Los amigos de la siempre recomendable editorial 66 rpm publicaron a finales del año pasado un volumen colectivo con el explítico título de Political World, que alude a la canción de Bob Dylan de su disco de 1989 Oh! Mercy, y con el subtítulo de Rebeldía desde las guitarras. En la portada, otra imagen icónica, en esta ocasión la de Woody Guthrie y su guitarra con la famosa pegatina ‘This Machine Kills Fascists’. Obra colectiva donde se recogen 123 canciones, en ella participan algunas de las mejoras plumas del periodismo musical: Alfred Crespo, Carlos Rego, Carlos Zanón, Eduardo Izquierdo, Eloy Pérez, Eduardo Ranedo, Fernando Navarro, Manuel Celeiro, Manuel Beteta, Toni Castarnedo y Xavier Valiño. Una alineación que nos remite al imprescindible Ruta 66 y que se completa con un prólogo a cargo de Hendrik Röver (Los Deltonos), ‘Cuando el rock tenía un rol’, y una ‘Introducción (o como lo queráis llamar)’ que realiza Esteban Hernández. Como podemos observar, los mimbres eran prácticamente inmejorables para abordar una cuestión tan espinosa, y controvertida, como la relación entre el Rock & Roll, y sus derivados, con la política. Pero el riesgo no sólo estaba en el ya difícil objeto del libro sino en otros aspectos como la selección de temas, recordemos que 123, y también el no caer en un volumen de tipo enciclopédico, algo que puede ocurrir, y de hecho pasa, con obras de estas características. Pero todas las cuestiones se resuelven favorablemente. Primero, porque se demuestra esa función de la música, y del Rock & Roll en particular, mostrando sus luces y sombras. Segundo, porque la selección es acertada y, aunque puedan faltar canciones, ninguna sobra y tampoco se caen en muchas ocasiones en las más tópicas y manidas. Y, en tercer lugar, el ritmo no se rompe en ningún momento, al contrario. Las canciones elegidas se van complementando sin problema, los autores se centran no sólo en la canción y los artistas y bandas sino en su contexto, y ahí está una de las claves. Muchas veces de forma no querida, o con una chispa que se enciende, las canciones que surgen de unas situaciones determinadas regresan a la sociedad y pueden agitar conciencias, otra cuestión es si el Rock & Roll sigue cumpliendo ese rol que indica Hendrik Röver en un mundo donde esta música ha pasado a un segundo plano.
Ya lo advierte Esteban Hernández, que ya había tocado la cuestión en el imprescindible El fin de la clase media (2014), al señalar que «Cada vez los nichos están menos poblados: vienen a tocar más bandas que nunca, pero cada vez hay menos gente en los conciertos y casi siempre es la misma. Igual les ocurre a las ideas, que apenas tienen espacio para encontrarse con los demás, lo cual supone un enorme palo en las ruedas, porque lo político siempre es colectivo». En este indivualismo que vivimos, el Rock & Roll lo tiene muy mal también. Pero no olvidemos que el Rock & Roll fue transgresor social y culturalmente, habría que considerar si en ocasiones esta dimensión política no fue un ‘añadido’, salvo cuando eran canciones explíticas políticamente, que hay muchas. Sin duda alguna, el Rock & Roll ponía a la sociedad ante un espejo, y los dos últimos movimientos que lo hicieron, el punk a finales de los setenta y el grunge a comienzos de los 90, tenían un mensaje detrás, aunque luego ambos acabaron como acabaron. Sin embargo, desde entonces el Rock & Roll, y la música en general, ha perdido esa vigencia, y por eso se le reclama ese espacio que ya no puede ocupar. Como señala Hernández, ‘cuando el rock se hace revivalista, deja de ser político y deja de ser rocl & roll’. Y es que frente al espejo de la sociedad, el Rock & Roll parece haber puesto las viejas recetas y no han funcionado como antes. Además, ese individualismo que señalamos, junto con las transformaciones de la industria musical, son determinantes para comprender la debilidad del alcance del mensaje. Y tampoco hay otras músicas, otros estilos, que hayan tomado esa bandera, ni se les espera.
123 canciones organizadas por periodos y que comienzan con el ‘The Bourgeois Blues’ de Lead Belly en 1939 y terminan con ‘The Next Storm’ de Frank Turner en 2015. Canciones contra las desigualdades, canciones contra las guerras, canciones por los derechos civiles, canciones a favor de la clase trabajadora, canciones denuncia de las injusticias, canciones por la liberación de la mujer, canciones contra el thatcherismo y reganismo (¡cuánto juego han dado estos dos infaustos personajes y sus políticas!), canciones sobre la crisis actual…Aquí caben todos los géneros y estilos, desde el Blues y el Góspel hasta el Country y el Folk, desde el R&B y el Rock & Roll al Soul y el Funk, para dar paso al Punk, al Hardcore, al Reggae, al Ska, etc. No hay descanso en un libro que sólo tiene un fallo: que se acaba. Y para profundizar en la cuestión, os dejamos con el enlace de uno de nuestros programas de referencia, el Sofá Sonoro de la Cadena SER de Alfonso Cardenal, que abordó la cuestión con dos de sus autores, Toni Castarnedo y Eduardo Izquierdo, en ‘Las canciones que soñaron con cambiar el mundo’.
(Cuesta mucho elegir una canción de todas las presentadas, entre las 123 se encuentran algunas de mis favoritas, como las de The Beatles, Aretha Franklin, The Rolling Stones, Creedence Clearwater Revival, Sly and the Family Stone, Marvin Gaye, The Who, The Clash, The Jam, Bob Marley, The Kinks, Ramones, The Smiths, Prince, Willy DeVille, Tracy Chapman, Bob Dylan, Rage Against the Machine, REM, Loquillo, Bruce Springsteen, Manic Street Preachers, Bunbury, The White Stripes, Drive-By Truckers, José Ignacio Lapido, Neil Young, Ben Harper, Quique González, Los Enemigos, Vetusta Morla…y muchos más, pero me alegro muchísimo de encontrarme en estas 123 canciones una como el ‘Hunger Strike’ de Temple of the Dog, un tema épico y con una letra directa, que me pone siempre los pelos de punta).