

El viernes 21 al mediodía comenzó el festival con un ‘Vermú Rockero’ en la coqueta Plaza de la Verduda, con las propuestas de Serendeep y El Cuarto Verde que congregaron en las terrazas de los alrededores a un público entre expectante y curioso. Para entonces, ya se veían por Ezcaray camisetas de uno de los platos fuertes de la noche, Berri Txarrak. La tarde nos traería un espacio principal en las traseras del Ayuntamiento, un recinto que impresionaba con un escenario que ya hemos visto en Azkena. Los riojanos Tobogán fueron los encargados de comenzar con la fuerza de sus canciones de su EP de debut, Vértigo (2016), destacando la actitud de Daniel Pérez a la voz y del resto de la formación, con Samuel Ayuso a la guitarra, Rubén Domínguez ‘Boogy’ al bajo, y Jorge Sánchez a la batería, versión de Nirvana incluida. El tiempo de espera para la salida de uno de las apuestas más destacadas del festival fue corto, León Benavente aparecieron para hacer un concierto impecable. Y es que no cabe duda que son una de las principales bandas de la escena nacional, con dos discos tremendos, y con un Abraham Boba brutal, una sección rítmica, Eduardo Baos al bajo y César Verdú a la batería a gran altura, y con los sonidos de la guitara de Luis Rodríguez que componen su personalidad. Inapelables en interpretaciones como ‘El Rey Ricardo’, ‘Ser brigada’, ‘La palabra’, ‘Las ruinas’, ‘California’, ‘Tipo D’, ‘La Ribera’, ‘Celebración (Siempre hacia adelante)’ o una de mis favoritas como es ‘Habitación 615’. El público se entregó a unos León Benavente que demostraron que juegan hace tiempo en otra liga. Como decíamos, Berri Txarrak era una de las apuestas fuertes del festival, y congregaron a no pocos seguidores y seguidoras. No estamos familiarizados con su sonido pero desplegaron una tormenta eléctrica y épica que tampoco dejó a nadie indiferente. Ya estábamos metidos de lleno en el día 22 para el cierre de la primera jornada con Marky Ramone, el batería más longevo de los Ramones, sobre el que caía el interrogante de cómo se enfrentaría al legado de esa eterna banda. Pero nos encontramos con un concierto intensísimo y acelerado, no podía ser de otra manera, en el que cayeron la mayoría de los clásicos de los Ramones y con un cantante que cumplió con creces para enfrentarse a una leyenda como Joey Ramone. El público disfrutó de lo lindo con unos temas que no necesitan presentación y la prueba más evidente es que de allí no se movió casi nadie tras Berri Txarrak y eso que se superaron las dos y media de una ya fría madrugada, pero la gente se fue con un gran sabor de boca.

