En el efervescente Manchester de los ochenta el mando indiscutible lo llevaban The Smiths y New Order, pero a su sombra comenzaba a aparecer una escena que les tomaría el relevo para brillar en la siguiente década. Entre las bandas que la componían había una formada por cuatro jóvenes en torno a los veinte años llamada Model Team International, germen de lo que después se convertiría en una de las bandas británicas más populares de los noventa, cuya andadura comenzaría al rebautizarse en 1984 como James.
De aquella formación tan solo permanecen Tim Booth, inicialmente incorporado como bailarín-animador de sus conciertos y que terminaría liderándolos como letrista y vocalista, y el bajista Jim Glennie. Otro componente fundamental aunque intermitente sería el guitarrista Larry Gott, y hasta frisar los noventa no incorporarían tres componentes más: al otro guitarrista Saul Davies, al teclista Mark Hunter y al batería David Baynton-Power quienes, junto a las numerosas pero puntuales aportaciones del trompetista Andy Diagram, completarían la que ha sido la alineación más habitual de una banda que ha sufrido varias reestructuraciones.
No sería hasta 1986 que debutarían con un elepé después de captar la atención de Tony Wilson, regente del sello Factory y del mítico club de Manchester The Hacienda, editar un par de epés y foguearse por los escenarios ingleses, y aún tendrían que esperar otros tres o cuatro años para alcanzar el éxito con su tercer disco, un «Gold Mother» que incluía Sit Down y les impulsaría a liderar las listas británicas e inaugurar su etapa más gloriosa.
Aunque por vías particulares, en los trece años que recopila este disco atravesaron algunos de los movimientos más importantes de la música británica, como el sonido Madchester o el Britpop, sin terminar de integrarse en ninguno de ellos, y publicaron seis trabajos para los que contaron con importantes productores, algunos jóvenes que se abrían camino como Gil Norton, Flood, Youth o Ben Fenner, y otros como Brian Eno, que ya formaba parte de la historia del pop.
El listado lo componen canciones de sus seis primeros discos además de dos inéditos hasta un total de dieciocho, y en su recorrido pueden apreciarse tanto sus inconfundibles señas británicas, especialmente en sus primeros años, como su evolución hacia una épica y una sofisticación que les abriría las puertas de los E.E.U.U. en la segunda mitad de los noventa. Así, para cerrar el disco se reservan la única canción incluida en su debut «Stutter» (1986), una Hymn From a Village en la que ya predominan el ritmo y la variedad instrumental en una interpretación instintiva y comunitaria. En 1990 vendría «Gold Mother» del que aparecen How Was It For You, pieza de pop impetuoso y sencillo, una Lose Control en la que pueden adivinarse retazos de electrónica y de post-punk y que emplean por primera vez una trompeta que identificaría más tarde el sonido de otros de sus éxitos, además de Come Home, con sus bailables teclados y su estribillo coreable, y la inevitabe Sit Down, más clásica pero igualmente vital y que se convertiría en su más importante himno.
La canción que realmente me llevó a hacerme con este cedé fue Sound, de su disco de 1992 «Seven», y en la que ya asoma una épica tras las iniciales murmuraciones de Booth y en la que la trompeta y las guitarras siguen destacando, como en la propia Seven, que les reafirma en un sonido propio y más maduro, al igual que en la también inconfundible Born of Frustration o las potentes guitarras y el estribillo coreable de Ring the Bells. Al año siguiente llegaría «Laid», con la más folkie y orgánica canción del mismo nombre, la sombría Out To Get You que asciende desde una sencilla línea de bajo hasta acopiarse de contagiosa emoción, las imparables guitarras de Sometimes (con la que conquistaron a Eno), además de una rítmica y desconsolada Say Something en la que destaca la preciosa guitarra del estribillo. Del disco de 1997 «Whiplash» incluye She’s a Star, en la que se inclinan hacia la épica y las guitarras, la pegadiza y comunitaria Waltzing Along y la increíble Tomorrow . Grabadas en 1998 estarán las dos inéditas, también fantásticas, Destiny Calling con animado sabor brit, y el logrado rock de guitarras de Runaground.
Su carrera continuaría hasta hoy; sus dos discos posteriores serían también estupendos («Millionaires» de 1999 y «Pleased To Meet You» de 2001) para, después de un largo lapso de siete años, regresar con un «Hey Ma» tras el que la decadencia creativa se haría evidente. De todas formas han mantenido una base de seguidores numerosa y fiel y siempre se puede contar con retazos de su verdadero nivel en estos discos.
Mención aparte merecerían sus directos que, al igual que sus métodos de composición, resultaban especialmente libres e instintivos en aquella época, auténticas celebraciones comunitarias encabezadas por un espasmódico Tim Booth. A punto de celebrar su ¡cuarenta! aniversario, y tras un recorrido en el que han ido ensanchando su inicial propuesta inconfundiblemente inglesa, no parece inteligente esperar que en el futuro recuperen el nivel que mostraron en esos gloriosos noventa, pero siempre es una gozada transitar por aquellos años recordando su producción más importante.