Motown, «Greatest Hits»

No suelo ser muy partidario de este tipo de recopilatorios pero me lancé sin pensarlo al de la Motown que ha aparecido hace unas semanas. En su sesenta aniversario, seis décadas de uno de los sellos discográficos más relevantes de la Historia de la música popular, una casa discográfica que lanzó a la estratosfera el sonido Soul. Berry Gordy Jr., Detroit, producción en cadena y fordismo, el trío Holland-Dizier-Holland y esa cantidad de artistas y bandas que colocaron una cantidad de hits y de canciones que forman parte del imaginario colectivo. La Motown comenzó su andadura en 1959 como Tamla de la mano de un avispado Berry Gordy Jr., lo que hoy sería denominado como «emprendedor» pero que, en la actualidad no habría fundado un sello discográfico sino una «starup». Gordy había estudiado el modelo de funcionamiento fordista de las fábricas automovilísticas de Detroit y su cinturón industrial. Y también la necesidad de nuevos sonidos para una juventud negra que era protagonista e hija de la inmigración de los estados del Sur de Estados Unidos a los industriales del Norte. Pero también sabía que las clases medias blancas estaban apostando por el Rock & Roll. Había un hueco que cubrir, y ellos se encargarían de hacerlo más grande junto con unas dosis reinvidicativas de los Derechos Civiles y un sonido alucinante. Gordy Jr. no era un alma caritativa ni una hermanita de la caridad, al contrario, de hecho su biografía no resulta muy estimulante. Como producción en cadena, Gordy contaba con compositores, músicos y cantantes. La imagen era imprescindible para él y vaya si supo explotarla. De los compositores, nadie como el trío formado por Lamont y Brian Dozier y Eddie Holland, que de 1962 a 1967 dieron a Motown y sus artistas algunos de sus principales éxitos, especialmente para The Supremes. Luego, obviamente, llegó el conflicto con Gordy porque, en fin, el reparto de los beneficios era de aquellas maneras. Motown transmitía comunidad, transmitía una energía contagiosa especialmente en su primera década, la triunfal de los sesenta del siglo XX. El ritmo de producción era altísimo y la lista de artistas que sacaban era despampanante. Aparte de la salida de Dozier-Holland-Dozier, uno de los puntos de inflexión llegó con la marcha del sello y todo su operativo en 1972 a Los Ángeles. También el sonido y el mercado evolucionaba y Motown no fue ajena a ello. De hecho, y el triple disco recopilatorio lo refleja muy bien ya que sigue casi el orden cronológico, el descenso de hits y números 1 es importante y en los ochenta se reducen muchísimo, aunque contaban con grandes artistas. Claro, que si tienes a Diana Ross y The Supremes, Marvin Gaye, Stevie Wonder, Four Tops, The Temptations, y los primeros The Jacksons 5…pues nada más que contar. Luego, desde los 90, Motown iría pasando de una major a otra y en 2005 acabó en Universal, que es la que ha firmado la recopilación que nos ocupa, aunque en los últimos años forma parte de Capitol Records. Una historia fascinante que este triple disco nos recuerda.

Vale decir que no se lo han trabajado mucho, la verdad. No hay libreto interior y la información de las sesenta canciones es mínima. Como hemos señalado, siguen prácticamente un orden cronológico y hay una representación variada de artistas aunque unos cuantos copan los primeros puestos. De esta forma, Diana Ross, con o sin las Supremes, aporta siete canciones, nueve si incluimos un dúo con Lionel Richie; Stevie Wonder, el único artista que sigue en Motown de toda esta lista, cuenta con seis canciones; y Marvin Gaye, uno de los iconos del sello, cinco; los mismos que aparecen de The Temptations. El primer disco es el más voluminoso, veintitrés canciones que reflejan los sesenta, comienzan con el mítico «Money (That’s What I Want)» de Barret Strong y terminan con el «Ball of Confusion (That’s What the World Is Today)» de The Temptations, ya en 1971 y un reflejo de los cambios que estaban pasando. Aquí están los grandes clásicos (del «Please Mr. Postman» al «Do You Love Me», pasando por el «Dancing in the Street» hasta llegar a las Supremes, Gaye, Wonder y The Jacksons 5), y se cuelan por ejemplo «Shop Around» de The Miracles, «My Guy» de Mary Wells, la brutal «Reach Out, I’ll Be There» de Four Tops…Una locura.

