Andan embarcados Chris y Rich Robinson en una gira de reunión de The Black Crowes tras unos años parados por las desavenencias entre los dos hermanos. Fue en 2015 cuando dejaron de girar tras unos años sin publicar discos, su última entrega fue el notable Before the Frost…Until the Freeze (2009). Sin embargo, para la ocasión que es el trigésimo aniversario de su debut discográfico, han prescindido de toda la banda que les había acompañado, de forma más o menos estable, en los últimos tiempos y han contado con nuevos integrantes, desconocidos. Allí ya no está el batería Steve Gorman, compañero de fatigas desde 1989; el bajista Sven Pippen, otra figura reconocible en la banda desde finales de los noventa; o el teclista Adam McDougall. Por The Black Crowes han pasado numerosos músicos pero quedaba la esencia, hecho que habrá que ver si se mantiene en esta gira de reunión. De momento, las noticias no son muy halagüeñas. Pero volvamos a 1990. En aquel momento, antes del Grunge y con Guns ‘N’ Roses conquistando el mundo del Rock, el Rock sureño no estaba en primera línea, aunque siempre estaban en la misma los ZZ Top, por ejemplo. Pero, desde Georgia, unos jóvenes Chris y Rich Robinson, especialmente este último, iban a lanzar un trallazo. Con una formación que se completaba con el guitarrista Jeff Cease, que sería sustituido por Marc Ford en 1991; el bajista Johnny Colt que saldría de la banda en 1997; y el batería Steve Gorman, el integrante que más tiempo ha aguantado en los Black Crowes, crearían un sonido poderosísimo en este Shake Your Money Maker. Hay que tener en cuenta que habían fichado por Def American Records de Rick Rubin; que el productor sería George Drakoulias; y que también estaría por allí Brendan O’Brien, en cuyo estudio se grabó el disco. Mención aparte merece la presencia en los teclados de todo un Chuck Leavell, figura reconocida por su gran trayectoria y, especialmente, por ser un clásico de los integrantes de la banda de gira de The Rolling Stons. Leavell saldría de gira con los Black Crowes pero nunca sería un miembro de los mismos. En 1992, Eddie Harsch entraría a los teclados para The Southern Harmony and Musical Companion, su gran clásico de ese mismo año, siendo otro de los grandes músicos que pasaron por los de Georgia, aunque saldría de ella en 2006 (Harsch fallecería en 2016).
Muchos conocimos a The Black Crowes gracias a la poderosa versión del «Hard to Handle» de Otis Redding, una revisitación de un clásico que hicieron suyo, fiel al original pero dándole un tono más rockero que el Soul de Redding. Yo vi ese vídeo en el Rockopop de Beatriz Pécker, era el verano de 1990 y me anoté ese nombre, la revelación llegaría con The Southern Harmony and Musical Companion, aunque no tardaría muchos meses en hacerme con el CD de su primer disco. The Black Crowes debutaron con un disco inmenso, fresco y apabullante, con esas guitarras que son las protagonistas y con un Chris Robinson que mostraba su inmenso talento. La portada, de fondo negro, tenía un punto a las de los primeros discos de The Rolling Stones, otra de sus grandes influencias. Todavía faltaba tiempo para la llegada de sonidos más psicodélicos a la música de The Black Crowes, en Shake Your Money Marker son el Rock sureño y el Hard Rock los que se imponen. Diez canciones, y un epílogo escondido minimalista.
Ya el comienzo te deja sin aliento, «Twice as Hard» es una carta de presentación de Rock puro y duro donde Chris presenta sus credenciales en su forma de cantar. La fiesta sigue con la animadísima «Jealous Again», con los teclados de Leavell desatados y con un sonido más sureño. Una de mis canciones favoritas, y escondidas, es «Sister Luck», hermosa y sutil, una muestra de cómo The Black Crowes también se movían en ese terreno. «Could I’ve Been So Blind» es más rockera, de nuevo Leavell se sale y Chris está inmenso. La primera cara termina con «Seeing Things», balada estupenda que transmite una gran intensidad y que termina con coros gospelianos y espirituales, otra de las influencias claras de los hermanos Robinson, especialmente en sus inicios.
