Pocos personajes del mundo de la música popular pueden haber resultado tan excesivos como Elton John, hasta el punto de haber eclipsado en algunos momentos su enorme categoría como artista. De hecho, para algunas generaciones, Elton John era un personaje excesivo que salía disfrazado de las formas más extravagantes posibles en sus conciertos. Generaciones como las nuestras conocimos ya al Elton John de finales de los ochenta, no el monumental de los setenta como vimos cuando hablamos hace unos meses de su recopilatorio Diamonds. La primera canción que recuerdo es «Sacrifice» de Sleeping with the Past (1989). A raíz de ese disco, recuerdo hacerme con el recopilatorio The Very Best of Elton John que salió en 1990. Ahí ya me familiaricé con sus clásicos, la gran mayoría compuestos con Bernie Taupin, pero eran los años en los que estábamos en otra cosa y nos parecía increíble que Axl Rose cantase con él el «Bohemian Rapsody» de Queen en el homenaje a Freddie Mercury en Wembley en 1992. Luego, su discografía ya no estaba en esa primera línea, aunque cosechó un éxito impresionante junto a Tim Rice con El Rey León (1994). Luego, llegaría años después el momento «Tiny Dancer» en Casi famosos (2001), canción que no incluyeron en aquella recopilación que me compré en casetes. Y, entre medias, cómo olvidar todo el tema de «Candle in the Wind» con el fallecimiento de Diana de Gales en 1997. Hace unos meses, Elton John tuvo su propia película, Rocketman (2019), sin tener el mismo impacto que Bohemian Rapsody (2018). Hace unos meses llegó la autobiografía de Elton John, bajo el explícito Yo, Elton John (Reservoir Books), escrita con la colaboración del periodista y crítico musical Alexis Petredis (The Guardian). Aunque no aparece como autor, Elton John lo señala implícitamente en la dedicatoria.
Vaya por delante que es una de las autobiografías de músicos que más me han gustado en los últimos tiempos. Elton John, como personaje, tenía muchos elementos para que a uno no le caiga bien, especialmente esa ostentación de la que siempre ha hecho gala y un consumismo y caprichismo desmedido, también publicitado. Yo, Elton John es un libro dinámico, ágil, que va pasando por las diferentes etapas de la vida de Elton, sus éxitos y fracasos, sus triunfos y miserias personales. John no se guarda nada, ninguna de sus miserias y es bastante duro con todos los aspectos de su vida en los que ha fallado. Lo es con sus relaciones sentimentales, o buena parte de ellas; con la forma de tratar a las personas; con sus adicciones, especialmente durante buena parte de los ochenta; y con su consumismo desaforado. Todo eso queda reflejado claramente, reconociendo la suerte que ha tenido en su vida de no haber fallecido mucho antes.
El libro nos cuenta la infancia y juventud de un Reg Dwight que luego sería Elton John. Crecer en un hogar humilde cuyos padres no estaban enamorados, se acabarían divorciando, y con una madre, Sheila, que tuvo una influencia muy dura en su trayectoria. En la parte final, antes de su fallecimiento, John transmite un sentimiento ambiguo aunque el carácter de su progenitora no admitía mucho margen. Tampoco su padre, Stanley, representó precisamente una influencia positiva. De hecho, su relación sería muy escasa desde el divorcio. De hecho, John vuelve a sentirse como Reg Dwight al final del libro, reconociendo la búsqueda de ese cariño que le faltó en la infancia. Dwight, como tantos otros, se refugió en la música, a partir de un talento descomunal cultivado desde niño.
Las trayectorias en clubes y trabajos en los que comenzó a conocer la industrial musical británica, su relación fraternal con Bernie Taupin, el inesperado éxito en los setenta y su despegue en Estados Unidos, o los convulsos años ochenta, son algunos de los aspectos más destacados del libro, junto con su afición al Watford, del que fue propietario, y su trabajo contra el SIDA. También destacan sus relaciones con otras grandes estrellas de la música como John Lennon, Rod Stewart, George Michael, Michael Jackson, etc., algunas más amistosas que otras, sin olvidar otros personajes como Giani Versace o la propia Diana de Gales. Y hay momentos enternecedores como la historia de una joven víctima del SIDA por una transfusión, Ryan White.
Muy recomendable esta autobiografía de Elton John que no deja indiferente, bastante honesta y nada autocomplaciente, al contrario. John recuerda sus enfrentamientos con sus demonios, algunos de los cuales pudo vencer, otros no, y me refiero a su debilidad por las compras exageradas.