El sábado el ‘Vermú Rockero’ se trasladaba a la icónica Plaza del Quiosco con Chelsea Boots y Funny Roman Numbers, en un ambiente de sábado con los bares de la plaza a rebosar. La tarde nos llevaría con otra de las grandes apuestas del festival, Belako. De nuevo muchos seguidores de los de Mungia se concentraron para ver a una de nuestras bandas favoritas. Y cumplieron con creces demostrando que van a más y que, lejos de acomodarse, asumen riesgos y evolucionan dentro de ese sonido mezcla Post Punk y New Wave, junto con esos toques electrónicos. Cristina Lizarraga volvió a encandilarnos, y Josu Billalabeitia a la guitarra y Lander Zalakain a la batería siguen destacando. Pero mención aparte merece la bajista Lore Billalaneitia, crucial en el sonido de Belako y que no deja de sorprendernos. Allí sonaron ‘Haunted House’, la celebrada ‘Sea of Confusión’, ‘Stop Contradictions’, ‘Zaldi Baltza’, ‘Key’, ‘Guk Emanez’, ‘Fire Alarm’ y temas de su inminente y esperadísimo tercer trabajo, que sonaron todavía más eléctricos, como por ejemplo ‘Render Me Numb’. Poco que decir de The BellRays, una banda de autenticidad declarada y que tendrían que haber tenido más suerte en su trayectoria en la que mezclan el Soul, el Garage y el Punk. Lisa Kekaula es una fuerza de la naturaleza y su voz no te puede dejar indiferente. A su lado, Bob Vennum a la guitarra electrifica una propuesta que siempre convence. Temas directos, sin concesiones, y versiones de los Ramones y del ‘Johnny B. Goode’ de Chuck Berry que encendieron a un público que no se perdió un detalle del concierto. Fue uno de los mejores momentos del festival, sin duda alguna. El final del mismo estaba destinado para los cubanos Orishas, que tuvieron su momento y, aunque no es la propuesta con la que uno se identifique más, lo cierto es que dieron un concierto profesional y entregado, con una banda detrás que construyó un sonido que convenció a la mayor parte de un público que no paró de bailar, pese al sirimiri que nos acompañó durante un rato. El cierre del escenario grande fue para La Raíz, la formación valenciana con esa mezcla de Reggae, Ska, Rock, Rap, etc., con guitarras y sección de viento como elementos destacados, y que llevó a la mayor parte del público joven presente en el Ezcaray Fest. En la línea de La Pegatina o La Regadera, con letras combativas y reivindicativas, los diez integrantes de La Raíz tenían a buena parte del público entregado.

El Ezcaray Fest se cerró con un evento familiar como fue ‘Rock en familia’ el domingo al mediodía. No cabe duda que la apuesta de los promotores ha sido muy fuerte y que habrá tiempo de mejoras y ajustes, que seguro que los debates (como en todos los festivales) sobre el cartel seguirán, y que el decidirse por el eclecticismo tiene sus puntos fuertes y débiles, aunque la combinación de públicos no salió mal en esta ocasión. Pero hay que destacar que el nivel de los conciertos fue muy alto en general, con independencia de los gustos de cada uno, y que la organización fue impecable. Ezcaray Fest ha sumado bastantes puntos a su capital simbólico con su primera edición y hay que celebrar y congratularse de que la región vaya contando con estas propuestas musicales. Ya estamos impacientes esperando la edición de 2018.

 

 

La eternidad de los Ramones

Marky Ramone, el batería más longevo de los Ramones, actuará en el Ezcaray Fest el viernes 21 de julio, por lo que es un buen momento para rendir tributo a una de las bandas más icónicas de la historia del Rock & Roll. Los Ramones son una de esas formaciones que cualquier aficionado al Rock & Roll va a tener en consideración por muchos motivos, mucho antes de que su logo, diseñado por Arturo Vega, se convirtiese en carne de camisetas de una tienda de ropa. Ramones recogen muchos de los clichés del Rock & Roll y también una trayectoria que no les hizo justicia. También críticas como que sus canciones se basan en unos pocos acordes o que tampoco había que tomárselos muy en serio.

Para los que comenzamos a aficionarnos a la música en la década de los ochenta, cuando las televisiones emitían música y vídeos, los Ramones ciertamente nos parecieron inicialmente una banda ‘de broma’, todo ello dentro de nuestra ignorancia más grande. Recuerdo en esa década la primera vez que los vi en vídeos como ‘Howling at the Moon (Sha-La-La)’ o ‘Pet Sematary’. Aquellos Ramones de la segunda mitad de los ochenta y principios de los noventa eran crepusculares pero siempre fueron reivindicados. Llamaban la atención por sus pintas y por el espigado Joey Ramone, mientras que Johnny Ramone sacaba esos sonidos acelerados y contagiosos a su guitarra.