La segunda parte se abre con «Hard to Handle» de Otis Redding que, como hemos señalado, hacen suya, una versión impresionante donde destaca el toque que le dan la batería de Gorman y, otra vez, los teclados de Leavell. «Thick N’ Thin» es otra de las joyas del disco, la batería de Gorman marca el ritmo de forma brillante y la combinación de los teclados y de unas guitarras muy potentes, le coloca en un nivel altísimo. Pero el final no va a decaer, para nada. Primero con la intimista «She Talks to Angels», intensidad en la voz de Chris y deudora del Soul y del Góspel igualmente. «Struttin’ Blues» es una canción también «ocultada» por las más conocidas, pero es otra brutalidad con esas guitarras de Rich y Cease y con un maravillos Hammond para acompañar. Y se cierra el disco con «Stare It Cold», a la que le ocurre lo mismo con un sonido potente y poderoso, muy guitarrera. Como comentábamos, «Live Too Fast Blues/Mercy, Sweet Woman» aparece como «canción escondida», aunque es una breve tonada con Chris cantando de fondo.
En un contexto que no les era favorable, los sonidos de raíces sureñas no iban a cotizar alto en los próximos años, The Black Crowes se alzarían como una de las bandas clave del periodo, aunque también habría algunos intentos de imitarles, Primal Scream incluso harían una gran aproximación en 1994 con Give Out But Don’t Give Up en el que los escoceses también estuvieron producidos, entre otros, por el propio Drakoulias. Ya hemos señalado que luego llegaría su gran clásico, en 1992 aparece The Southern Harmony and Musical Companion, mayúsculo trabajo. La historia posterior de los de Georgia es azarosa, con cambios en los integrantes de formación, paréntesis, enfrentamientos entre Chris y Rich…Para nosotros, The Black Crowes siempre serán imprescindibles, especialmente en sus dos primeros discos.
Finales de la década de los noventa del siglo XX, uno de los momentos más intrascendentes de la música popular y que va a dar lugar al cambio de paradigma en el siglo XXI. Si el comienzo de los noventa nos trajo el Grunge, el auge de lo alternativo, y todo lo que conlleva, la evolución de la década pasaría por el Brit Pop, el Punk comercial y una tímida aparición de los sonidos de raíces norteamericanas. Al final de la década, el Rock & Roll ya estaba de retirada. De la generación de los noventa, sólo Pearl Jam se mantenía en primera línea, y con toda su pelea por la honestidad y la autenticidad en la que se dejaron varios pelos en la gatera. Que el Nu Metal liderase las listas con gente como Limp Bizkit, Linkin Park o Sum 41 daba un poco la idea de las tendencias. En fin, que estaba complicado. Pero a comienzos de 1999 también regresarían unos veteranos de la escena, ajenos a todas las modas y tendencias: The Black Crowes. La banda de los hermanos Robinson, Chris y Rich, llegaba con un quinto disco bajo el brazo y era muy diferente a los dos anteriores. Repasemos, The Black Crowes emergieron a comienzos de los noventa con dos discos brutales, Shake Your Money Maker (1990) y, especialmente, The Southern Harmony and Musical Companion (1992). No nos detendremos en ellos, para mí el segundo es uno de mis discos favoritos de la Historia. The Black Crowes irrumpieron en la «nación alternativa» recuperando el Rock Sureño con reminiscencias Blues y Soul. Los de Georgia tenían encima una tarea complicada, un tercer disco que colmase las expectativas, y Amorica (1994) no lo consiguió. Tendremos tiempo de detenernos en otro momento en esta obra, pero en 1996 llegó Three Snakes and One Charm, todavía más compleja y con menos hits potenciales, derivándose hacia sonidos más psicodélicos pero con preeminencia de ecos del Blues. Por eso, en 1999 sorprendieron con un disco como By Your Side, que contaba con novedades desde la luminosa portada, la producción de todo un Rick Rubin (curiosamente, habían pasado de la discográfica de Rubin, American, a Columbia), y la apuesta por sonidos más directos. ¿Una vuelta a los orígenes?, en mi opinión sí. ¿El resultado?, un disco que no está entre los favoritos de muchos fans, un disco que es como un descanso para seguir otros caminos, pero un disco que a mí me gusta mucho. Puede que la producción no sea la acertada pero hay grandes canciones que se disfrutan.
