Sigue en una forma excelente el ilustre rockero de Madrid, exprimiendo la madurez con unos resultados fantásticos, y vuelve a entregar un disco a la altura de lo mejor desde que camina en solitario (aunque siempre magníficamente arropado). Sutil pero firme, pleno de sensibilidad y convicción, domina como nunca las emociones de un disco que las rebosa.
Si con ‘El último hombre en la Tierra’ (2016) hacía cumbre en un trayecto de cuyo recorrido, no precisamente fácil, haría recuento en vivo con ‘Irrepetible’ (2018), alcanza ahora una nueva cota más afilada y compleja que vuelve a parecer difícil de superar. En esta ocasión depura su sonido con majestuosos arreglos de orquesta y lo declina hacia el funk y el R&B en detrimento de la tradición folk-rockera que guiaba sus primeros pasos tras Los Ronaldos. Acompañado otra vez en la producción por Jose Nortes, la grabación la integra una amplia y variada banda de formato clásico que además incluye programaciones y teclados, y se arropa por la Bratislava Symphony Orchestra en los maravillosos pasajes orquestales.
De inicio aparece el piano de ¿Revolución?, que lento da paso a las guitarras y una última y preciosa parte instrumental, para después aumentar el ritmo y asomar la electrónica en Solo queda música. El componente funk está muy presente, como en el pelotazo irrefrenable de Un lazo rojo, un agujero (junto a Kase O), así como el R&B en Un ángel caído (maravillosas cuerdas) o en Mantras en la oscuridad, con un bajo muy apreciable. Magníficas resonancias cinematográficas elevan América, que desde su pequeñez inicial crece sobre una magnífica orquestación, joya a la que sigue el ritmo animoso de Extraterrestre. En Polvo cósmico (otra joya) emociona el trote sobre la sección rítmica y la orquestación y acongoja la voz solemne de Jaime Urrutia recitando a Laura Gómez Palma que, junto a la ligera y optimista El árbol y la suavidad minuciosa de El gran viaje a ninguna parte, echan el cierre desde la vertiente más folk del disco.
Aún pronto para homenajes, en justicia debería aproximarse el momento de reconocer el enorme mérito de un artista que lleva toda una vida dedicado a esto y que debería sentirse orgulloso al echar la vista atrás y comprobar, desde la atalaya en que le han instalado sus dos últimos trabajos, el provechoso camino recorrido hasta alcanzar una posición como la actual y ser capaz de grabar un disco como este.