A finales de la década de los ochenta, muchos adolescentes de la época nos adentrábamos en el mundo de la música a través de lo que escuchábamos en Los 40 Principales o de lo que ponían en los programas de Televisión Española, con aquel Rockopop que cogió el testigo de los Tocata y A Tope de años anteriores. El caso es que, si carecías de un hermano mayor o de algún primo con una cultura musical diferente, si en tu casa tus padres tampoco es que tuviesen una vinculación con la música muy desarrollada, o si la única visión un tanto diferente era la de los compañeros heavys del Instituto, pues poco más. Lo cual no es ni bueno ni malo, es lo que había. Se quedaban cosas por el camino y otras no. Digo esto porque para la mayoría Tom Petty no era una figura reconocida. Digo la mayoría de ese segmento de edad. Obviamente, Petty era un grande ya de la música norteamericana pero había cosas que no llegaban como luego lo hicieron. Un ejemplo, Aerosmith. A Petty muchos lo conocimos cuando vimos un video fantástico del «Handle with Care» de Traveling Wilburys en 1988, en el debut de los mismos, aunque seguramente tardaríamos un poco más en verlo. El supergrupo por antonomasia no podía pasar desapercibido ni siquiera aquí. Allí estaban Bob Dylan y George Harrison, también Roy Orbison que nos sonaba un poco más (poco después lo haría más con el retorno de Mistery Girl en 1989, su fallecimiento y la banda sonora de Pretty Woman). En cuanto a Jeff Lynne, sabíamos poco, que era de la E.L.O. Y el quinto era un tipo rubio con melena que parecía el más joven de la banda. Aquel era Tom Petty y se nos grabó a muchos. De acuerdo, en aquel momento estaba a punto de publicar Full Moon Fever (1989) pero no recuerdo ver ningún video de ese disco (no digo que no se emitiesen en España). Sin embargo, sí que recuerdo perfectamente «Learning to Fly».
Full Moon Fever supuso un hito para Petty. Primero, era el primer disco que firmaba en solitario, aunque Mike Campbell seguía a su lado como fiel escudero. Era también su primera colaboración con Lynne como productor. Y el éxito fue tremendo con singles del calado de «I Won’t Back Down» o «Free Fallin'», dentro de un disco importantísimo. La vuelta con los Heartbreakers tendría también un cierto tono de cierre de ciclo. Fue la última participación del batería Stan Lynch, que dejaría la formación en 1994. El resto, los habituales Campbell, el teclista Benmont Tench y al bajo Howie Epstein. Hay que recordar que, tras este disco, llegaría un interesante Greatest Hits (1993) y luego la cima que era Wildflowers (1994), segundo disco en solitario de Petty y tan recordado aquí y recientemente reeditado con extras. En cuanto a los Heartbreakers, no sería hasta 1996 cuando Petty los volvería a juntar para la banda sonora de She’s the One, un trabajo considerado menor en su discografía pero también reivindicado. Pero, hay que regresar a 1991 con un Into the Great Wide Open que aprovecha la estela de su predecesor y con Lynne, junto a Petty y Campbell, a la producción, a la que le da ese toque igual más Pop. Es un disco con un tono melancólico en su conjunto, muy melódico, que también anuncia ese fin de ciclo que se intensificará en los siguientes años.
Para comenzar, un clásico como es «Learning to Fly», canción mítica, sonido Rock pero con reminiscencias del Power Pop, muy melódica, las guitarras como protagonistas y ese tono crepuscular. En «Kings Highway» acelera las guitarras, un Rock clásico pero con se deje melancólico, especialmente con el tono de cantar de Petty que se enmarca en unas guitarras crepusculares. En esa línea incide, y de forma épica e intensa, en la fantástica «Into the Great Wide Open». En «Two Gunslingers» se lanza a un sonido Pop en una canción donde se nota la producción de Lynne. «The Dark of thr Sun» tira de guitarras más luminosas pero sigue habiendo en la forma de cantar de Petty una cierta melancolía. En esta canción, tira también de unos coros más presentes. En «All or Nothin'»incide en las guitarras crepusculares, es un sonido más duro, Petty incluso frasea por momentos, pero también se nota mucho la producción.
La segunda parte comienza con una más pausada «All the Wrong Seasons» en la que Petty casi actúa de narrador y en la que recupera una cierta tonalidad épica. En «Too Good to Be True» vuelven a destacar las guitarras con un sonido más Rock pero dentro de la melancolía que sobrevuela al disco. «Out of the Cold» aparece como una de las mejoras canciones del disco en el tramo final del mismo. Una barbaridad del Petty y su banda más clásicos. Sigue en todo lo alto tanto con «You and I Will Meet Again», melancolía a través del juego de las diferentes voces, y en «Makin’ Some Noise» en la que vuelven al Rock por todo lo alto. El final es para la diferente «Built to Last», más vinculada al comienzo del disco y de nuevo con la producción de Lynne haciéndose presente.
Ya hemos comentado anteriormente el devenir de la banda y del propio Petty en el primer lustro de la década de los noventa del siglo XX, la cual no fue fácil en el ámbito personal para el de Florida. Con Into the Great Wide Open, algunos descubriríamos a un Petty y sus Heartbreakers, firmando un disco notable alto. Pero, como esto también es muy personal, también nos queda ese recuerdo y esa vuelta a tres décadas atrás cuando suenan los primeros acordes de «Learning to Fly». Desde entonces, ya no nos separaríamos de la música de Tom Petty, con los Heartbreakers o en solitario.