The Black Crowes habían cambiado su formación. Steve Gorman seguía a la batería y Eddie Harsch a los teclados, fichado desde The Southern Harmony. Sven Pipien había sustituido a Johnny Colt al bajo y Audley Freed a Marc Ford, aunque este regresaría en un breve periodo de 2005 a 2006. Sin embargo, Freed no participaría en el disco aunque sí que aparecía en algunos vídeos y en los directos, obviamente. Por lo tanto, The Black Crowes volvían a apostar por acercarse más a The Rolling Stones que a Led Zeppelin, por ejemplo, aunque regresarían años más tarde a los segundos de la mano de Jimmy Page recreando el cancionero de Led Zeppelin un año después en Live at the Greek. Pero hay que regresar a este By Your Side en el que, como decíamos, encontramos a unos Black Crowes más dinámicos y acelerados en comparación con sus dos trabajos anteriores.
El comienzo es apabullante, con un «Go Faster» en el que Chris Robinson se desgañita, tira de armónica y las guitarras se imponen. Si te habías quedado sin aliento, «Kickin’ My Heart Around» te pide todavía más, potencia y contundencia, las guitarras crecen y era difícil y el coro femenino le da un toque Soul. Y «By Your Side» completa un gran comienzo, la sección rítmica de Gorman y Pipien y el Hammond de Harsch hacen el resto. «HorseHead» quiere tener un punto más experimental, casi nos lleva al Amorica, es más oscura y se acerca al Blues, con una especial presencia de los coros. «Only a Fool» es una canción que asciende, con esa cadencia de Gorman a la batería, el solo de guitarra de Rich Robinson y de nuevo los coros junto con una sección de viento para apostar de nuevo por los ecos del Soul surelo. «Heavy» rebaja el tono para ser un tema más Blues en el que las guitarras se imponen.
La segunda parte comienza con la expansiva «Welcome to the Godtimes», una canción que será de las que vayan ganando con las escuchas, con Chris Robinson cantando con un gran sentimiento, con los vientos a todo trapo y con un coro que tira hacia el Góspel. Con «Go Tell the Congregation» aceleran de nuevo, poderosísima canción que no te deja indiferente. «Diamond Ring» por su parte es un medio tiempo que va hacia el Blues, esa guitarra doliente, aunque también incorporan coros Soul que tanto destacan en su música. «Then She Said My Name» no es una canción tan conseguida, va dando varios giros, aunque no acaba de llegar al nivel de otras canciones del disco. Y el cierre es para la expansiva «Virtue and Vice», que cuenta con unas guitarras todavía más pesadas.
By Your Side es un disco que siempre he disfrutado, me encantan sus canciones pero da la impresión que fue una última apuesta de The Black Crowes por llegar a un público más mayoritario. Luego, además del trabajo en directo con Page ya comentado, su trayectoria se convertiría en más irregular y difusa. Cambios de formación, rupturas, regresos y un final definitivo hasta la fecha en 2015 (recordemos que estuvieron en Azkena en 2009 y 2013), para un periodo en el que sólo publicaron tres discos de estudio. El siguiente, Lions (2001), fue peor recibido por la crítica aunque contaba con «Soul Singing», aunque ya lo sacaron con la discográfica independiente V2. Discos en directo, de rarezas, recuperaciones de otros materiales como The Lost Crowes (2006), fueron alimentando su mito junto con sus directos. Una lástima que The Black Crowes no hayan seguido, siempre nos quedará su extensa discografía.
Llega un momento en el que una banda decide separarse, un momento en el que se entona un ‘Hasta aquí hemos llegado’ y cada uno se va por su lado. A veces es algo que ocurre de forma sorprendente, no lo esperas, no se veía ningún conflicto o lucha de egos, aunque muchas veces ni se intuyen, o una caída drástica de calidad o inspiración (o de ventas y visibilidad, obviamente). Pero, otras veces, se ve venir, hay indicadores de que esa formación está a punto de finiquitarse. También ocurre que un disco puede no ser el último disco porque, milagro, años después, la banda vuelve a reunirse, por los motivos que sean. Un ejemplo interesante de este hecho, uno de tantos, pueden ser Blur, que publicaron en 2003 un Think Tank que mostraba una evolución de la formación hacia otros sonidos y en el que no participó Graham Coxon, salvo en un tema, en esos momentos fuera de la banda por conflictos con el resto de los integrantes. Aquel disco fue el último de Blur, también el más incomprendido, hasta que en 2015 regresaron con The Magic Whip. Aquí vamos a hablar de discos que fueron los últimos pero no incluimos recopilatorios ni directos, sino discos de estudio con material nuevo, aunque también hay algunas excepciones. Un recorrido por algunos de los discos finales de algunas de nuestras bandas favoritas y sus circunstancias.
