Los galeses Manic Street Preachers acaban de publicar su disco número trece y lleva por título Resistance Is Futile. Tras la interesante doble entrega del melancólico Rewind the Film (2013) y del más alternativo Futurology (2014), James Dean Bradfield, Nicky Wire y Sean Moore han entregado un disco más sujeto a los cánones de los Manic Street Preachers post Richey Edwards. No se salen del guión y vuelve a confiar en la producción a Dave Eringa, con el que no trabajaban desde Postcards from a Young Man (2010) y que ha sido con el productor que más han trabajado desde comienzos de los noventa. Puede que los Manic Street Preachers no sean capaces de sorprendernos pero lo que no cabe duda es que son eficientes y que no decepcionan. Vale que hay momentos en los que se dejan llevar, hay momentos de «estadio» y estribillos coreables (ay, esos «ooooo»), pero no cabe duda que Bradfield, Wire y Moore son honestos. Las letras vuelven a correr a cargo de Wire, exceptuando «Distant Colours» a cargo de Bradfield.
El comienzo es melancólico con «People Give In», un piano destacado y un ascendente cargado a la épica, será lo habitual, donde también sobresalen unas cuerdas que harán su aparición frecuentemente. Aunque «International Blue» es un tema «facilón» no cabe duda que funciona, es Rock de estadio con un sonido de nuevo centrado en la épica, machacón y con unas guitarras prototípicas. «Distant Colours» quiere iniciarse de forma más experimental y electrónica pero luego vuelve a la épica «marca de la casa» con las cuerdas de nuevo en primer plano, aunque es cierto que es un tema menos convicente. En cuanto a «Vivian», tiene un tono Pop que le sienta muy bien con un estribillo de los mejores construidos del disco. En cuanto a «Dylan & Caitlin», es de nuevo muy típico de los Manic Street Preachers, una gran canción de Pop – Rock con el contrapunto femenino habitual en al menos un tema de sus discos, en este caso a cargo de la también galesa The Anchoress (Catherine Ann Davies), y con una letra que se basa en la complicada relación entre Dylan Thomas y Caitlin McNamamara. Y se cierra la primera parte con la más manida «Liverpool Revisited», donde vuelven a jugar con la épica y la fórmula habitual.
En la segunda parte desciende un poco el nivel del disco, aunque comienza con la más atractiva «Sequels of Forgotten Wars», no se puede negar el compromiso de la banda y de Wire en las letras, una canción que canta Bradfield con rabia. En «Hold Me Like a Heaven» van con el piloto automático, sin dejar de ser un tema resultón pero…»In Eternity» gana con las escuchas, tiene un punto atractivo con el tono de la batería de Moore que encaja con la épica guitarrera. En la misma línea se sitúa «Broken Algorithms», esas guitarras del comienzo, y van cerrando el disco con «A Song for the Sadness», otro tema que también te va ganando con las escuchas. El cierre es para «The Left Behind», donde canta un Wire se apunta una vez más al desencanto, una canción reposada con un giro un tanto extraño en la mitad que no acaba de funcionar, pero el mensaje queda claro.
En definitiva, nuevo trabajo de Manic Street Preachers que mantiene el nivel de una banda caracterizada por su buen hacer y su honestidad, por su tono político constante y por no rendirse, aunque el poso de la melancolía, la nostalgia y del desencanto esté presente.