El segundo CD comienza con «Signed, Sealed, Delivered (I’m Yours)» de un Stevie Wonder que iba camino de la cima de su creatividad, estamos a comienzos de los setenta, y finaliza con la sentida «Easy» de Commodores (1977), y es que los primeros años de los setenta son también brutales. Diana Ross vuela sola y no conocía su versión también impresionante del «Ain’t No Mountain High Enough» (número 1 en 1970). Hay tiempo para un «Stoned Love» de The Supremes ya sin Ross. Es la época en la que Marvin Gaye se las tiene tiesas con su cuñado Berry Gordy Jr. por el imperecedero What’s Going On (1971), y afortunadamente se impone a su cuñado. Y más, el «War» de Edwin Starr, «It’s a Shame» de The Spinners, «The Tears of a Clown» de Smokey Robinson & The Miracles, el «Got to Be There» de un infantil Michael Jackson…y más clásicos a cargo de The Temptations, Wonder, Gaye…

Ya en el tercer CD, finales de los setenta y ochenta, los nombres van cambiando. Marvin Gaye lo comienza con «Got to Give Up» (1977) pero muchos de los grandes nombres desaparecen. Siguen Ross («Upside Down», «I’m Coming Out», dos canciones con las que se aproxima a la música disco y que son hits), Wonder («Sir Duke», «I Just Called to Say I Love You»). Lionel Richie recoge en parte el testigo, en solitario y con los Commodores («Three Times a Lady»). Se nota el impacto de la música disco y cómo ya a finales de los 80 y primeros 90 no supieron adaptarse al R&B, aunque contaban con Boyz II Men. Como decíamos los nombres ya son diferentes pero hay grandes canciones como la versión disco de «Don’t Leave Me This Way» (Thelma Houston), el «Super Freak» de Rick James, o el «Nighshift» de Commodores ya sin Richie en 1984. El cierre es para «Rhythm of the Night» de DeBarge, compuesta por Diane Warren, un clásico de los ochenta que yo recuerdo de algunas películas, y con todos los tics de la producción de esos años (es de 1985); y para «I Love Your Smile» de Shanice, ya en 1991 y representativa del R&B de esa época, canción que recuerdo perfectamente.

A los fans de Motown, este recopilatorio no les va a decir mucho, son canciones clásicas, pero para los no iniciados/as, es muy recomendable. Motown es una de las grandes historias de la música popular, con sus luces y sombras, pero con unos artistas y canciones que siguen sonando vigentes hoy.

Little Steven and The Disciples of Soul, «Summer of Sorcery»

Steven Van Zandt es uno de los iconos principales del universo de Bruce Springsteen y la E Street Band. Junto con el fallecido Clarence Clemons, representa la imagen de camaradería y comunidad que genera Springsteen, y en el caso de Van Zandt mucho más al ser amigo desde los inicios de sus carreras. Van Zandt abandonó a la E Street Band en 1983 para profundizar en su carrera en solitario, que no alcanzó un gran éxito, a la par que continuaba con sus labores de producción, composición, etc. Además, ¿quién no lo recuerda como Silvio Dante en Los Soprano donde también se notaba su mano en la musica? En 1995 volvió puntualmente la E Street Band para el recopilatorio Greatest Hits y, en el retorno definitivo de 1999, Van Zandt confirmó su reintegración plena en la formación. Desde entonces, y con la errática carrera de Springsteen, especialmente en la última década, a Van Zandt se le ha identificado como el «guardián de las esencias», de ese sonido que Springsteen creó en sus orígenes, deudor del Rock ‘N’ Roll más primigenio, del Soul, etc. Van Zandt recurre al mismo en su carrera en solitario, ya lo vimos en su vuelta a su carrera en solitario con Soulfire (2017) que ya comentamos aquí y que venía a ser una recopilación de canciones que Van Zandt había escrito o coescrito para otros. Ahora, en 2019, regresa como Little Steven and the Disciples of Soul y Summer of Sorcery (por cierto, sus dos primeros discos en los ochenta del siglo XX fueron firmados de la misma forma), conformando un numerosísimo combo (diecisiete músicos, incluido Van Zandt) con coros, vientos, percusión, etc., que dota a su música de un sonido grandilocuente y animadísimo, bebiendo de esas fuentes que decíamos hace unas líneas. Es un disco que entra fácilmente pero, claro, por momentos se resiente, y de nuevo Van Zandt tira de una producción por momentos excesiva y con gusto por algunas variaciones en algunas canciones que restan. Por cierto, que también hay que volver a destacar el diseño de la portada y del disco, en fin, gustos son colores.

Comienza con una «Communion» muy luminosa, con un tono Soul pero de nuevo excesiva en la producción, como si hubiese dos canciones en una. A continuación, «Party Mambo!» apuesta por ritmos latinos y festivos, una canción que gana con las escuchas. «Love Again» es una de las mejores canciones del disco, lo que vendría siendo el sonido que tenían en la primera mitad de los 70 con el poso del Rock ‘N’ Roll más tradicional y la incorporación del inevitable Soul. En «Vortex» incorpora cuerdas y se traslada hacia sonidos más Funk e incluso de la «Blaxploitation» de los 70, convence y cuenta con unos vientos poderosísimos. Con «A Word of Our Own» sigue buceando en las raíces del Rock ‘N’ Roll de los 50 y 60 aunque aquí fallaría un poco su voz y gana en el lado más orquestal de la canción. «Gravity» gira hacia un endurecimiento del sonido.