El debatido último disco de The Beatles
La situación de The Beatles era bastante insostenible al final de su carrera pero, ¿qué queremos? En menos de una década habían revolucionado el mundo de la música y en 1967 habían dado un salto sin precedentes con Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band. Con los egos por las nubes, con las riendas de la formación en manos de McCartney, Lennon a otra cosa y Harrison buscando su sitio, y con el bueno de Ringo Starr viéndolas venir, el escenario se acabó de romper en tres años. Pero The Beatles no pararían en ese periodo, primero en 1968 con el denominado álbum blanco, y luego cerrarían su historia con Abbey Road (1969) y Let it Be (1970). Precisamente, el debate se centra en que el primero fue grabado en último lugar mientras que Let it Be se hizo anteriormente bajo la producción de Phil Spector frente al fiel George Martin. De hecho, en 2003 saldría publicado un Let it Be…Naked sin la contribución de Spector. Si consideramos a Let it Be como último disco, lo fue el publicado, está un paso por debajo de Abbey Road, y aunque en ambos están las constantes de The Beatles, no cabe duda que son discos también con un poso nostálgico que muestran que ese ‘hasta aquí hemos llegado’ es un hecho. El final es para el ‘Get Back’ y esa icónica imagen en la azotea. Era el final y el resto es Historia.
Radio Futura sientan las bases…y lo dejan
Radio Futura eran una de las principales bandas de la España de los ochenta y comienzos de los noventa. Santiago Auserón, Luis Auserón y Enrique Sierra habían desarrollado una evolución impagable desde esos comienzos insertados en ‘la movida’ hasta sentar las bases de lo que sería el Rock & Roll en español, en el que mezclaban otros sonidos de carácter latino. Si en 1987 habían dado un salto con La canción de Juan Perro, en 1990 Veneno en la piel todavía les llevaría más allá con temas como ‘Corazón de tiza’ o el que daba título al disco, todos ellos ya clásicos de la música en español. Pero ese sería el último disco con canciones nuevas de Radio Futura. En 1992 publicarían un disco en el que remezclaban algunos de sus clásicos con sonidos más latinos y hacían alguna versión titulado Tierra para bailar y lo dejaban, quedando también la sensación de que no encajaban mucho en la industria. La decisión dejó a sus seguidores bastante desconsolados y unos años después Santiago Auserón llevaría más lejos su evolución como Juan Perro. Radio Futura es una de las bandas más importantes del Rock & Roll en español y su legado es permanente, aunque queda la duda de hasta dónde habrían llegado.
Héroes del Silencio, agotamiento y tensiones internas
Si desconsolados acabaron los fans de Radio Futura en 1992 ni os imagináis cómo vivieron los de Héroes del Silencio el final de la banda en 1996 tras una gira como la de Avalancha que les había dejado rotos. Además, Enrique Bunbury y el guitarrista Juan Valdivia tenían bastantes discrepancias sobre la evolución de la banda. La historia de los zaragozanos es de sobra conocida, así como las etapas que vivieron. Bunbury, Valdivia, Pedro Andreu y Joaquín Cardiel habían ido modelando un sonido épico que comenzó con esa oscuridad postpunk británica de los ochenta y se desplazo hacia los cánones del Rock norteamericano. En 1990 publicaron su punto más alto, Senderos de traición, y en 1993 no se salieron del camino con El espíritu del vino. Héroes del Silencio triunfaban en España y América Latina, además de en parte de Europa. Pero en su cuarto disco, Avalancha, había cambios que les acercaban a otros sonidos más endurecidos, con producción de Bob Ezrin, no en vano estábamos insertados en todas las influencias del Grunge y lo denominado ‘alternativo’. El disco era todavía más ‘pesado’, en el sentido de menos accesible, aunque creo que es uno de sus trabajos más conseguidos con temas como ‘Iberia sumergida’ o ‘La chispa adecuada’. Pero el final estaba muy cerca y en 1996 la banda salta por los aires. Bunbury seguiría experimentando hasta encontrar su lugar, sorprendió a propios y extraños con el electrónico Radical Sonora (1997), y la soñada reunión de Héroes del Silencio se produciría en 2007 para una exitosa gira y nada más, algo que siempre han dejado claro sus integrantes.
