Hay un buen número de bandas y artistas que se encuadran en eso que se llamó el «Americana» y que no es otra cosa que la combinación del Rock & Roll, el Folk y el Country y que, desde comienzos del siglo XXI, no ha dejado de sonar aunque ahora ya no está en la primera línea de la música popular. Hay grupos y artistas que se encuadran en una segunda o tercera línea, lejos de los grandes focos, aunque es fácil verlos también en los festivales de turno. Aquí, en Los Restos del Concierto, somos seguidores de un buen número de ellos, de gente que aunque atesoran grandes talentos, como por ejemplo Jason Isbell, o que hacen discos deliciosos, como por ejemplo The Mastersons. The Lone Bellow pertenecen a esta categoría y hace unos meses entregaron su tercer trabajo, Walk Into a Storm (2017), tras su recomendable debut de 2013, The Lone Bellow, y un segundo disco en el que no decepcionaron, Then Came the Morning (2015). El disco no ofrece novedades en cuanto al sonido, continuista con los anteriores trabajos, en los que se mezclan temas de naturaleza más melancólica con otros más animados, en los que se detectan toques de Soul y Pop. Pero ahora son un quinteto, al trío fundador (Zach Williams, Kanene Pipkin y Brian Elmquist) se han unido Brian Allen y Justin Glasco como sección rítmica, aunque el núcleo de la formación sigue estando en ese trío. Y, en segundo lugar, la producción que en su anterior disco había sido realizada por Aaron Dessner (The National), en este caso pasa a todo un referente del género, Dave Cobb, que ha llevado a cabo esa labor con Jason Isbell, Sturgil Simpson o Chris Stapleton, entre otros.
Comienzan de forma animada con «Deeper in the Water», donde las voces de Williams y Pipkin vuelven a desempeñar un primer plano, un tema con un punto Pop que luego derivan hacia un tono más épico. A continuación entran en la melancolía con la poderosa y preciosa «Is It Ever Gonna Be Easy», siguiendo ese punto con la más irregular «May You Be Well» en la que apuestan por una sección de cuerdas con un tono más barroco. En «Come Break my Heart Again» recuperan fuerza dentro de la melancolía, se muestran más contenidos y las cuerdas quedan en un segundo plano. «Feather» vuelve al principio, a esa alegría contagiosa, un tema cantado por Pipkin que tiene un leve soplo Soul y que es una de las mejores canciones de todo el disco.
La segunda parte del disco se inicia con el tema que da título al disco, «Walk into a Storm», que tiene un punto más minimalista, suena incluso más a cantautor, incluso a Glen Hansard, con Wolliams incluso fraseando por momentos. Y llega a continuación una delicia como la festiva «Time’s Always Leaving», que fue el primer single del disco, y que entra desde la primera escucha, con esas guitarras fantásticas y esos coros. «Can’t Be Happy For Long» se insertaría más en el «Americana», no dejando de ser un tema dinámico en el que vuelven a utilizar el juego de las dos voces. El cierre es para la melancolía, primero con «Between the Lines», aunque en este caso la canción crece con un estribillo épico, y con «Long Way To Go», en la que Williams vuelve a hacer gala de la contención de una interpretación más dramática.
Pues aunque con varios meses de retraso, encantados de escuchar de nuevo a The Lone Bellow, una banda que tampoco alcanzará un reconocimiento masivo pero que sus discos o defraudan, aunque sí que se les puede achacar que no se mueven mucho en su fórmula, pero les funciona.