Entonces no lo sabíamos pero Ramones habían sido una banda fundamental en el nacimiento y desarrollo del Punk en Estados Unidos, habían estado en toda la escena de New York de la segunda mitad de los setenta, debutando en el mítico CBGB en 1974. Ramones eran cuatro tipos de Queens, los ya mencionados Joey y Johnny y Dee Dee Ramone al bajo y Tommy Ramone a la batería, que también sería productor de algunos de los discos de la formación. Su debut discográfico en 1976 era una colección de temas que apenas superaban los dos minutos y que ya mostraban lo que iban a dar de sí: ‘Blitzkrieg Bop’, ‘Judy is a Punk’, ‘I Wanna Be Your Boyfriend’, etc. Enlazando a más de disco por año, en 1978 Tommy dejará las baquetas en manos de Marky Ramone. Van sumando temas como ‘Shenna is a Punk Rocker’, ‘I Wanna Be Sedated’, la versión de ‘Needles & Pins’ de The Searchers, etc. En 1980 se ponen en manos de Phil Spector, esa combinación fue explosiva y las tensiones entre Spector y la banda han sido muy publicitadas, para grabar End of the Century, donde estaban ‘Do You Remember Rock ‘n’ Roll Radio?’ y ‘Rock ‘n’ Roll High School’.

El ritmo de producción no paraba, también los cambios en la formación. Marky Ramone dejó la banda de 1983 a 1987, siendo sustituido por Richie Ramone durante la mayor parte del periodo y por un efímero Elvis Ramone en 1987. Dee Dee, que había dado nombre a la banda basándose en el seudónimo que utilizaba Paul McCartney para alojarse en los hoteles, ‘Paul Ramon’, lo dejó en 1989 y el relevo lo tomó C.J. Ramone, aunque todavía colaboraría con la banda aportando temas hasta el disco de despedida, ¡Adiós Amigos! (1995), cerrándose el ciclo de los Ramones en 1996.

Seguramente los Ramones tuvieron menos suerte que la que merecían. Su éxito fue mayor en Europa y tocaron en giras que les llevaron hasta Melgar de Fernamental (Burgos) o Bergara (Guipúzcoa) en la primera mitad de los noventa. Aunque nunca perdieron su esencia Punk, su sonido también abrazó puntos más melódicos así como del Rock & Roll más clásico, sin olvidar las versiones que aparecían en sus discos. Lamentablemente, sus cuatro miembros fundadores fueron falleciendo. Primero Joey en 2001 por enfermedad, le seguiría Dee Dee en 2002 por sobredosis, y en 2004 Johnny por otra enfermedad. Todavía nos emocionamos con el homenaje que le rindieron Pearl Jam en Azkena de 2006 con la gran ‘I Believe in Miracles’ y cómo Eddie Vedder dijo que era una de las mejores personas que había conocido. Tommy también fallecería en 2014, y al igual que Joey y Johnny por enfermedad.

Luego supimos que la relación entre Joey y Johnny estaba rota desde 1979 y que había sido por la que sería la mujer de Johnny. Joey compuso sobre la cuestión ‘The KKK Took My Baby Away’, casi nada, y es que Johnny era un conservador confeso y Joey militaba en el lado contrario. Como decíamos, Ramones no tuvieron el éxito que merecían, incluso hubo un momento en el que se señaló que ‘Hungry Heart’ de Bruce Sprinsteen era para ellos pero que el Boss se lo pensó mejor después del éxito de Patti Smith con ‘Because the Night’. Los Ramones influyeron en muchísima gente, hay discos de tributo, versiones, etc. Y hay también recopilatorios muy recomendables, yo me quedo con el completísimo Hey! Ho! Let’s Go: The Anthology (1999), un doble con cincuenta y nueve temas y un libreto cuidadosamente editado. Y tampoco está mal, pero es menos completo, Loud, Fast Ramones. Their Thougest Hits (2002). Son tantas las grandes canciones de los Ramones que la lista se quedaría corta, hemos señalada algunas, pero los Ramones son parte de la historia del Rocl & Roll y siempre es un buen momento para disfrutar de sus canciones, bailar con ellas, gritar y saltar. Todo el mundo: ‘Hey! Ho! Let’s G0’.