Habíamos conseguido lo más difícil: Los Rodríguez
Los Rodríguez, una de nuestras bandas favoritas, no lo tuvieron fácil. Tras haber quedado en un tercer o cuarto plano con sus primeros trabajos, en 1993 llegaría Sin documentos, al que le costó arrancar pero cuando lo hizo no pudo parar. Andrés Calamaro, Ariel Rot, Julián Infante, Germán Viella y el bajista Daniel Zamora llevaron también el Rock & Roll a terrenos más latinos y lo mezclaron con la rumba, la cumbia, el reggae, etc. El siguiente paso era complicado, un disco a la altura, y lo consiguieron en 1995 con Palabras más, palabras menos, donde volvían a demostrar que estaban en una racha tremenda desde ese comienzo tratando de reeditar el ‘Sin documentos’ con ‘Milonga del marinero y el capitán’ hasta temas que se convirtieron en protagonistas del verano del 95 como ‘Mucho mejor’, ‘Aquí no podemos hacerlo’, ‘Palabras más, palabras menos’, o mi favorita ‘Para no olvidar’, etc. Se fueron de gira con Joaquín Sabina y todo parecía ir en orden pero las desavenencias internas por cuestiones económicas y el objetivo de Calamaro de desarrollar una carrera propia dieron al traste con una formación maravillosa y única. Años después, Infante y Zamora fallecerían, Calamaro y Rot se reencontrarían e incluso girarían, y las canciones de Los Rodríguez siempre nos acompañan porque siguen manteniendo la frescura de su momento.
¿Una fórmula agotada? o el final de El Último de la Fila
Si antes hablábamos de bandas con seguidores desconsolados por su final, lo mismo o más les pasó en 1998 a los de El Último de la Fila. Manolo García y Quimi Portet habían logrado también un éxito que se hacía difícil de explicar, con esa mezcla de sonidos y esas letras. Pero ya desde Los Burros estaba claro que algo había. En 1988 Como la cabeza al sombrero les dio el salto que necesitaban, confirmado con Nuevo pequeño catálogo de seres y estares (1990). El Último de la Fila ya eran una de las bandas más importantes de España en aquellos años, llenaban en sus giras y sus canciones las cantábamos en los bares, aunque también tendrían sus numerosos detractores, acusándoles de que su sonido no variaba mucho. Astronomía razonable (1993) fue su último gran disco y en 1995 cerrarían su trayectoria con un menor La rebelión de los hombres rana, que tras haberlo escuchado estos días tras casi dos décadas sin hacerlo me sigue pareciendo poco conseguido, muy oscuro y con unas letras mucho más complejas todavía. Tras una triunfal gira, en 1998 El Último de la Fila se separarían pero Manolo García demostraría que la fórmula seguía funcionando con su carrera en solitario, especialmente su primer disco Arena en los bolsillos (1998), mientras Portet seguía en un discreto segundo plano con su carrera. Creo que buena parte de las canciones de El Último de la Fila no han envejecido tan bien como otras bandas y artistas de la época, pero también que merecían un mejor final que su último disco. Quién sabe, puede que algún día García y Portet decidan regresar como El Último de la Fila, seguro que habría cola para verlos.
Oasis o no podían acabar de otra manera
Liam y Noel Gallagher, Noel y Liam Gallagher. Todo está escrito sobre ellos y Oasis, ese momento en el que la tensión entre ellos llega al final con el anuncio en agosto de 2009 por parte de Noel de que ya no aguantaba más a Liam, cancelando el concierto que tenían que dar en Paris tras una trifulca de campeonato. Oasis fueron una de las grandes bandas de los noventa, con dos discos históricos como Definitely Maybe (1994) y (What’s the Story) Morning Glory? (1995) que les otorgaron el suficiente capital simbólico para seguir durante más de una década. El en su momento denostado Be Here Now (1997) no era tan mal disco, aunque sí que el BritPop ya estaba superándose. Desde entonces, la calidad de los discos de Oasis iba cayendo aunque ellos lo seguían intentando. Dig Out Your Soul (2008) sería su último trabajo de estudio, un disco del que casi nadie se acuerda. Oasis no parece que hayan dicho su última palabra, tal y como funcionan las cosas en el mundo de la música que no nos sorprenda que en unos años vuelvan a juntarse, cosas más raras se han visto aunque no muchas.
