Seguro que muchas personas que lean este artículo se sentirán identificadas con algunas de las cuestiones que vamos a comentar. Todo viene porque, a raíz de Actual 2017, me encontré con varias personas que me dijeron que Love Of Lesbian les habían decepcionado. Ya escribimos aquí que la banda barcelonesa competía contra sí misma y que los sentimientos que se despliegan no pueden ser los mismos ahora que hace siete años cuando los conocían poco más que cuatro. Sin embargo, esos comentarios me llevaron a reflexionar acerca de ese momento en el que un artista o banda alcanza un cierto estatus o llega a más público y parte de sus primeros seguidores lo minusvaloran por eso mismo. Cierto, lo hacíamos también, cuando éramos muy jóvenes nos ‘guardábamos’ esas bandas y artistas que nos gustaban y, cuanto más minoritario, mejor. Eso nos hacía sentir ‘especiales’, como que era algo ‘nuestro’ y si se masificaba ‘perdía el encanto’. Una persona cercana me comentó hace tiempo que ‘algo pasaba cuando The Cure y Depeche Mode le gustaban hasta a mi hermana’. Víctor Lenore lo explicó bien en Indies, hipsters y gafapastas (Capitán Swing, 2014), apuntándolo a un cierto esnobismo, incluso a un clasismo y elitismo. Yo aquí precisaría que sí, que en parte sí, y que todavía se viste esa etiqueta en no pocos ámbitos, incluida parte de la crítica que cuestiona lo que es popular por ese mismo motivo. Pero también creo que había en esa actitud un cierto intento de crear una identidad de grupo, un ‘nosotros’ que se articulaba en lo musical como un factor determinante, siguiendo los parámetros del grupo de Tajfel, y especialmente en un periodo como del final de la adolescencia y el comienzo de la juventud, cuando se quiere reforzar esa identidad. A nosotros nos tocó todo el tema del Grunge y el ‘Indie’ y, sí, nos creíamos algo…
Aquello pasó hace tanto tiempo…y sonrío cuando lo pienso, pero reconozco que nos pasó pronto. Claro que tampoco es que hubiésemos descubierto nada…a fin de cuenta casi todo aquello sonaba en las radios comerciales, estaban en multinacionales, etc., pero no lo ponían en la gran mayoría de los bares y, exceptuando Nirvana y poco más, la mayoría pasaba de esos grupos, por lo que se reforzaba nuestra identidad. La cosa ya había tenido sus primeros momentos ‘complicados’ con el impulso de las bandas de Rock duro en la segunda mitad de los ochenta y primeros noventa. Recordemos que gente con Bon Jovi, Aerosmith, Guns N’ Roses, etc., alcanzaron un lugar en el imaginario colectivo de mucha gente que no se identificaba con ese estilo gracias a sus baladas. ‘I’ll Be There For You’, ‘Bed of Roses’ o la ya azucaradísima, y grandiosa claro que sí, ‘Always’ en el caso de Bon Jovi; las ‘Crazy’ y ‘Cryin’ de Aerosmith, que no lo alcanzaron con ‘Janie’s Got a Gun’ porque fueron promocionados a partir de Get a Grip (1993); o la maravillosa e imposible ‘November Rain’, son canciones que suelen aparecer en las emisoras nostálgicas un día sí y otro también, seguro.
Con el Grunge y el ‘Indie’, o lo ‘Alternativo’, la cosa no iba a ser tan fácil. Primero, nos lo vendieron muy bien. Allí nos lanzamos y, claro, una cosa es que les pongas el ‘Always’ en un bar de copas en 1995 y otra es que salte el ‘Killing in the Name’. No, allí estábamos los que estábamos, los ‘raros’, los ‘freaks’ y todo lo que queráis poner. Vale que todo el mundo conocía a Nirvana, pero ‘Heart-Shaped Box’ no le gustaba a tu novia de entonces ni por casualidad. Y tampoco Pearl Jam…’Under the Bridge’ era muy bonita y encajaba en todos los gustos, pero poco más. Luego llegaría el BritPop y eso tenía más enganche y accesibilidad, ¡no vas a comparar! Claro que, para compensar, salió el ‘Indie’ nacional y había que apuntarse a Los Planetas, La Buena Vida, El Inquilino Comunista…Ahí sí que se ganó la partida de la ‘autenticidad’, aunque ya para entonces nos habíamos bajado muy del carro en un periodo en el que la música comenzaba un camino sin retorno donde estos debates parecen haber quedado en un segundo plano, ¿o no?
Pues no, porque todavía como decíamos hay gente instalada en esos parámetros de medir las cosas. El ejemplo que hemos puesto de Love Of Lesbian se podía aplicar también a Vetusta Morla, por ejemplo. Bandas que antes eran más minoritarias y que ahora son más exitosas, aunque también podríamos precisar que según que ámbitos. Hablando de Vetusta Morla, recuerdo gente que decía que eran muy buenos y un gran descubrimiento en el Actual de 2009, cuando salían a vender sus discos tras la actuación, y en 2014 cuando llenaron la Plaza de Toros decir que no eran tan buenos. Tampoco sabemos cómo funcionan ahora los jóvenes en ese sentido, es una de nuestras investigaciones pendientes, pero creo que habrá de todo aunque no de la misma manera que nuestras generaciones. Y es que la música se vive de forma diferente, su influencia en la identidad personal y colectiva es distinta, y nuestra hipótesis es que el eclecticismo es mayor al igual que tienen menos prejuicios. Los críticos de esta visión podrán decir que antes era todo más auténtico, que se vivía con más pasión y que podía marcar de forma más profunda. Ojo, que seguro que hay gente que lo vive de esa forma. Así que a disfrutar, para nosotros, los que nos molaban antes de llegar al gran público, lo siguen haciendo, y aquella tontería se nos pasó pronto, y no dejaba de ser algo muy absurdo. Pero lo que nunca se nos ha pasado ni lo hará es la importancia que le damos a la música, sin prejuicios.