Tenía muchas dudas de adquirir el nuevo disco de Kevin Morby, el sexto de su carrera. Tras venir avalado por el reconocimiento de Singing Saw (2016) y City Music (2017), en 2019 sacó el irregular Oh My God, un trabajo ambicioso y excesivo en ciertos sentidos que nos dejó fríos. Cuando anunció su Sundowner, la duda es si incidiría en la línea anterior o retornaría al «indie Folk» que le encumbró. Y, afortunadamente, eso segundo es lo que hizo. Ya «Wander», uno de los singles de adelanto, lo mostraba, y el disco lo confirma. Se nota un tono mucho más crepuscular, solamente la portada ya nos muestra esa dirección, y orgánico, e incluso se puede decir que, por momentos, hay una influencia de Conor Oberst y sus Bright Eyes. Todo ello con la forma característica de cantar de Morby, muchas veces fraseando incluso, y con una predilección por las acústicas y sonidos minimalistas. El disco cuenta con la participación de Katie Crutchfield, cabeza de Waxahatchee, autora de uno de los discos más destacados del año en esta categoría, o lo que sea, del «indie Folk», el Saint Cloud que analizamos hace unos meses. Y también está presente con la percusión James Krivchenia de los siempre interesantes Big Thief. Kevin Morby ha regresado con un buen disco, que lo pone en la senda de la que se salió con su trabajo anterior. Un disco este Sundowner que apenas tiene puntos bajos, y que ofrece algunas canciones sobresalientes.
Como la que da comienzo al disco, una «Valley» es una de las mejores de todo el largo, muy crepuscular y ascendente. «Brother, Sister» es diferente, atractiva con ese tono sincopado de la percusión y con Morby fraseando. En «Sundowner» es intenso a la par que minimalista, parece querer aproximarse a Dylan, con ese toque acústico aunque luego incorpora cuerdas y otros efectos. «Campfire» es una canción con más fuerza y electricidad, aunque se va también hacia lo melódico. «Wander» juega con su fraseo característico aunque tiene ese tono más poderoso, esa guitarra distorsionada, sin dejar de lado lo crepuscular.
La segunda parte comienza con una grandísima «Don’t Underestimate Midwest American Sun» que tiene todavía un tono más intimista al comienzo y que luego va creciendo con un contrapunto leve electrónico, sin dejar de lado el Folk y que, en mi opinión, es la mejor canción del disco. Su tono característico hace su aparición de nuevo en «A Night at the Little Los Angeles», un tema más onírico que se va por encima de los siete minutos. Acústica y melancólica es «Jamie», un Folk al uso que inicia el último tramo del disco. Le sigue «Velvet Highway» que es igual el momento más bajo de los diez temas, una canción instrumental en la que el protagonismo es para el piano. El cierre es para el retorno al sonido del comienzo con «Provisions», un tema acústico y de tonalidad crepuscular que se ve intensificada por los teclados que le dan un punto más expansivo.
Como decíamos al comienzo del artículo, tuvimos dudas y no esperábamos mucho del nuevo disco de Kevin Morby, pero nos ha sorprendido de forma agradable con un notable disco que te va ganando con las escuchas. Muy crepuscular.