La segunda parte del disco comienza con «Soul Power Twist» y retorna a lo que mejor se le da, como en «Love Again», siendo otra de las canciones relevantes del disco. No abandona esa vía en «Superfly Terraplane», aunque es más rockanrolera y regresa a ese intento de meter varias canciones en una, mermando la calidad de la misma. Sorprende el sonido a lo Willy DeVille de «Education» y con «Suddenly You» aparece una de las canciones más diferentes del disco, un tema intimista y minimalista, con una instrumentación limitada, con la voz de Van Zandt susurrante y una trompeta de contrapunto. En «I Visit the Blues» tampoco «engaña», hace un Blues pesado y poderoso, con mucha fuerza en las guitarras y con los vientos irrumpiendo. Y cierra con la nostálgica «Summer of Sorcery», es de los pocos momentos en los Disciples of Soul parecen contenidos, aunque la canción va creciendo para darle un tono un tanto más épico.

No cabe duda que Steven Van Zandt disfruta de la música y que sigue encontrándose a gusto en ese sonido de sus comienzos. Obviamente, tiene sus limitaciones pero es un disco para disfrutar y acompañado de una poderosa banda como The Disciples of Soul.

 

Lee Fields & The Expressions, «It Rains Love»

Lee Fields & The Expressions han regresado con un nuevo disco bajo el brazo, It Rains Love, continuación de su notable Special Night (2017). Fields se ha quedado solo prácticamente en la primera línea de ese Soul «vintage» que protagonizaron especialmente Sharon Jones con sus Dap Kings y Charles Bradley. Del fallecimiento de Jones y Bradley, y de sus discos, hemos hablado largo y tendido en este blog. Somos muy del Soul clásico, ya lo sabéis, y la moda que puso en el mapa Amy Winehouse ha dado lugar a grandes nombres. La ceniciénticas historias de Jones y Bradley, el sello Daptone Records, la transformación de Nathaniel Rateliff & The Night Sweats, y el propio Fields. También hay espacio para historias más heterodoxas, de Leon Bridges a Alabama Shakes, pasando por propuestas en el límite como la de Nick Waterhouse. Sonidos cocinados con voces potentes, secciones de viento poderosas, coros sensuales, etc., han dado lugar a grandes discos esta última década y media. Sus críticos suelen señalar que no aportan nada, que se limitan a repetir patrones de antaño, que es un revival. Vale, pues de acuerdo, pero tampoco creo que pretendan hacer otra cosa, canciones con ese sabor del Soul clásico, con ribetes Funk setenteros, con reminiscencias a Motown, Stax, sonido Philadelphia, etc. Como decíamos, Lee Fields regresa con sus Expressions para darnos otra receta de esa música maravillosa que es el Soul. No inventa la rueda, el disco puede sonar monotemático por momentos, pero no es menos cierto que te deja un sabor fantástico.

El comienzo es para la gran «It Rains Love», una canción canónica con la voz de Fields brillando, como en todo el disco, junto con la contundencia del bajo y unos vientos que marcan la pauta. En «Blessed with the Best» sigue en la misma línea (si algo funciona, ¿para qué vas a cambiarlo?), aquí con un ritmo más sincopado a cargo de la sección rítmica y con unos vientos de fondo. «Two Faces» muestran unos coros protagonistas y «You’re What’s Needed in My Life» se acerca al medio tiempo pero sin llegar a serlo, Fields frasea por momentos y luego acelera en intensidad. En «Wake Up» otorga protagonismo a la percusión del comienzo pero luego entra un punto más melódico y también una sección de cuerdas. «Will I Get Off Easy» es una balada potente, con toda la carnosidad del Soul clásico.

La segunda parte comienza con un «Love Prisioner» que en su comienzo parece dirigirse al Funk más setentero pero luego lo lleva hacia el Soul. Sin embargo, en «A Promise Is a Promise» se mantiene en la primera línea, aprovechando la fuerza de la percusión. «God Is Real» es la canción más heterodoxa del disco, tiene una cierta cadencia Reggae y se apoya fundamentalmente en el órgano y la percusión, aunque luego van entrando otros elementos, aunque en cierto sentido se queda a medio camino. No ocurre lo mismo con «Love Is the Answer», una balada que recoge todos los elementos del género, aunque su letra se queda muy reducida para un mensaje claro, pero con una banda en plena forma. El cierre es para una emocional e intensa «Don’t Give Up», Fields se desgañita en una canción que se apoya en la sección de cuerdas para dar entrada posteriormente a los vientos.

A mí, personalmente, que me den más discos como los que hacen Lee Fields & The Expressions porque siempre te alegran el día. El Soul tiene que estar ahí siempre, llevar su llama es complicado pero va pasando el testigo de generación en generación y de artistas en artistas. Amy Winehouse se fue muy pronto, la vida fue muy cruel con Sharon Jones y Charles Bradley, pero nos queda gente con Lee Fields & The Expressions.