Por lo menos habíamos dignificado el final o los últimos discos de REM
Pocas formaciones llevan la carga de REM, prácticamente haber generado un sonido ‘alternativo’ en los ochenta y dar el salto al mainstream, habiendo mantenido casi intacta su credibilidad. Pero tras la marcha de Bill Berry vinieron años de los que hemos hablado en ocasiones, con discos en los que Stipe, Mills y Buck parecían empeñados en acabar con esa credibilidad, discos que no se sostenían hasta que tocaron fondo con el insulso Around the Sun (2004). Claro que tenían decenas de temazos y que en directo seguían siendo tremendos, así los vimos en Zaragoza en 2005, pero sus discos no funcionaban, más allá de algunos temas donde demostraban que, si querían, sabían. Para el final de su carrera decidieron volver un poco a sus orígenes publicando el notable Accelerate (2008) y Collapse Into Now (2011), un peldaño inferior pero también interesante con las colaboraciones de su amiga Patti Smith, Lenny Kaye, Peaches y Eddie Vedder. Curiosamente, aunque ninguno de estos discos dieron lugar a singles conocidos o Hits, son dos trabajos más auténticos que algunos de los anteriores, y nos dejaron con un buen sabor de boca, aunque también iban haciendo caja publicando directos. Puede que REM regresen algún día, quién sabe, pero siempre serán incontestables.
La discreta retirada de The Black Crowes
Otros que parece que igual no hayan dicho su última palabra son The Black Crowes. Desde 2015, la banda de Georgia no está operativa aunque su último trabajo sea Before the Frost…Until the Freeze (2009), y las carreras en solitario o en sus nuevos proyectos de Chris y Rich Robinson tampoco parecen funcionar. Si los Gallagher se caracterizaron por una relación horrible, poco mejor fue la de los Robinson que también se embarcaban en discusiones, la última la que provocó la última disolución de la banda, aunque ya se habían producido otras anteriormente. Con cambios de formación continuas, los Robinson y compañía habían publicado Lions (2001) para caer en un largo letargo del que saldrían con el recomendable Warpaint (2008), que mantenía la esencia del Rock de The Black Crowes con ese toque de Rock sureño característico. Before the Frost…Until the Freeze sólo tardaría un año en llegar, un disco doble grabado en directo en el estudio de Levon Helm en Woodstock. Era también un buen trabajo pero los siguientes años The Black Crowes no publicarían ningún material nuevo, sólo una revisión acústica de sus mejores temas en 2010, lo cual es también un indicador, y se dedicarían a girar hasta el 2015, año de esa una nueva desavenencia entre Chris y Rich, no sabemos si la definitiva.
Bonus Track: The Spaghetti Incident de Guns N’ Roses
Sí, también hay espacio para nuestros queridos Guns N’ Roses en el ‘hasta aquí hemos llegado’, aunque aquí todo es más complicado y la última gira de la banda con la vuelta de Slash y Duff McKagan es un ejemplo. Incluso no descartemos que haya material nuevo en el futuro porque, con esta gente (y la pasta de por medio, obviamente), todo es posible. Pero The Spaghetti Incident lo hemos puesto aquí porque es el último disco de la segunda formación clásica de Guns N’ Roses, la que incluye a Matt Sorum y Gilby Clarke. Claro, que entonces tampoco lo sabían que iba a ser el final. En 1993, los Guns N’ Roses venían de la megalomanía llevada al exceso de la gira de los Use Your Illusion y de los vídeos con delfines (‘Estranged’ mediante). La deriva de Axl ya parecía un hecho pero tuvieron una genialidad en la publicación de este disco de versiones cuyo título hacía referencia a un enfrentamiento con su primer batería, Steven Adler que como recordaréis fue despachado de la formación por sobrepasarse en el consumo de determinadas sustancias, y que acabó con un plato de pasta de aquellas maneras entre Adler y Rose mientras discutían por cuestiones legales. El disco recogía temas de bandas y artistas que habían marcado a los Guns N’ Roses y recomendaban que se buscasen a los originales. Allí predominaba el Punk-Rock pero también el Doo-Woop de The Skyliners. The Damned, The Stooges, Misfits, The New York Dolls, Johnny Thunders, The Dead Boys, etc., además de T. Rex o Nazareth, entre otros, aparecían en un disco notable que se cerraba de forma oculta con una balada acústica de Charles Manson, ‘Look at Your Game, Girl’, lo que desató una nueva polémica, una más, en la historia de Guns N’ Roses. El resto es una historia que ya hemos contado.