Lejos de rupturismos innecesarios, los americanos regresan con un trabajo que viene a consolidar el sonido logrado con el anterior, High Violet, y a mantener la posición que éste les otorgó en el máximo nivel de las bandas de rock independiente.
Permanecen centrados en la intensidad de los medios tiempos lograda a partir de percusiones profundas y guitarras entrelazadas, pero por encima de todo ello se yergue la cavernosa voz de Matt Berninger arrastrando con desgana las sílabas de unos textos que, como indica el propio título del disco, no invitan precisamente al optimismo. Mientras que en algunos temas, como en el que abre el disco, I Should Live In Salt, la voz de Berninger nos recuerda a Brian Ferry, en otros emerge perezosamente desde una distante profundidad, como en Demons o Don´t Swallow the Cap.
En Fireproof, This Is The Last Time o I Need My Girl vienen a recordarnos la extraña intensidad que son capaces de alcanzar a partir de contados recursos que ya nos descubrían en su anterior trabajo. Humiliation y, sobre todo, Sea Of Love son los temas más rockeros y en ellos se puede adivinar la energía que podrían llegar a desprender si abandonaran su característica contención.
La máxima emotividad se alcanza con Heavenfaced y con el cierre del disco en el que aparece la compañía del piano para vestir tanto Pink Rabbits como Hard To Find y así culminar un excelente trabajo que cumple de sobra con las expectativas creadas por el rock maduro de sus dos últimos trabajos y culmina el sonido que The National viene perfeccionando desde hace catorce años.