Yo no quería, de verdad, no quería. Dentro de poco contaremos también la historia de cómo conocí este disco, Light Upon the Lake, el debut de un joven duo de Chicago llamado Whitney (Julien Ehrlich y Max Kakacek), y que se hace acompañar por numerosos músicos. Y es que sí, que los del Pitchfork los ponían muy bien, y sí, que escuchar canciones como ‘Golden Days’ o ‘No Matter Where We Go’ les daba una oportunidad, pero…pero la voz de Julien Ehrlich…no podía, no podía, ese falsete…vaya…no me acababa de cuadrar lo más mínimo. Y las melodías estaban bien y te resistías y entonces escuchas ‘No Woman’ y tu resistencia cae. Sí, pensaréis que soy débil, pues sí, lo soy. Y allí que me fui y el disco de Whitney, ese mismo que habías dicho que no, porque la voz del cantante te chirriaba una barbaridad, pues se convirtió en otra de tus compras de esta aventura. Y aunque no hay una canción tan buena como ‘No Woman’ en todo el disco, era imposible, el conjunto de Light Upon the Lake se sostiene bien, pero también es cierto que abusan de una fórmula, esos inicios suaves o más desnudos para ir creciendo posteriormente, y que la voz de Ehrlich no acaba de encajar en algunos temas, aunque como decía anteriormente, es una opinión personal.
De lo que no cabe duda es que el inicio con la tremenda ‘No Woman’ te gana, es un medio tiempo que te va meciendo, y que tras el inicio más acústico irá creciendo especialmente las cuerdas, y también con los vientos, cerrando de nuevo de forma acústica. ‘The Falls’ es un tema más animado y acelerado, con un punto más psicodélico, que de nuevo va ganando en la segunda parte, pero donde igual la voz de Ehrlich encaja peor. ‘Golden Days’ es otra de las canciones destacadas de todo el conjunto, nos remite al inicio pero también cuenta con su personalidad. Más de corte clásico resulta ‘Dave’s Song’, que vuelve a comenzar en acústico y que luego avanza con las guitarras, aportando la sección de viento un contrapunto muy atractivo. Y siguiendo la línea anterior, pero con mayor carga melancólica, aparece ‘Light Upon the Lake’, para mí uno de los temas que más ganan con las escuchas.
La segunda parte del disco no baja el nivel, ‘No Matter Where We Go’ tiene fuerza y contundencia pero sigue sin encajarme la voz. ‘On my Own’ queda como rara, no convence, está menos conseguida a pesar de ese tono ‘campestre’ que le quieren dar. ‘Red Moon’ es un tema instrumental que está muy bien, el protagonismo es para la trompeta que aporta una visión más jazzística si se quiere. Y para el final una de las sorpresas de todo el disco, ‘Polly’, no saliéndose del esquema que manejan, pero con una segunda parte muy bien armada con las secciones de cuerdas y vientos. El final les queda más flojo con ‘Follow’, un tema que de nuevo parece ganar puntos en la segunda parte pero se queda a medias.
No sabemos dónde llegará esta banda, lo que está claro es que, en mi caso, superando la barrera que me genera la voz de Ehrlich, tiene buenos temas, aunque también es cierto que pueden pecar de cierta reiteración. Y, insisto en que es mi visión, la voz puede acabar agotando. Pero nos quedamos con canciones como ‘No Woman’, un lujo.